La multitud estaba indignada por el resultado, ya que hasta el último momento Drácula no tuvo ningún respeto por el Rey Mono, incluso burlándose y arrancando su cabeza, faltando completamente al respeto como guerrero. Pero no podían hacer nada más que observar con odio y decepción.
Después de esta gran pelea, respetaban su fuerza, pero no aceptaban sus actos desvergonzados.
—Bien, ahora que ha acabado esta fase del torneo, vamos con la siguiente… —anunció el referí.
Un gran silencio se formó tras esas palabras. Todos prestaban atención a las palabras del árbitro con sumo cuidado, ya que no sabían cómo sería la siguiente fase. Hasta ahora, las peleas eran de dos contrincantes, pero en esta ocasión había tres ganadores, y la lógica dejaba a uno sin rival.
Algunos especulaban que tal vez había otro participante oculto. Otros pensaban que alguno de los que habían sobrevivido volvería a competir.
Ese silencio llegó a su fin. Los murmullos se apagaron por completo cuando el árbitro continuó:
—Para la siguiente fase, ya que hay tres finalistas, todo se decidirá en un combate de tres. El participante Unicornio, el participante Hades y el participante Drácula se enfrentarán al mismo tiempo, y de esta batalla saldrá un solo ganador. Los otros dos participantes perecerán. Así se realizará el siguiente combate.
Todas las criaturas quedaron impactadas. Una pelea de tres no era algo que tenían en mente. Se preguntaban cómo sería un combate así, si con dos ya resultaba increíble y emocionante. ¿Uno de tres lo superaría con creces… o sería un desastre?
—Bien, dicho eso, el combate se realizará nuevamente en siete días. Hasta entonces, habrá un breve descanso… —concluyó el referí.
Con esas palabras, desapareció del estadio. Así, el tiempo para la pelea más grande hasta ahora comenzaba a correr.
El mundo oculto estaba enloquecido. Todos apostaban por su favorito. Algunos incluso decían que esta pelea era más interesante de lo que aparentaba, ya que cada participante representaba un rol distinto:
Al Unicornio lo tachaban de “el bueno”.
A Drácula lo veían como “el malvado”.
Y a Hades lo consideraban “el neutro”.
Era una pelea en la que los intereses de cada uno se reflejaban en su esencia.
La mayoría apostaba por el Unicornio, ya que lo consideraban un ser noble y bueno, esperando que, con él al mando, su destino fuese el mejor.
Le seguía Hades, visto como alguien justo, ni bueno ni malo, alguien con quien podrían estar bien.
Por último, solo unos pocos apoyaban a Drácula. Lo veían como un ser malvado y, si él se alzaba como un dios verdadero, nadie sabía qué destino les esperaría. Incluso algunos especulaban que con ese gran poder podría conducir a una guerra entre el mundo de la oscuridad y el mundo humano. Nadie sabía qué sería capaz de hacer Drácula con semejante poder… y eso les asustaba.
Así pasó el tiempo.
El referí observaba desde lo alto del cielo a los tres competidores:
Al Unicornio, ahora con su color negro, en la cima de una montaña, luciendo poderoso y noble aun sin su energía de luz.
Luego miró a Hades, sentado en su trono del inframundo, con una expresión pensativa y tranquila, sin dejarse afectar por la próxima pelea.
Y, por último, a Drácula, que al igual que Hades estaba sentado en su propio trono, con una copa de sangre en la mano, esperando ansiosamente la llegada de la batalla con una sonrisa.
El árbitro los observaba, aguardando a que el tiempo se agotara y la pelea comenzara. Lo mismo hacían todas las criaturas. El reloj seguía corriendo; solo quedaba esperar.
Hasta que, al fin, el día llegó.
Las puertas del coliseo se abrieron nuevamente y la voz que retumbaba por cada rincón se alzó:
—¡Es hora! La batalla debe comenzar.
Todos, apresurados, empezaron a reunirse. Ninguna criatura de la oscuridad podía perdérselo.
Al llenarse por completo el gran coliseo, el referí apareció de nuevo:
—Bien… la batalla está a punto de comenzar.
Editado: 02.10.2025