Lio tiene una especie de fascinación por cada lunar que encuentra en su recorrido por mi espalda. A dónde van sus manos es como si contara cada punto de mi cuerpo, y mientras lo hace, él puede teletransportarse a un lugar dentro de su mente. Un lugar que yo no conozco.
—¿En qué piensas? —pregunto, disfrutando del roce de sus dedos.
No responde, sigue haciendo trazos de un punto a otro con el índice, y no tengo idea de que está dibujando. Me gusta, pero mi curiosidad puede conmigo y me doy la vuelta para quedar boca arriba. Lio no dice nada, pero acabo de privarlo de sus puntos y por ello, su expresión cambia ligeramente.
—¿Sabes con qué soñé anoche?
—No. —Apoya la cabeza en su mano para mirarme con atención.
—Con la muerte de tu clan.
—¿Por eso ardías en fiebre? —Pone una mano con suavidad en mi frente.
Y con esa acción, yo también me teletransporto fuera de la realidad. Voy a ese lugar en mi mente donde todo lo que veo son recuerdos de hace más de doscientos años:
El clan al que pertenecía Lio estaba lleno de criaturas con un gusto inquietante por la guerra. La paz no estaba en su ADN, pero ellos intentaban crear un mundo donde pudieran tenerla. No tenía que ser muy grande, ni tener mucho espacio. En su mundo solo debía haber espacio para ellos.
Fue la primera característica de los Golshmit que me vino a la mente cuando vi a una mujer tendida en el suelo, en medio del bosque, con una gran estaca atravesando su estómago. Un hombre estaba frente a ella.
—¿Quién diablos eres tú? —preguntó él.
Es bastante atractivo, pero también es bastante peligroso. Me lo dicen esos ojos grises que cualquier criatura en el mundo podría identificar. Son iguales a los de Lio.
—Un hombre de verdad se presenta primero —respondió la mujer, escupiendo sangre con cada palabra.
No sé porque no me sorprende que, aún en ese estado, su primer impulso sea provocar en vez de pedir ayuda.
—¿De qué sirve darte mi nombre cuando estás muriendo ya?
—¿De qué sirve preguntar el mío, entonces? —Es una altanera, pero el hombre sonríe.
—Porque si me gusta tu nombre, puedo salvarte la vida
La mujer lo escuchó y sonrió también.
—No creo que puedas. ¿No deberías matarme? Estoy en tu territorio
—Yo no hago favores —declaró él.
—¿Qué dices?
—Obviamente te abandonaron aquí para que cualquier Golshmit pudiera matarte. Te convertiste en el estorbo de alguien más.
—¿De verdad?
El hombre se quedó en silencio hasta que la mujer decidió hablar de nuevo.
—Mi nombre es Annabelle.
—No me gusta tu nombre.
—En ese caso…, moriré.
La escena que se desarrollaba frente a mí, acabó antes de que pudiera escuchar o ver nada más.
—No recuerdo nada de eso —dice Lio.
—No habías nacido todavía. Ese era tu padre.
Se queda callado y lo imagino con una expresión confusa, como si mis palabras pudieran provocarle algún efecto. Decido girar el rostro para mirarlo de frente, tendida de lado.
La forma de sus facciones permanece intacta.
—¿Cómo se llamaba tu padre?
—Maskiran —responde.
El apodo lo representaba bastante bien. Así se llamaba desde mucho antes de su encuentro con Annabelle. Mucho antes del nacimiento de la facción del norte. Maskiran tuvo una pelea muy satisfactoria con una bruja, una pelea que a ella le costó la vida, pero que a él le costó el rostro. De allí su nombre “Maskiran”
Enmascarado.
—¿Qué me dirías si te digo que fui yo quien le puso ese nombre?
—No me extrañaría. Le pones nombre a todo lo que ves. —Mientras habla, traza una línea suave con su pulgar sobre mi nariz.
—¿Y si te digo que fui yo quien le dio razones para ponerse una máscara?
Para él no es posible entender algo que se expresa con cierto resquemor, por lo que guarda silencio a la espera de que continúe.
—Fui yo quien le deformó el rostro —confieso.
No obtengo respuesta. Su indiferencia me permite cerrar los ojos y recordar una vez más.
Regreso al sueño que tuve donde corría presa del pánico.
—¡Si quieres que mi intervención sea efectiva, ayúdame un poco! —grité al cielo, como si Barnabas estuviera sobre mi cabeza.
El clan entero fue asesinado, pero me empeño en buscar sobrevivientes, aunque ya no sirva de nada.
Editado: 27.11.2023