—En esta clase tenemos a los niños más listos de la ciudad. Esto es motivo de orgullo y satisfacción tanto para mí como para el resto del profesorado. De hecho, señor director, para que usted mismo lo vea he preparado un pequeño dilema. Será testigo de primera mano del ingenio que poseen estas pequeñas cabezas pensantes. A buen seguro resolverán el problema en lo que canta un gallo.
Dentro de quince días tenemos el concurso regional de jóvenes talentos. El colegio vencedor obtendrá nada más y nada menos que tres mil euros para material escolar. ¡Imagíneselo! Tres mil euros…
—A ver niños, saludad a nuestro apreciado director, don Séneca.
—¡Buenos días don Séneca! —Dicen todos como siendo una única voz.
—Buenos días chavales —responde éste sin inmutar la seriedad de su rostro.
La maestra, de nombre Julieta, retoma el hilo…
—Bien chicos, sin más preámbulos os voy a exponer la disyuntiva y espero, de hecho sé que así será, seáis capaces de aportar ideas creativas para solucionar dicha contrariedad. No me dejaréis quedar mal ante nuestro estimado director—. Éste se limita a arquear una ceja…
—Comenzado que es gerundio. Un tren lleno de pasajeros realiza su recorrido diario entre dos ciudades cualesquiera. A las pocas horas de haber salido de la estación se encuentra con una gran roca cortándole el paso. La mole pétrea ha rodado hasta la vía tras desprenderse de la colina que transcurre paralela a la susodicha. Gracias a Dios el tren logra detenerse a tiempo. Y aquí viene la cuestión mis niños y niñas ¿cómo zanjaríais este inoportuno inconveniente?...
Tras quitarse un moco de la nariz, Carlitos, despierto y vivaracho como pocos pasa a ser el primero en dar respuesta a tan peliaguda cuestión.
—Doña Julieta, yo como primera medida contrataría a los mejores ingenieros y a los mejores obreros para levantar un puente voladizo sobre la roca. Por supuesto sería de hormigón y gruesos cables de acero para sustentar la carga. De esta forma el tren podría seguir su recorrido sin más dilaciones.
—Vaya, pues no está nada mal pensado Carlitos, excelente—. Respondió doña Julieta dejando caer su típica sonrisa de agrado.
—Profesora aquí… —Levanta la mano Irenita, niña menuda de interminables trenzas rubias, lazo azul en cada coleta y vestido rosa palo—. Yo mandaría contratar las mejores máquinas excavadoras y a los mejores operarios para abrir un túnel por debajo de la roca. Por supuesto el interior quedaría reforzado mediante el uso de fibrocemento y cilindros de hormigón. Una tuneladora realizaría la parte más pesada del proceso y una vez concluida las obras los pasajeros proseguirían viaje sin riesgos…
—¡Extraordinario! ¡Excelente! Muy bien Irenita. Tu aporte es rico y acertado, tal y como este gran inconveniente exigiría de darse mañana mismo. No esperaba menos de ti, mi linda niña de trenzas doradas.
—Doña Julieta, doña Julieta —pide paso Pablito, un chico por lo regular tímido que gusta de llevar pantalones cortos y pajarita negra—. Yo usaría explosivos de forma controlada. Vera, en primer lugar contactaría con las autoridades policiales para crear un perímetro de seguridad de por lo menos cincuenta metros. Después hablaría con el oficial al cargo de los ingenieros del ejército. Con su conocimiento y la ayuda de sus hombres harían saltar en mil pedazos la roca y fin del problema…
—¡Ala! Pablito. Lo estoy visualizando dentro de mi cabeza y suena caótica tu propuesta además de ruidosa e incluso peligrosa. Pero no es menos cierto mi querido Pablito que evidentemente sería otra solución al dilema y además definitiva. Muy bien pensado. Puedes volver a sentarte.
—¡Profe! —Llama la atención de su maestra un chico de nombre Manolito, sentado en primera fila no pasa desapercibido. Delgadito, con gafas gruesas y pelo vasto con las puntas recortadas. Si se pone nervioso suele tartamudear.
—Yo ten… ten… tengo otro punto de vista sobre el por… por… pormenor que aquí se está tratando. Verá doña Julieta; en lugar de levantar un pu… pu… puente como ha sugerido Car… Car… Carlitos o excavar un túnel como ha dicho Irenita yo prolon… prolon… prolongaría la vía de tal forma que ro… ro… rodease la roca. Incluso podrían constru… constru… construirse dos: una por la dere… dere… derecha y otra por la izqui… izqui… izquierda. Así el tren podría ir por un lado a la ida y por el otro a la vuelta…
—¡Excelente Manolito! Me parece una idea deslumbrante y muy original. Estás en todo. No esperaba menos de ti.
Momento tenso, como analizando la clase en silencio. La profesora y el director se miran fugazmente antes de clavar a la vez los ojos en la última fila. Entonces doña Julieta arranca por bulerías…
—A ver Jaimito, estás muy callado allá atrás. Parece que este tema no va contigo ¿o te resulta más atractivo contar musarañas? Aprende de tus compañeros, mira que inventiva poseen para solventar hipotéticas situaciones que podrían darse cualquier día. Contéstame ¿qué harías tú para zanjar el dilema del tren y la roca?
—¿Yo, doña Julieta? Coger el autobús…