Hades no perdió tiempo. Escaló el gigantesco árbol y saltó desde lo alto, lanzándose hacia Baba Yaga para atacarla directamente. La bruja, anticipando su embestida, lanzó un frasco con una de sus pócimas. Este estalló en el aire, liberando una densa nube tóxica.
Rápidamente, Hades formó un escudo de sombras que lo cubrió por completo, evitando el ataque venenoso. El árbol colosal, en un último esfuerzo, destruyó las manos espectrales. Luego, con sus grandes brazos, atrapó a Hades y lo sostuvo en lo alto, inmovilizándolo.
Baba Yaga vio la oportunidad y desató su ataque: la gran bola de fuego descendió directamente sobre él, arrasándolo todo a su paso. La explosión fue devastadora, reduciendo al árbol colosal a cenizas.
De entre los restos emergió Hades, con graves quemaduras en su cuerpo. Baba Yaga intentó conjurar otro hechizo para acabarlo, pero la fatiga de tantos conjuros ya se hacía evidente: sus fuerzas disminuían, y apenas podía mantenerse en el aire con un aspecto cansado.
Hades, jadeando, comenzó a canalizar aún más oscuridad a su alrededor. Se encerró en un capullo de sombras y, de él, emergió transformado: una armadura oscura cubría su cuerpo, mientras su cabello se había vuelto blanco y descendía hasta sus pies. Sus heridas seguían allí, pero su presencia era mucho más temible.
De un salto alcanzó a Baba Yaga y, potenciado por su nueva forma, blandió su guadaña en un ataque devastador. El golpe alcanzó a la bruja, lanzándola con violencia hacia el suelo.
rapidamente, Hades transformó su guadaña en una espada. Pero esta vez era distinta: ya no era negra, sino blanca como su cabello, concentrando en ella una energía gélida descomunal. Con un solo movimiento, desplegó un corte de hielo que descendió hacia Baba Yaga.
La bruja, a pesar de su cansancio, reaccionó a tiempo, invocando un muro de piedra que se alzó ante ella. El ataque impactó contra la defensa, congelando por completo toda el área.
Hades no se detuvo. Saltó nuevamente hacia Baba Yaga con su espada lista para atacar. Pero justo en ese instante, desde el suelo, emergió un gran dragón de madera que lo atrapó con sus fauces y lo elevó hacia el cielo.
Baba Yaga, reuniendo su fuerzas, extendió sus manos y conjuró una flama roja que rápidamente se tornó azul, aún más intensa. La lanzó directamente hacia Hades, generando una explosión colosal en los cielos.
El impacto fue tal que el señor del Inframundo cayó en picada hacia el suelo, severamente herido.
Mientras tanto, Baba Yaga también mostraba heridas, aunque no tan graves como las de Hades. Sin embargo, su fuerza mágica ya se estaba desvaneciendo; su cuerpo empezaba a resentirse por el peso de todos los hechizos utilizados.
Hades, tambaleante, logró ponerse de pie, intentando recomponerse, mientras la bruja lo observaba desde la distancia, agotada.
—Impresionante, bruja… me llevaste hasta el límite en estos pocos intercambios —dijo Hades con voz herida.
—Tú tampoco lo haces nada mal… Después de lanzarte lo mejor que tenía, aún sigues de pie… es impresionante. Si fuera más joven… —respondió Baba Yaga, respirando con dificultad.
—Tal vez podría haber seguido un poco más… —dijo Baba Yaga, exhausta—. Bueno, este va a ser mi último ataque. Este viejo cuerpo ya no aguantará más. Si es que lo resistes, será tu victoria.
—Ya veo… así que decidiremos esto con un último ataque. Está bien, da lo mejor que tengas, bruja. Yo haré lo mismo —respondió Hades con firmeza.
La bruja Baba Yaga empezó a canalizar toda la fuerza que le quedaba. Conjuró una flama roja con sus dos manos, que rápidamente se tornó azul. Pero no se detuvo ahí: la transformó nuevamente en un color violeta, tan intenso que incluso empezaba a quemar sus propias manos por la magnitud de su fuego.
Mientras tanto, Hades alzó su espada gélida con ambas manos, levantándola hacia el cielo. Comenzó a canalizar todo el poder que le quedaba, al punto de empezar a congelarse a sí mismo.
—¿Estás lista, bruja? —preguntó Hades.
—Sí, estoy lista —respondió ella con una voz firme, pese a su cansancio—. Antes de acabar esto, dime, ¿cómo se llama esa técnica?
—Se llama Cielo Blanco. ¿Y la tuya, bruja?
—Flama Primordial.
Después de revelar el nombre de sus técnicas, ambos atacaron al mismo tiempo. La flama violeta primordial de Baba Yaga chocó con furia, mientras que hades blandió su espada generando un corte cubriendo el Cielo Blanco Fuego contra hielo.
El impacto fue inmenso, más fuerte de lo que cualquier espectador hubiera imaginado. El árbitro, levantó rápidamente una barrera para evitar que los daños colaterales alcanzaran a la multitud, pero aun así, todo el campo temblaba por el devastador poder.
El destello generado por el choque era cegador, impidiendo ver lo que sucedía en el interior de la colisión. El rugido del hielo y el fuego se mezclaban en una sinfonía aterradora, estremeciendo los cimientos del estadio.
Poco a poco, la intensidad comenzó a disminuir. Cuando la luz se disipó, el resultado quedó al descubierto.
—Parece que tenemos un ganador… —anunció el árbitro.
En el centro del campo, Hades aparecía severamente quemado, su cuerpo lleno de cicatrices y heridas. Frente a él, Baba Yaga yacía completamente congelada, inmóvil, su figura atrapada en un bloque de hielo.
Toda la mitad del campo se había convertido en un desierto helado. La gran bruja había caído ante Hades.
Editado: 19.09.2025