Kai no paró de maldecir todo el camino. Se bajó del auto sin esperar a que este se detuviera. Abrió las puertas, que dan paso a las instalaciones, fingiendo estar sordo cuando una de las cazadoras intentó preguntarle cómo le había ido. Y tal vez haya empujado con “suavidad” a un cazador que le estorbaba en la puerta de su oficina.
María se debate entre ingresar a la guarida del lobo o irse… Finalmente, decide entrar a la oficina.
—Te fue mal, ¿cierto?
Una silla es lanzada por los aires, estrellándose contra la pared detrás de ella.
—Fue una pregunta muy estúpida. —Se lamentó María.
El líder abre uno de los cajones de su escritorio y saca un teléfono celular. A continuación, María lo observa marcar un número y llevar el aparato hasta su oído. Quien atiende la llamada es Habaek.
—Sí, diga…
—¡Más te vale ponerte tu armadura samurái, maldito! —grita el líder americano fuera de sí—. ¡Porque no me importará atravesar corea del norte en esos incómodos trenecitos, ni que me manosee un uniformado paranoico si consigo llegar hasta ti y sacarte la mierda a golpes!
María silba impresionada.
—¿Ya te sientes mejor? —pregunta Habaek con un tono calmado.
—¡AHHHH! —Kai grita preso de la ira. María se encoge como si estuviera dirigida a ella.
Ningún cazador se atreve a entrar a la oficina, pero los que tienen un oído fino pueden escuchar la conversación.
—Por razones ajenas a ti, a Morthu, a mí, e incluso a Nala —explica el líder asiático con paciencia—, no puedes acercarte al norte. Nadie puede. No estoy intentando hacerte la vida más difícil por gusto.
—¡Sí lo haces! ¡Te encanta hacerme la vida miserable!
—Sé razonable, por favor. —Habaek casi suplica—. Están pasando cosas más importantes que tu presentimiento sobre Codicia. ¿Tienes alguna idea de lo que pasa en tu territorio?
—¡Habaek!
—¡Envía algo de raciocinio a tu cuerpo y escúchame!
Kai se pone de cuclillas en el medio de la habitación, masajea su entrecejo respirando profundamente y Habaek espera paciente a que se calme. Finalmente, Kai parece hacerlo.
—Habla.
—Hay puntos de magia por todos lados. ¿Morthu no te lo ha dicho? —Habaek se altera—. ¡Mi facción tiene un bonito triángulo equilátero sobre china!
—¿Qué?
—Y mis cazadores dibujaron una línea recta sobre el mapa de Argentina. Tu territorio. ¿Tienes idea de qué podría ser?
—¡No tengo ni puta idea!
Un cazador irrumpe en la oficina con la ropa destrozada.
—¿Y a ti qué diablos te pasó, Braham? —pregunta María, asombrada.
—Óyeme —Kai la mira enojado—. Tú deberías saberlo. Te dejé a cargo.
—Ups. —Braham se encoge con algo de culpabilidad.
—¿Lo ves? —pregunta Habaek en el teléfono—. Llámame cuando averigües algo.
—¿Y qué pasa contigo? —Le recrimina Kai—. ¿Tú qué has averiguado?
—¿Crees que no he hecho nada? —Habaek suspira—. No encuentro a una sola bruja que pueda decirme qué está pasando.
—Tiene que ser una broma.
—¿Quieres un consejo? —Al líder americano no le gusta esa pregunta—. Habla con el ancla. Ella sabe lo que está pasando.
—¡¿Estás loco?!
—Adiós, Kai.
El líder americano observa su teléfono, conteniéndose para no hacerlo pedacitos. Braham lo estudia sin saber muy bien qué decir. ¿Por dónde empezar?
—Braham —Kai inspira hondo—. Tienes cinco segundos para decirme qué pasó.
Kai solía desear una muerte rápida para escapar de su estrés, hasta que recordaba que era el líder de la facción americana…
**********************
Los hombres como el líder se mueven por la intuición y, aunque solo exista un Kai McCloud en el mundo, el instinto es lo que predomina en todas las criaturas.
Lio dijo que la magia era una alteración de la naturaleza y de la misma forma en la que lo hace ella, las criaturas pueden sentir cuando algo está fuera de lugar.
Ya lo sabía, pero me sorprende más que él lo sepa.
Hay una razón por la que hay más alquimistas que brujos. La razón no tiene que ver con qué práctica es más fácil de ejecutar. Es una mera cuestión de posibilidades. Las criaturas tienen una capacidad mental superior y una enorme ventaja. Y como si su inteligencia no fuera suficiente regalo, la naturaleza decidió darles características físicas convenientes.
Las criaturas no pueden morir a menos de que su cerebro pierda toda conexión con el corazón. Por lo que un cuello roto no representa más que un tiempo de inactividad. Es por eso que Lio se empeña en arrancar cabezas, como quien arranca el tallo de una piña.
También es por eso que la facción americana está compuesta —en su mayoría— por cazadores diestros en la alquimia. Porque entienden a la perfección cómo utilizar todas las herramientas de las que disponen, incluyendo su propia composición química.
Editado: 27.11.2023