El titán de Varsovia

SIN CONTEMPLACIONES

Después de salir del despacho de Kai con más ira que apellido, Morthu se subió a un avión con destino a Groenlandia. Jamás se ha llevado bien con Nala, eso es obvio para todos. Tal vez, el líder americano decidió hacerse a un lado ante la autoridad de esa mujer, pero Morthu no está dispuesto a hacer lo mismo.

¿Paz?

Kai siempre se lo repite intentando venderle una idea hermosa solo para sus ojos. Morthu sabe que vive engañado y arde de deseo con la idea de demostrárselo. Planea terminar con la estúpida alianza de Kai antes de que se le ocurra perdonar al rey como lo hizo con Yasikov.

«Sobre mi cadáver».

Morthu condena las acciones de Kai mientras maneja hasta las instalaciones. Presiona el volante con tanta rabia que tendría suerte si aguanta todo el camino.

De pronto, una hilera de cazadores de Habaek aparece frente a su auto, obligándolo a frenar de golpe. El líder los estudia un rato, imaginándose todo lo que les hará si no se quitan de su camino. Ahora mismo es un hombre que lucha para reprimir sus instintos homicidas.

—Diez cazadores —dijo en voz alta después de contarlos.

Morthu se bajó del auto con una expresión seria, para luego apoyar el trasero sobre el capó, estudiando a los hombres que bloqueaban su paso con los brazos detrás de la espalda.

—¿De quién viene la orden de impedirme el paso?

Ninguno responde. Todos miran al frente, imperturbables. Morthu ni siquiera puede ver si hacen muecas porque llevan la mitad del rostro cubierto.

—¿No van a responder? —insistió, apretando la mandíbula.

No le gusta mucho la idea de lastimar a los cazadores, pero tampoco está dispuesto a irse con la cola entre las piernas.

—Les doy cinco segundos para quitarse de mi camino —advirtió—. Esa es la única consideración que tendré con ustedes.

Silencio.

Lo que más odia de los cazadores asiáticos es esa actitud pétrea que los caracteriza, como si él no tuviera derecho a dirigirles la palabra y mucho menos recibir una respuesta. Pues bien, esa es la única razón por la que no se sentiría demasiado culpable… Más tarde.

Morthu ataca con rapidez, optando por golpear al cazador que está a su alcance, pero su objetivo dio un salto para esquivar no solo su puño, sino su cuerpo. Cuando Morthu quiso burlarse por ese movimiento tan audaz, fue sorprendido por las cuchillas que apuntan a su cuello. Los cazadores rodearon al líder en un parpadeo, cercando su cabeza con sus katanas.

—Debe regresar a su auto, líder europeo —dijo con engañosa amabilidad.

—¿Debo? —Sonríe de forma peligrosa—. Yo creo que no.

El líder ya no está dispuesto a contenerse y los cazadores van cayendo uno por uno. Con una precisión terrorífica, consigue librarse de los estorbos. Rompe sus cuellos para ganar tiempo, pues las criaturas permanecen inconscientes el tiempo que tardan en sanar las lesiones más complicadas.

 

La pelea terminó más rápido de lo que Nala pudo advertir el desastre…

*************

Kai supervisa el entrenamiento de los novatos, más interesado que nunca en que perfeccionen sus habilidades con la alquimia.

«Incluso los humanos pueden usarla», le había dicho el ancla.

No era un planteamiento desacertado, pero eso abre una brecha aún más grande entre los humanos y las criaturas. Mientras los humanos mueren de cáncer todos los días, las criaturas pueden eliminar las células defectuosas a voluntad, generando nuevas células y acelerando su reproducción. Y ese era solo un ejemplo en una larga lista, porque mientras los humanos no resisten una fiebre a más de cuarenta, una criatura puede elevar la temperatura de su cuerpo solo para crear una reacción química simple en conjunto con otros elementos. A veces solo alteran su temperatura corporal para no desentonar entre los humanos.

Sin consecuencias posteriores. Sin lesiones que lamentar. Así están hechas las criaturas.

Aun así, hay mucho que no sabe. El ancla se lo ha demostrado con los hechizos condicionados. Y es justo eso lo que no abandona su mente. La duda de la conciencia de la naturaleza sobre todo lo que les pasa. ¿Probabilidades? ¿Qué probabilidades hay de que una celda se abra cuando contiene a una criatura terriblemente peligrosa dentro?

Kai no puede concentrarse en el entrenamiento de los novatos, en vez de eso, mastica furioso las galletas de mantequilla que el ancla le obsequió. Los cazadores notan su debate interno debido a las muecas que hace.

—¿Están ricas? —pregunta Arnold.

Al escucharlo, Kai volvió a la realidad.

—Lo están. —Carraspea incómodo—. ¿Quieres una?

Arnold dudó en aceptar su ofrecimiento, pero termina por encogerse de hombros y probar una galleta. Cuando termina de masticar, arruga la nariz.

—No tiene sabor.

—Son suaves y saben bien. ¿No puedes detectarlo?

—Es como el agua para mí, lo único que puedo hacer es masticarlas, Kai.



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En el texto hay: rey, brujas, dramas y magia

Editado: 27.11.2023

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