El titán de Varsovia

LA TORRE SE CAE A PEDAZOS

12 de Julio, año 2021.

6:30 am.

Cuando vislumbré a lo lejos el primer edificio de piedra, también pude ver a las criaturas que se amontonaban en la entrada. Corrí hasta colocarme en medio de dos grupos de guerreros que se enfrentaban sin fijarse en nadie más. Es un espacio por el que podría pasar sin chocar con ninguno.

 Al ver a mi derecha, noto la presencia de un grupo de niños rodeados por cazadores. A mi izquierda, observo un segundo cordón de guerreros que supongo será el último obstáculo para los rebeldes que queden de pie. Y frente a mí, distingo las puertas al interior del edificio.

«El titán y Nala están allí dentro».

Me dispongo a correr dentro, puesto que el titán es mi prioridad. Pero cuando veo la sangre que salpica mi camisa y escucho los gruñidos de dolor provenientes de la misma dirección, decido que no puedo irme así sin más.

—Veamos…

Respiro hondo sin que nadie se dé cuenta de mi presencia todavía, y hago lo que mejor sé hacer: lanzarme al peligro sin que me importe demasiado. A veces, Barnabas me da cierto porcentaje de su poder; el justo para pelear sin que mi cuerpo quede destrozado. Ese es en realidad… mi único recurso frente a una cantidad tan grande de enemigos.

Levanto los brazos mientras corro en medio de ambos grupos y simulo tirar de una cuerda invisible hacia abajo. En un instante, los cuellos de las criaturas que distingo como rebeldes —debido a la ausencia de las cintas que identifican a los cazadores— se doblan hacia atrás de forma brusca, como si la cuerda de la que he tirado hubiera hecho el trabajo. Eso solo pasa con los rebeldes que tengo más cerca porque fueron los que localicé con la mirada. Gracias a ello, los cazadores tienen una oportunidad.

Mi fuerza humana no se compara con la de ellos, sin embargo, también soy una doppelgänger y esa es ya una ventaja para mí. Ingreso al edificio para buscar a Andrzej, dejando que los cazadores se encarguen de los rebeldes que quedan. Aunque quiera quedarme para ayudarlos, no puedo. El tiempo corre en mi contra en más de un sentido.

Yo tengo el poder, pero no la resistencia.

Lisa arrastra el cuerpo mal herido de Viggo con el brazo de este sobre sus hombros. El cazador decidió meterse en medio para evitar que ese rebelde le rebanara la cabeza. En otras circunstancias lo hubiera castigado por ponerse en peligro de esa manera, pero gracias a su acción el rebelde está fuera de combate y ahora tienen algo de ventaja.

—Eso no es para jugar, hombre —dijo ella sin dejar de ver el riñón en la mano de Viggo—. ¿En qué momento le quitaste eso?

—¿Por qué… mejor no me explicas qué f-fue eso de que no… has tenido sexo? —preguntó medio inconsciente.

—¡Ahora no!

La prioridad es mantenerlo a salvo. Algunas criaturas necesitan más tiempo para sanar. Cuando Lisa llega a la entrada de las instalaciones y ve la pequeña batalla entre cazadores y rebeldes casi se desmaya.

«Está pasando de nuevo».

Se debate entre salir por la puerta principal para unirse a la batalla —con Viggo intentando sanar sus heridas tan rápido como le es posible—, o dar la vuelta y pelear con el rebelde que la espera ansioso por recuperar su riñón, y, de paso, arrancar el suyo.

—¿Qué hago? —le pregunta a Viggo, pero este apenas puede enfocar la mirada.

Lisa echó un rápido vistazo al grupo de rebeldes en la pelea y escaneó sus caras buscando una conocida. ¿Mikael ya había escapado? No le importa, pero pensar en él le da una idea. Lisa corre a las celdas de clase B, donde seguramente sus plantitas ya no estarán. Su idea es meter a Viggo en una de las jaulas para que se recupere, mientras ella se enfrenta al rebelde que viene a por ellos.

—¿A dónde crees que vas? —inquiere Viggo entre bocanadas de aire.

—Al único lugar seguro que tenemos ahora.

Si pudiera ponerlo en alguna de esas celdas condicionadas, le daría más tiempo para recuperarse, con la seguridad de que nadie le pondría las manos encima.

—Es una pésima idea.

—No lo es, ya verás…

Cuando la cazadora llegó al pabellón de clase B, no esperaba encontrarse con semejante imagen. Sus plantitas siguen encerradas.

—¿Por qué están todos aquí?

—Nos hubiera encantado salir a jugar, pero parece que nadie nos tomó en cuenta —se burla Mirto.

—¿Por qué?...

—Fueron m-muy selectivos a la hora de l-liberar a las criaturas —explica Viggo—. Y solo tú tienes las llaves de este lado. Zig… estaba en las mazmorras.

—¿Crees que Zig hizo todo esto?

—Ya s-se escapó de mis esposas una vez.

Un rugido hace eco en las paredes, provocando que Lisa dé un brinquito. Es el rebelde con el que peleaban hace un momento.

—Mierda, ya está listo para pelear otra vez.

—No es justo que yo todavía no sienta mis piernas y él ya pueda moverse —se queja Viggo.

La cazadora pone en práctica su idea y toma las llaves en su cinturón para abrir la única jaula donde se le ocurre que el cazador podrá estar seguro.



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En el texto hay: rey, brujas, dramas y magia

Editado: 27.11.2023

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