Varsovia, 1944
—¡Morthu! —Un cazador europeo gritó el nombre de su líder, rezando para que pudiera escucharlo por encima de los estallidos—. ¡¿Dónde estás?!
—¡Dijo que no volvería hasta poner al titán de rodillas! —gritó en respuesta otro cazador que tenía los brazos sobre su cabeza, intentando protegerse de las bombas que caían del cielo.
El líder corría a través de los escombros, esperando ganarle la carrera a la gran ola de explosiones que venía detrás de él. Sus pies, hechos para la persecución, frenaban sobre terreno empinado. Y sus manos, hechas para la guerra, atravesaban cercos y apartaban las rocas que había en su camino.
Morthu estaba en medio de una guerra entre humanos, y los nazis eran el centro de todo. La ciudad se caía a pedazos, pero él solo tenía un objetivo en mente: el titán. Intentaba olvidarse de los cazadores que dejaba atrás, pero no podía hacerlo. Cuando vio a una cazadora bajo los escombros intentando liberarse, el líder no pudo evitar detenerse para ayudarla. La agarró de la cintura y la presionó para que se pusiera de pie.
—¿Dónde están tus compañeros? —preguntó con prisa, pues salvar a sus cazadores le estaba restando tiempo.
—Intentan escapar…
—¡Como todo el mundo!
Más cazadores se acercaron en la misma postura, con los brazos sobre la cabeza.
—¡Quiero que salgan! —ordenó Morthu.
—¿Y tú? —Una cazadora se acercó alarmada y se aferró a su hombro.
—Yo estaré bien —declaró el líder, viendo la gran nube de pólvora que se acercaba—. Esos malditos están destruyéndolo todo.
—¡Morthu! —Otro de sus cazadores intentó detenerlo.
—¡Largo!
Morthu no quería huir, quería cazar. Corrió para llegar al centro de la masacre, donde sus cazadores no caían por artillería, cortesía de los nazis, sino por la cruel mano de una criatura cuyo nombre se había convertido en sinónimo de miedo.
Visualizó al titán a kilómetros de distancia y se olvidó por completo de las bombas que caían sobre su cabeza. Dejó de serpentear por los innumerables obstáculos y se centró en el enemigo. Pero antes de que pudiera llamarlo a gritos, vio los cuerpos amontonados debajo de él, como si hubieran caído juntos. Y sobre la pila de cadáveres, vio al titán con la cabeza hacia atrás, gritando eufórico.
La muerte era su escenario.
—¡Andrzej!
El titán volteó a verlo despacio. La sonrisa que le dedicó le dio el último empujón que necesitaban sus piernas para impulsarse por encima de los cuerpos de sus cazadores.
Era incontrolable.
Mientras se movía, el líder lo veía todo en cámara lenta. Por eso tuvo tiempo de detenerse cuando una mujer humana se acercó al titán.
—¡Morthu! —gritó la mujer que parecía estar muy mal herida—. ¡Ni se te ocurra hacer estupideces!
Le daba órdenes como si esperase que en realidad las cumpliera. Andrzej dejó de ver al líder y se centró en ella.
—¿No deberías estar muerta?
El titán bajó de su escenario de destrucción, pisando a propósito una cabeza en el proceso. Se dirigía a él. El titán medía un poco más de dos metros, pero lo que realmente imponía en ese hombre de cabello rojizo y ojos demoníacos, no eran las dimensiones de su cuerpo —que ya de por sí eran bastante intimidantes—, sino la extrema crueldad y esa aura a su alrededor que parecía absorberlo todo, igual que un agujero negro.
—¿Quieres un abrazo? —preguntó Andrzej con una sonrisa perversa, extendiendo los brazos y agitando los dedos con diversión.
Morthu rugió como solo un animal podía hacerlo y sus pies se movieron solos, deseando poder arrancarle la cabeza. Cualquiera habría temblado con esa estampa, pero el titán no se veía asustado. En realidad, estaba sonriendo.
Sí, se veía feliz, pero… ¿por qué estaba llorando?
De repente, Morthu escuchó un estallido muy cerca. Uno muy diferente a las bombas que caían del cielo, acompañado del grito de un cazador.
—¡Panzeeer!
Morthu volteó a verlo y el enorme vehículo con ese nombre apuntó su cañón a donde estaban. Lo siguiente que vio fue una luz, seguido de la oscuridad y la sensación de que la vida lo abandonaba.
La guerra entre humanos golpeó también a la orden de sangre… Y el titán se perdió en el proceso.
****************
La visión se desvanece y Kai sacude la cabeza como si alguien le hubiera lanzado agua fría. Es la primera vez en esta vida, que comparto mis recuerdos con alguien más que no sea Lio.
—Eso…
—La sensación de mareo debería pasar pronto —digo para disipar su incomodidad.
—La destrucción de Varsovia… —comienza a explicar cuando se repone— empezó con un alzamiento contra los nazis como parte de algo llamado operación tempestad. Los nazis bombardearon la ciudad sin compasión.
Editado: 27.11.2023