He tenido muchas oportunidades para ser feliz en esta vida, y los momentos más oscuros de los últimos tres años de persecución han quedado atrás. Ya no puedo sentirme sola, y todo es debido al rey. Aunque no pueda empatizar conmigo como lo hace Yasikov, o comprenderme como lo hacía Bélgica, Lio se esfuerza. Sus intentos por mantener una actitud que él considera normal en mí me inspiran calidez. Es paradójico sentir algo así por un hombre que podría congelar el infierno con una mirada.
Alguien se apiadó de los diabéticos y decidió crear postres especiales para ellos. Lio me ofreció un helado de ese tipo cuando empecé a suspirar mientras le contaba cómo eran mis meriendas cuando trabajaba para Yasikov.
—Quiero uno de chocolate —pido al ver el gran envase de mezcla de helado con el color característico.
—¿No quieres algo diferente? —pregunta Lio cuando lee el menú pegado a la pared con más de diez combinaciones de sabores.
—¿Me dejarías hacer una combinación?
Lio me mira con curiosidad, para luego estudiar todos los colores brillantes en la vidriera.
—Solo un sabor.
Me río suavemente y rodeo su torso con mis brazos desde atrás.
Al salir del local con mi helado en la mano, vislumbro a Kai al otro lado de la calle, caminando como un fantasma enfurecido. Y digo fantasma porque se mueve como guiado por alguien a quién no puedo ver. Cuando se da cuenta de mi presencia, hace lo que usualmente haría el líder: increparme. Reboto su mal humor haciéndole ver que está estorbando el paso, y él retrocede.
Se escucha una explosión sobre Kai, y un enorme cartel en la cima de un edificio se desprende parcialmente de un lado. Las luces de neón en el cartel provocaron el estridente sonido. Kai tiene la capacidad para evitar una desgracia, pero el segundo en el que se da la vuelta para levantar los brazos, lo veo paralizarse y caer hacia atrás.
Lio desaparece de mi lado y salta sobre el capó del auto de Kai. Atrapa el enorme cartel en el aire con los brazos extendidos, como pensaba hacer el líder. Corro hasta él, con las personas corriendo a mi alrededor para evitar los cristales que caen del enorme cartel. Mi objetivo es sacar al líder del camino antes de que algo le caiga encima, pero en el proceso alguien me empuja, y al caer de espalda en el asfalto tengo la oportunidad de ver al niño que balancea sus piernas sobre el techo del edificio.
Es Cero, quien sonríe como si la escena le resultara divertida.
Veinte minutos después, estoy haciendo el trabajo de las cazadoras: borrarla imagen de las acciones de Lio en la mente de las personas. Kai sigue como desconectado de la realidad, y la única razón por la que no estoy hiperventilando por el susto es porque tengo una ligera sospecha sobre la razón de todo esto.
Lio dejó a Kai en el asiento trasero de su auto y yo estoy sentada en el asiento del conductor, justo frente a él. La puerta de su lado está abierta, y el rey de los muertos está en cuclillas, inspeccionando su cráneo en busca de alguna herida que no esté sanando.
—¿Qué le pasa? —le pregunto a Lio, solo para saber su hipótesis.
—No estoy seguro.
Me hace gracia ver cómo levanta uno de los párpados de Kai para encontrarse con un ojo en blanco.
—Creo que hay que llamar a Benge para que se lo lleve a las instalaciones —propongo.
—¿Es por la marca en su frente? —señala un punto sobre las cejas de Kai.
—¿Esa marca fue la razón por la que no lo mataste en el bosque cuando Morthu liberó al espantapájaros?
—Él tiene un propósito —afirma con simpleza.
Cualquier otro en su lugar estaría llenándome de preguntas.
—Ya ha pasado un tiempo desde que el príncipe de los malditos caminó por el mundo.
—¿Conoces al príncipe?
—Tú también lo conoces, gran rey. —Inclino la cabeza para mirar mejor a Kai—. Espero que esta vez no enloquezca.
El líder tuvo un sueño pacifico en el asiento de su auto, mientras su cerebro sufría una sacudida.
**************
Lisa se aburre con facilidad, pero ese no es el motivo por el que siempre parece que está haciendo travesuras. A ella le gusta decir que sus acciones no son malintencionadas, y que si el mundo no estuviera lleno de personas aburridas, seguro tendría un poco más de compresión de su parte.
Claro que esa idea no basta para salvarla de los problemas a los que la llevan sus buenas intenciones. A veces, solo puede esperar que el problema no sea demasiado grande, como ahora. Mikael necesita un baño y a Lisa se le ocurrió una brillante idea. Espera de todo corazón que el castigo de su líder nunca llegue por eso. Y si llega, que no le duela tanto.
Lo que está a punto de hacer es un crimen —según su líder—, y aunque ella no lo ve de la misma manera, sí puede ver que necesita un cómplice.
—¡Janine! —gritó cuando se acercó a ella dando saltitos—. ¿Cómo está la mujer más valiente y sexy de esta facción?
Janine la mira como si fuera un extraterrestre.
—Ahora estoy asustada.
Editado: 27.11.2023