El Tigre y el Dragón

Capítulo 23. A Shimabara...

El Tigre y El Dragón

Wingzemon X

Capítulo 23
A Shimabara...

Shanghái, China
19 de Julio de (4575 del Calendario Chino)

Era de mañana, una calurosa mañana de julio, aún inicios del verano. El ir y venir del puerto había sido realmente agitado durante toda esa semana. La gente en general se sentía estresada, como si algo se estuviera preparando, cómo si algo estuviera por ocurrir. Todos lo sentían, pero nadie sabía qué era. Tal vez no era nada, o tal vez era algo grande; sólo el tiempo lo diría, ¿o no?

Yukishiro Enishi se encontraba desde muy temprano, sentado en una de las salas privadas de su mansión, en las que normalmente atendía a sus clientes e invitados; mas en esa ocasión, se encontraba totalmente solo. La puerta estaba cerrada, al igual que las cortinas, y el candelabro del techo apagado. La única luz que lo alumbraba, era una sencilla lámpara de aceite que estaba localizada en la pequeña mesilla a su lado. Pero esa parecía ser la cantidad de luz que necesitaba, justo la que requería en esos momentos. No llevaba sus casi siempre eternos lentes oscuros; estos en su lugar, reposaban sobre la mesilla, justo al lado de la lámpara de aceite. Estaba totalmente recargado contra el alto respaldo de su silla, y miraba fijamente y con gran detenimiento la otra silla de la sala, como si hubiera alguna otra persona en esos momentos en ella, y ésta le estuviera contando con sumo detalle una muy importante historia. Sin embargo, lo que había en dicha silla, apoyada en el asiento y contra el respaldo... Era su Watou, su arma predilecta, enfundada y colocada ahí como si se tratara de un invitado.

Apenas alumbrada por la escasa luz anaranjada de la lámpara, Enishi miraba con detenimiento el arma dentro de su vaina, con tanta fascinación como si fuera la primera vez que la veía. Su expresión era totalmente carente de emoción alguna. Parecía pensativo, muy, muy pensativo... Algunos dirían que incluso parecía preocupado, agotado; pero esos eran dos estados que no eran para nada propios del joven líder del Feng Long... ¿o no? ¿Era posible que esa persona de apariencia siempre serena y calmada, pudiera llegar a preocuparse hasta ese grado? ¿Qué podría ser tan grave como para causarle a alguien como él tal molestia?

Algo era seguro; fuera lo que fuera, no era para nada la dichosa reunión que estaba a punto de tener en su misma casa, en quizás cuestión de minutos. Sin embargo, lo que le molestaba, sí tenía de alguna u otra forma relación con lo que se vería en esa reunión, pero eso era algo que sólo él sabía, y de momento era mejor así.

Habían pasado ya cinco meses desde el Año Nuevo, cinco meses en los que habían ocurrido una gran variedad de cosas: fiestas, reuniones, eventos, ventas, negocios... Pero ninguno de ellos le era ni remotamente interesante o digno de recibir más de unos cuantos segundos de su tiempo o atención. Había estado tan distraído últimamente, y tan ausente de los asuntos del Feng Long, que la mayor parte del tiempo había hecho sólo acto de presencia en las reuniones, aunque su mente divagaba en otro lugar, y en otro tiempo. Por suerte, o quizás por falta de ella para algunos, habían sido unos meses muy tranquilos, y su distracción no había repercutido en los negocios... Al menos no aún.

Nada le importaba ni emocionaba, y sentía que cada día pasaba aún más lento que el anterior; en ocasiones sentía que esos cinco meses se volvían más largos que los once años que llevaba viviendo en Shanghái. Sin embargo, ese estado no sería perpetuo...

Todo comenzó a agitarse justo en la segunda mitad de mayo. Hasta ese momento, los reportes que recibía periódicamente de Japón, sobre todo de ese espía en especial que había colocado muy cerca de su último gran comprador, en su mayoría no tenían nada de especial, nada llamativo, ni nada que fuera merecedor de su emoción. La mayoría sólo indicaban que no había ninguna novedad que comentar, o quizás señalaban sobre un rumor difícil de corroborar. Pero a partir de entonces, dichos reportes comenzaron a tener más, y más... y más datos reveladores.

Al principio seguían siendo meros rumores, comentarios escuchados, datos sin comprobar aún. Cosas que decía la gente o que suponía, movimientos sospechosos dentro del gobierno y la policía. Pero la cantidad de datos que tenían los hacían ser mucho más creíbles que los anteriores. Había algo en ellos, podía sentirlo; eso era lo que estaba esperando.

El tiempo de espera entre un reporte y otro se volvió tortuoso. La maldita distancia hacia que fuera imposible poder estar al tanto de todo, y tenían que pasar días, incluso semanas, antes de poder recibir alguna actualización. Pero fue hasta principios de junio, que recibió al fin lo que tanto había añorado: una confirmación... real, clara, y comprobada...




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