El Tormento De Natalia.

Capítulo 1.

Yaiza dormía plácidamente en su habitación, sumida en un profundo sueño no era consciente de que alguien la observaba.

Natalia era ese alguien que la observa.

Suspiró, era obvio que Yaiza no despertaría en un buen rato. Su vida giraba en torno a ella, y no tenía nada que hacer. Cuidar de Yaiza era un trabajo a tiempo completo, nunca se sabe cuándo tendrá una pesadilla y necesitará que alguien corra a calmarla, o cuándo la locura la inunde tanto que comience a hacer desastres a su paso. Definitivamente su trabajo no es fácil, y lo peor de todo es que no le pagan.

Yaiza y ella dependen de lo que la misma madre de Yaiza les envíe cada principios de mes. Natalia no trabaja, es una mantenida por así decirlo, y no le gusta.

Ella dejó todo de lado para ayudar a Yaiza, pensaba que era temporal. Ayudaría a Yaiza hasta que se recuperara, ayudaria a su mejor amiga sin resivir nada a cambio porque la quería.

Resultó que la locura se instaló en Yaiza, y no tiene intenciones de dejarla ir. El humilde ofrecimiento de Natalia de ayudar a su amiga por algunos meses, almenos hasta que mostrara signos de recuperarse de aquel trauma, se convirtió en algo casi permanente.

Y es casi permanente, porque Natalia aún conserva esperanzas de que Yaiza se recupere, y de que ella vuelva a tener vida. Porque cuidarla a ella las veinticuatro horas del día, y estar con ella como un guardaespaldas, no lo es.

Siquiera puede salir, no puede dejar a Yaiza sola. La última vez que se fué, agobiada del encierro, durante cinco escazos minutos a un parque cercano, cuando volvió todo estaba hecho un caos... Y Yaiza en medio llorando.

Le dijo entre sollozos que pensó que se había ido, la abrazó y le pidió que no volviera a hacer eso.

Viendo la situación, analizando que se cortó la mayoria de su cuerpo destrozando las cosas, y que todo estaba tan fuera de lugar que parecia que habia pasado un huracán, descartó la idea de irse.

Antes de que ese suceso pasara, Natalia le habia estado dando vueltas al coco a la posivilidad de llamar a la madre de Yaiza, pedirle verla y comentarle su situación. Natalia ya no quería estar más allí, era horrible estar encerrada las veinticuatro horas del dia, estar pendiente de una persona también las veinticuatro horas del dia, hacerse cargo de ella como si fuera un bebé cuando no lo era. Le pediría que buscase a alguien más que esté dispuesto a ese suplicio, porque ella se iría.

Pero si tan solo por irse durante cinco minutos habia hecho un caos como el que hizo, no se imaginaba para nada qué era capaz de hacer Yaiza si se iba para no volver.

Yaiza comenzó a estirarse de manera exagerada, lo cual sacó de su ensoñación a Natalia. Se revolvió el pelo bajo su atenta mirada y luego se percató de su precencia.

─ ¡Natalia..! ¡Quiero ver a mi bebé! ─ Oh no. No otra vez.

Cada vez que ella preguntaba por su bebé, se veía en la obligación de decirle la verdad. Y eso causaba consecuencias catastróficas.

─ Yaiza.. ─ comenzó con un largo y pesado suspiro. ─ Vos no tenes un bebé.

La expresión en el rostro de Yaiza de oscureció, y Natalia mentalmente se preparó para su ravieta matutina.

Cómo odiaba su rutina.

 



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En el texto hay: locura, rencor, muerte

Editado: 14.03.2020

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