El Tigre y el Dragón

Capitulo 15. Invitación

Rurouni Kenshin

El Tigre y El Dragón

Wingzemon X

Capitulo 15
Invitación

Shanghái, China
21 de Octubre de 1877 (4574 del Calendario Chino)

Shougo apenas y pudo salir de su impresión, y desenvainar la mitad de su arma en el momento justo para que las hojas de las dos dagas de Chi chocaran contra ésta, y así lo protegiera de dos inminentes y tal vez letales cortes a la altura del abdomen. El hombre mayor ejerció fuerza con ambas manos, como si intentara empujarlo hacia atrás; los filos de las dagas rechinaban contra el lomo de su espada, pero Shougo se mantenía firme en su posición, con ambos pies plantados en tierra.

- ¡¿Qué está haciendo?! – Le cuestionó con fuerza, sin ceder ni un centímetro.

- ¡Lo que debo de hacer! – Fue la respuesta que surgió de sus labios, y no ayudó en lo más mínimo en aligerar la confusión del joven Amakusa.

Chi se hizo apenas un paso hacia atrás y luego se elevó de un largo salto, hasta que sus pies, cubiertos con un par de botas cafés gastadas, quedaron a la altura del rostro del castaño. Le lanzó varias patadas consecutivas a la cara y al pecho, mientras casi parecía estar suspendido en el aire. Shougo no tuvo problema en esquivarlo, aunque la suela de su calzado rozó su cuerpo por milímetros de distancia. Acto seguido, Chi dio una maroma hacia atrás, aparentemente para intentar tomar distancia, pero mientras daba esa vuelta, dos objetos cayeron del interior de su capa al suelo, quedando justo a los pies de Shougo. Éste sólo tuvo una fracción de segundo para bajar su mirada y reconocer de qué se trataba: dos bombas, redondas y negras, cada una con una mecha muy corta y encendida. Rápidamente se lanzó hacia atrás para salir de su alcance, ayudado en parte por la onda de aire que provocaron ambas al explotar.

La explosión pareció no ser muy fuerte, pero el sonido fue algo ensordecedor, y levantó una gran cantidad de polvo y humo, que creó una densa nube alrededor de ellos. Los oídos de Shougo zumbaban un poco, y el humo no lo dejaba ver más allá de su nariz, pero no por ello su concentración se veía disminuida. Intentó de inmediato divisar a su atacante, pero era obvio que usaba el humor para ocultarse. Sus sentidos se agudizaron al sentir que algo se le aproximaba a gran velocidad por su costado izquierdo. Terminó de sacar su espada de un rápido movimiento, y con éste mismo logró golpear dos kunais que se dirigían como flechas en su contra, y así desviarlas de su objetivo. Apenas había pasado un segundo luego de eso, cuando presintió lo mismo desde el lado contrario, luego desde su espalda... Alrededor de siete kunais dirigiéndose hacia él desde diferentes direcciones, con menos de un segundo de diferencia entre una y otra. Pero él también era rápido, de hecho bastante rápido, y por ello fue capaz de repeler cada una de ellas con su arma, antes de que cualquiera estuviera cerca de tocarlo.

Todo volvió a quedarse en silencio. El humo empezó a disiparse, y fue capaz de ver al anciano, de pie al frente a él, mirándolo fijamente con dureza. La confusión inicial se había disipado también con el humo, al menos en parte, y Shougo pareció entender un poco más lo que ocurría.

- Esos movimientos y armas. – Murmuró en voz baja, más como un pensamiento que otra cosa. – Sólo puede tratarse de una cosa: Oniwabanshu...

Oniwabanshu, el grupo ninja protector del Castillo Tokugawa en Edo durante siglos. Por mucho tiempo se consideró sólo un mito, pero su presencia pareció volverse más clara tras el final de la guerra, incluso fuera de Edo. Muchos decían que poseían una red de espionaje tan grande que abarcaba todo el Japón, de Sur a Norte, y con ella cada Shogun siempre estaba informado de todo lo ocurrido en el país. Sin embargo, junto con los samuráis, se suponía que todos ellos habían caído desuso, y desaparecido tras la Restauración Meiji. Aparentemente, no por completo. Ese extraño individuo debía de ser muy probablemente un antiguo miembro de dicho grupo; y, por su edad, posiblemente de los más viejos que quedaban convida.

La expresión de Chi no parecía indicar que pensara siquiera en contradecir sus palabras, por lo que para él era lo mismo que querer afirmarlas. Después de todo, no tuvo pudor en esconder sus habilidades, así que muy seguramente no le importaba que lo supiera. Eso resolvía un poco el misterio de quién era realmente ese hombre, pero lo que realmente preocupaba a Shougo era otra pregunta: "¿Por qué lo estaba atacando de esa forma?"

- Veo que es más astuto de lo que pensaba. – Comentó Chi con cierto desgano. Obviamente no se trataba de algún halago. – No fui del todo honesto con usted, señor Amakusa. No conocí personalmente a sus padres, o más bien ellos no me conocieron a mí. Los disturbios y conflictos del Bakumatsu ya estaban sucediendo, y el Shogunato Tokugawa nos ordenó vigilar cualquier intento de revuelta en el sur, principalmente en Shimabara luego de lo ocurrido aquí en el Continente. Lo irónico del asunto es que yo ya era un cristiano bautizado en aquel entonces, pero a diferencia de su familia, yo no era capaz de profesar tan abiertamente mis creencias, y los admiraba por ello.




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