Kai ha perdido mucho del temple que tenía al principio de su liderazgo y eso se debe a la decepción. Esa es la condición más lamentable en su mundo: la pérdida de toda voluntad para seguir peleando. Afortunadamente, aún tiene una razón para mantenerse despierto: sus cazadores. Kai no solo los ve como familia, también ve en ellos a los guerreros que defenderán el ideal de la orden de sangre, tal y como quiere que sea. Como debería ser siempre en su facción.
Se siente orgulloso de su ideal y de lo que ha construido.
Cada territorio tiene su propio sistema y no sabe cuál de todos le produce más rechazo. Jamás se ha quejado en voz alta, pero si alguien le dijera que debe adoptar alguno de ellos como un modelo a seguir, lo mandaría al diablo sin pensarlo dos veces. La facción de Nala tiene su propia jerarquía, basada en la convivencia y no en las habilidades para la guerra.
En su facción, los cazadores van en parejitas: un alquimista y una bruja. La cazadora es la cabeza del equipo, el alquimista obedece las órdenes de su compañera. Sin embargo, eso no es lo que le molesta.
Morthu impuso su propio ideal cuando fue elegido líder. Antes de su llegada, los cazadores obedecían solo cuando lo querían hacerlo, se aburrían rápido y daban problemas. Morthu lo llamó: síndrome del depredador melancólico.
A veces, los cazadores se sentían ansiosos y sus instintos los empujaban a hacer cosas que perjudicaban a la orden. Las criaturas son hombres y mujeres con instintos animales. Instintos que se pueden apagar o encender según sea requerido, pero a veces no estaban dispuestos a ignorar la única cosa que los emocionaba. Morthu, quien era un guerrero a tiempo completo, decidió que la mejor forma de mantenerlos controlados era proporcionarles algo de diversión. Las peleas que organizaban los cazadores servían para vaciar la carga negativa.
«Está en nuestra sangre, Kai. Nacimos para pelear».
Morthu siempre se lo repite, pero Kai no está de acuerdo.
Por otro lado, hay algo que debe reconocerle al líder europeo.
Morthu mantiene cansados a los rebeldes y el agotamiento los hace más dóciles. A su vez, se pone al nivel de sus cazadores, demostrándoles que tiene los mismos instintos. Los cazadores también liberan presión y el espectáculo los mantiene entretenidos. Es como matar dos pájaros de un tiro.
Habaek es otro de sus dolores de cabeza, un desgraciado al que debe respetar porque no le queda de otra. Y no porque se vea obligado a respetar a todos los líderes ni mucho menos. Habaek merece el reconocimiento, punto.
Además de ser el líder más viejo, es un guerrero excepcional que siempre está dispuesto a hacer más de lo que le corresponde para mantener las cosas en su lugar. Y, aunque todos los cazadores en su facción lo ponen nervioso, Kai puede apreciar la disciplina en sus filas. Es una característica arraigada a su territorio. Hombres y mujeres que agachan la cabeza con obediencia sin manifestar lo que piensan. Sin decir lo que sienten. Habaek nunca manifiesta la preocupación que debería sentir. Sea lo que sea, no está dispuesto a revelarlo.
Al líder americano le enfurece que tengan secretos con él. De la misma forma en la que odia la actitud de Nala, incluso la de Celeste, que también solía ocultarle cosas.
Paz, lo único que Kai desea es la paz. Los demás líderes de la orden acabarán con su cordura tarde o temprano. Eso nunca fue una novedad, pero todo empeoró con la aparición de Codicia. Se ha convertido en un fantasma que lo persigue cada vez que cierra sus ojos. Escucha la risa de Codicia en su imaginación y eso le produce un gran malestar. No ha dormido en días y, aunque eso no afecta a las criaturas de ninguna manera, Kai desea hacerlo, porque de esa forma podría tener un respiro.
Si tan solo pudiera desconectarse un rato de la realidad…
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—¡Líder, atrapamos a Zig! —anunció un cazador, entrando apresurado a su oficina.
—¿Y cuál es la necesidad de gritarlo a los cuatro vientos? —preguntó Kai, malhumorado.
—Se liberó de los cazadores y está recorriendo las instalaciones como si buscara a alguien.
Esas palabras hicieron que Kai se riera por primera vez en días.
—¿Es una broma, verdad?
—Está haciendo lo mismo que hacía el ancla. Rompe los cuellos de los cazadores con un movimiento de sus dedos y los inhabilita para pelear —El cazador respira agitado—. ¡Te digo que está buscando a alguien!
—¿Tengo encerrado al amorcito de alguien más? —preguntó Kai al recordar el episodio con Johan y su esposa Hannah.
—Líder, las brujas no están aquí ahora. Solo tenemos alquimistas.
—Esto lo arreglo yo, Arnold. ¿Dijiste que se llama Zig? —Kai se pone de pie—. ¿Quién diablos se cree que es? Mis instalaciones no son para hacer turismo.
Kai lo envió al norte después de romperle cada hueso que encontró a su paso. No pudo tomar una peor decisión…
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La líder encargó tantos metros de cable de alta tensión que los cazadores empezaron a preguntarse si tendrían que remodelar el lugar.
Editado: 27.11.2023