Yaiza jamás volvió a ser la persona que fue alguna vez, pero mejoró. Hicieron falta dos años, pero mejoró. Ya no se levantaba cada día preguntando por un bebé que nunca conoció.
Natalia ya no está atada a ella todo el tiempo, Yaiza es más estable ahora. Lo único que hacía falta era llevarla al cementerio, chocarla de repente con la realidad. Sigue tomando medicamentos inútiles, y sigue necesitando ayuda y atención constante, pero almenos Natalia ya no quiere matarla, literalmente.
Al final, resultó que Yaiza sólo necesitaba ver la tumba de su bebé muerto.