capitulo 22 una muerte un engañó

Loki no se detuvo. Recurrió nuevamente a sus cadenas mágicas, pero esta vez canalizó un poder mucho mayor. Múltiples cadenas comenzaron a extenderse, presionando a todos los espectros de Hades e incluso al mismo dios oscuro. Con un solo gesto de su mano, Loki apretó las cadenas con fuerza, logrando destruir a muchos espectros y tensando a Hades hasta el límite.

La armadura de sombras de Hades comenzó a agrietarse. Hades intentaba romper las cadenas, pero el poder que Loki había puesto en ellas era demasiado fuerte, impidiéndole liberarse. Aprovechando esa ventaja, Loki convocó nuevas dagas mágicas y lanzó una lluvia de ataques contra su enemigo.

La coraza de sombras de Hades, ya fracturada, comenzó a desmoronarse con el impacto de las dagas. Aun así, Hades logró convocar nuevamente sus manos espectrales gigantes, colocándolas frente a sí como un muro, para bloquear la ofensiva de Loki.

Al ver que su ataque no podía penetrar esa defensa, Loki reunió aún más energía. Esta vez comenzó a crear un nuevo dragón, distinto al anterior. Estaba formado no solo de dagas, sino también de cadenas mágicas. La criatura que emergía era mucho más poderosa que la que había mostrado antes.

Mientras tanto, Hades también concentraba toda su fuerza. De su pecho surgió un orbe oscuro, del cual comenzó a materializarse una gigantesca espada gélida. La hoja, impregnada de sombras, empezaba a congelar poco a poco las cadenas que lo apresaban. La espada crecía más y más, tornándose de un azul oscuro brillante. A cada expansión, las cadenas de Loki quedaban más congeladas y frágiles.

Ambos se preparaban para un ataque definitivo. Finalmente, con un poderoso grito, Hades rompió por completo sus ataduras. Su oscuridad se expandió, tomando la forma de un avatar gigantesco de sombras. En el centro de ese avatar se erguía un coloso que sostenía la gran espada oscura, alzándola por todo el estadio.

Loki, por su parte, terminó de dar forma a su creación: un dragón colosal hecho de espadas y cadenas. Subió a su lomo, y la criatura rugió con una fuerza tan intensa que todo el coliseo tembló. Loki, montado sobre su bestia, lanzó una presión mágica abrumadora contra Hades, quien respondió del mismo modo con su gigante de sombras.

El dragón y el gigante rugían al unísono, intentando imponerse uno sobre el otro. Ambos combatientes se miraban fijamente, sin apartar la vista, conscientes de que el próximo choque sería definitivo.

La tensión era insoportable; incluso los espectadores sentían en el aire una presión que los hacía contener el aliento, incapaces de apartar los ojos del combate.

Entonces, el dragón de Loki abrió sus fauces y, con un rugido atronador, comenzó a expulsar

dagas mágicas contra el gigante, mientras que la colosal figura de Hades blandía su gran espada oscura para desviar los ataques. Loki intentaba sujetar los pies del gigante con las cadenas de su dragón para evitar que se moviese, mientras Hades contraatacaba usando manos de sombras que buscaban atrapar el cuerpo del dragón de Loki.

Ambos combatientes atacaban y se defendían al mismo tiempo, sin dejar ni un solo punto de debilidad.

Rápidamente, Hades comenzó a canalizar su fuerza en la espada, tornándola nuevamente de un azul oscuro. Al sentir aquel poder, Loki hizo lo mismo con su dragón. El coloso exhaló un torrente de dagas mágicas, mientras que Hades contraatacó con un poderoso corte de su espada gélida.

El impacto de ambos ataques colisionó con una fuerza devastadora, pero esta vez el poder de Hades fue mayor. Las dagas de Loki empezaron a congelarse una tras otra, hasta ser anuladas por completo.

Al ver que estaba perdiendo, Loki desapareció de la cima de su dragón y apareció en el suelo, esquivando el golpe de Hades, pero dejando a su bestia desprotegida. Hades aprovechó el momento y, con toda su fuerza, congeló al dragón de dagas y cadenas, destruyéndolo en mil pedazos.

Loki cayó de rodillas, exhausto, pareciendo completamente derrotado ante la superioridad de Hades.

—Está bien… eres más fuerte que yo, lo acepto. Me rindo… —dijo Loki, jadeando.

Pero Hades no se dejó llevar por esas palabras. Con su espada aún en mano, comenzó a blandirla contra Loki. De pronto, una sonrisa se dibujó en el rostro del dios de las mentiras.

Del cielo descendió una gran espada luminosa, que atravesó al gigante oscuro por la mitad. Las palabras de rendición de Loki habían engañado a Hades, bajando su defensa justo lo suficiente para este ataque sorpresa.

Del coloso caído emergió Hades, gravemente herido y sin un brazo, mientras Loki lo observaba con burla cínica.

—Bueno… aunque me rinda, con la nueva regla que pusieron no importaría. Uno de los dos debe morir, y ese no seré yo. —Loki jugaba con su daga, mientras se acercaba lentamente—. Así es como cae el último de los tres grandes hermanos del Olimpo… ¡jajajaja!

Con una mirada cargada de furia, Hades lo observaba mientras Loki lo atacaba. El dios nórdico alzó su daga y la clavó en el abdomen de Hades. Acto seguido, lanzó dagas hacia su mano y piernas, inmovilizándolo hasta hacerlo caer al suelo, derrotado.

Loki, confiado, caminó lentamente hacia Hades, riendo abiertamente hasta quedar frente a él, apuntando su daga a la garganta del señor del inframundo.

—Eso es todo, Hades. Hasta aquí llegaste.

Pero en ese instante, una sonrisa se dibujó en el rostro de Hades. Al igual que había sucedido antes con Loki, la sorpresa fue total: de repente, el brazo de Loki fue arrancado, seguido de sus dos piernas.

El dios de las mentiras gritaba de dolor, incapaz de comprender lo que sucedía.

—¡¿Qué es esto?! ¡¿Qué está pasando?! —vociferaba Loki, aterrado.

Por fin, Hades habló con voz sombría:

—Yo también soy bueno engañando. No eres el único.

Mientras la sangre brotaba, una gran sonrisa se dibujó en el rostro de Hades.

—Confiaste, Loki… y por eso caíste. Tu arrogancia fue tu perdición.