El titán de Varsovia

EL TITÁN, EL ANCLA Y EL REY

Varsovia, 1720

 

—El mundo es demasiado pequeño, o yo soy demasiado fácil de encontrar —dijo Andrzej con una actitud relajada.

—Lo segundo —afirmé.

—Entonces debería asustarme, porque hasta donde yo sé, el ancla tiene muy mal sentido de la orientación. ¿Estás aquí por Barnabas?

—¿Por qué crees eso? ¿Has hecho algo malo últimamente?

—Me he portado bien —aseguró con una sonrisa.

—¿Por qué no te creo?

—Porque me conoces desde que nací —respondió haciendo un puchero cómico.

La familiaridad que había entre nosotros no era algo que debiera impresionar a nadie. El titán tenía miles de años y de mí podría calcularse la misma cantidad. Pero yo tenía mis descansos, él no.

—¡Vamos a bailar! —dijo de repente, sacándome de mi trance.

—¡No! —intenté esquivarlo, pero fracasé.

Andrzej me arrastró al centro del salón y sentí que todas las miradas se dirigían a nosotros.

—¡Estás avergonzándome!

—No seas tan aburrida.

El hombre sonreía contento mientras yo me lamentaba una vez más por haber venido. Puso una mano en mi cintura, siendo del todo inapropiado.

—¿Qué le pasa a tus orejas? —preguntó ladeando la cabeza para mirarme mejor.

—No sé de qué hablas.

Me dio un giro y después detuvo sus movimientos. Tomó uno de mis aretes en su mano y lo desprendió de su lugar.

—¿De qué están hechos? —preguntó él.

Acaricié la piel de mi oreja, sintiéndola más irritada. Hice una mueca de incomodidad y él sonrió con algo parecido a la ternura.

—Es joyería barata. ¿Eres alérgica?

—Supongo, jamás he usado aretes y no voy a comprar algo que me costará mucho dinero y que solo podré usar una vez.

Mis palabras le arrancaron una carcajada.

—Pues no lo compres, robalo.

—¡No soy como tú!

—Entonces no los uses. —Se encogió de hombros y con suavidad, retiró el otro arete, dejando mis orejas desnudas. Intenté recuperarlos.

—Óyeme, ya me ven lo suficiente por ser la única humana aquí.

—Te miran porque estás conmigo, dulzura.

Sonrió como un niño en el lugar más divertido del mundo y volvió a manipular mis pasos para que siguieran los suyos. Esa expresión amena me hizo sentir culpable por lo que estaba a punto de hacer.

Él se dio cuenta de mi expresión y se detuvo.

—¿Qué pasa?

—¿Podemos irnos? —Mi pregunta fue casi una súplica.

Caminamos por las calles empedradas de la ciudad que cautivó su corazón, y cuando las nubes dieron paso a la luna para que pudiéramos verla, me detuve.

—Andrzej…

—¿No te parece que así es mejor?

—¿Ah?

El titán abrió los brazos como si el aire le produjera la sensación más agradable.

—Me gusta el silencio y cómo se ven nuestras sombras contra la luz de la luna.

—¿Vas a recitarme un poema? —resoplé divertida.

—¿Prefieres que te cante una canción?

—No me gustan tus canciones.

—Antes solo cantaba promesas de muerte para ti. —Cuando reía, sus hombros se agitaban.

—Sí. Y lograste cumplir tus promesas —le reproché con los brazos cruzados—. Me mataste dos veces.

—¿Aún me guardas rencor?

—¡¿Y tú no?!

El titán se acercó hasta casi tocarme, con una expresión pacífica y un aura plena. Sus ojos rojizos eran más bonitos cuando estaban llenos de amabilidad.

—Ya no. Me cobré lo que me debías y ahora estamos en paz —dijo con simpleza.

—¡Yo no estoy en paz! —Comencé a perder la paciencia—. ¡Tú solo has tenido una vida, no sabes cómo se siente el abrazo de Tanatos!

—Pero sí sé cómo se siente la tortura infinita.

De pronto, el ambiente a nuestro alrededor estaba lleno de tensión. El enfado me hizo recordar por qué había ido a esa ridícula fiesta en primer lugar.

—¿Dime qué hiciste en Cracovia?

—No he hecho absolutamente nada —negó con fervor.

—¡Mientes!

—¿Por qué ninguna me cree? —fingió sentirse ofendido.

—Las brujas están muriendo desde que te obsesionaste con este lugar.

—Es una acusación muy fea, ancla.

Su expresión se volvió cada vez más fría y el instinto de supervivencia con el que se supone debía nacer hizo acto de aparición.

—Andrzej…

—Ancla, tú y yo arreglamos nuestras diferencias hace mucho tiempo. —Pude ver que él también intentaba contenerse—. Ahora estamos en paz.



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En el texto hay: rey, brujas, dramas y magia

Editado: 27.11.2023

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