El titán de Varsovia

KARMA, SOY YO DE NUEVO

El balance del universo es perfecto. Tan perfecto, que mientras Cero le da cumplimiento a las condiciones de su hechizo, otro ser en alguna parte le juega en contra. Y ese otro ser es Barnabas, el dios de los recuerdos. Andrzej sabe que el ancla está cerca, pero también sabe que le tomará tiempo llegar hasta él.

—Tiene piernas cortas. Tardará un rato…

Se ríe al recordar la simpleza con la que Barnabas creó a su doppelgänger. Esa mujer está diseñada para pasar desapercibida, pero lo curioso es que sus acciones no se lo permiten. Mientras piensa en el ancla, recuerda también a la mujer con la que peleaba hace un rato.

Porque las mujeres siempre han sido el centro de su infierno…

Andrzej disfrutaba con cada segundo que marcaba el reloj, porque los movimientos de Nala eran como pasos de baile que quería corresponder. Él jamás pensó que lo disfrutaría tanto, pero en ese momento, peleando fuera de su jaula, se sentía más feliz que nunca.

—Tienes una técnica exquisita, líder —la alabó por el mero gusto de verla apretar la mandíbula enojada.

Nala, por otro lado, se negaba a responder a sus provocaciones. Estaba más preocupada por mantenerlo alejado de la salida. La líder corrió hacia él con rapidez e intentó golpearlo, pero él la esquivó. Cuando Andrzej levantó su puño con la intención de golpearla, ella tiró de su agilidad para dar un salto de espaldas. El cuerpo de Nala era más elástico cuando entraba en calor, y más aún cuando estaba desesperada. Su estilo de pelea consistía en pies ligeros que se impulsaban con el impacto que generaba en sus caídas, como si estuvieran hechos de goma. Piernas largas que funcionaban como pinzas y brazos delgados pero fuertes, capaces de estrangular a cualquier criatura.

Andrzej no era como nadie a quien se hubiera enfrentado en un combate cuerpo a cuerpo. Le costaba mucho trabajo someterlo. Una vez más, comprobó que había una razón de peso para depender de los hechizos condicionados.

—¿Qué pasa, hermosa? ¿Estás cansada?

Nala sonrió con frialdad.

—Aún no empiezo.

La líder peleó con todas sus fuerzas, pero no tenía caso. Lo único que consiguió fue arrancarle un brazo y romperle unos cuantos huesos. ¿Eso fue poco? Lo fue, porque la respuesta del titán ante sus pérdidas fueron carcajadas llenas de burla. Se recuperó rápido de sus heridas y se tomó su tiempo para poner el brazo de nuevo en su lugar.

—Has decidido quedarte aquí peleando conmigo. ¿Crees que tu sacrificio servirá para algo?

—¿Si te arranco la lengua dejarás de hablar? —preguntó Nala, intentando usar el mismo tono petulante.

—King tenía el mismo pensamiento insulso. Pensaba que con robarse algunas de mis partes corporales iba a conseguir algo.

—No te permito que lo menciones. —Lo amenazó con los dientes apretados.

—Pero si es gracias a él que estoy aquí. —La líder lo mira confundida—. Celeste necesitaba que yo bajara al laberinto para que el hechizo de King hiciera efecto, y se encargó de traerme hasta aquí. Pero fue ese cazadorcito quien puso un candado en mi jaula. La condición era que mientras él estuviera en el limbo, el candado permanecería cerrado. Por eso te pregunté cómo pensabas subirme a la superficie.

—O sea que no intentabas burlarte de mí solamente —resopló con amargura.

—Te calientas muy rápido, amor. Yo agradezco eso, pero es un gran inconveniente para ustedes.

—Ya cállate…

—A ver, bonita. —Andrzej mira al techo, sonriendo divertido—. Te estoy haciendo un favor. Créeme, ninguno de los dos va a salir de aquí entero.

—¿Estás aceptando que perderás y volverás a ser encerrado?

—No. Yo saldré de aquí de una forma u otra, aunque tenga que hacerlo por partes. Me aburrí del color de las paredes —alegó sarcástico—. Solo digo que a ti tampoco te resultará el sacrificio. Estoy dispuesto a cumplir todas mis promesas, incluso la que le hice a King hace años. ¿Quieres saber qué fue?

Nala lo escuchó sin cambiar su expresión, estaba ocupada formándose una idea.

—Seguro está relacionado con la forma en la que me matarás.

—Qué aguda —respondió cínico.

—El hechizo de Celeste solo sirvió para arrastrarte dentro del laberinto, ¿eso es lo que dices?

—¿Solo? Ni todos los cazadores con su trabajo en equipo hubieran logrado bajarme a aquí. Obviamente necesitaba una ayudita más potente.

—Entiendo. Celeste te empujó dentro del laberinto y King puso el candado en la jaula para que no pudieras escapar. Pero entonces, ¿qué pasó en 1942?

—Codicia… Eso pasó.

Fue entonces que Nala entendió la paranoia que Kai sentía debido a esa criatura. Ella no conoció a Codicia, por eso pensaba que era otro doppelgänger al que habían conseguido anular. Al ver su mutismo, Andrzej explicó:

—La naturaleza de Codicia es muy parecida a la del ancla. No están hechos de la misma forma, pero ambos son unos entrometidos. Él se adueñó del nombre de uno de tus cazadores muertos y te rompió el cuello cuando tuvo la oportunidad. Para cuando despertaste, no recordabas nada porque al saltar a otro cuerpo se borran todas las memorias relacionadas con el nombre que robó. En consecuencia, King abrió los ojos el tiempo suficiente para que Codicia se deshiciera de todos los cazadores que custodiaban mi celda. El cerebro de una criatura es más complicado que el de un humano, por lo que, mientras King recuperaba todas sus funciones mentales, Codicia los mató a todos sin hacer escándalos para ahorrarse la persecución. El resto de la historia ya la conoces. —El titán ladeó la cabeza como si recordara algo—. Por cierto… ¿Dónde está Zig?



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En el texto hay: rey, brujas, dramas y magia

Editado: 27.11.2023

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