El Trono de Huesos

Décimo Cuarto hechizo: Revelaciones

Desde su sótano, Radimir continuaba conjurando un hechizo tras otro, cansado, devastado y agobiado por todo el poder que estaba dejando ir de su ser.

Tenía a su alrededor muchísimos artefactos que había construido en aquellos días, armados para estar listo en la hora más difícil que se aproximaba, marcado en el mapa que esto sería en menos de tres días, por lo que el mago debía apresurarse.

Después de poner todo su esfuerzo en un último hechizo, y transmitir cada gota de su mana dentro de él, el mago cayó al suelo, más delgado de lo normal, con grandes ojeras y debilitado a extremos mortales. De su bolsillo, tomó una poción de mana y la bebió a duras penas, vomitada la mitad, pero revitalizándolo levemente, lo suficiente para poder ponerse de pie.

—Lo logre… —declaró el mago al observar su obra, terminada la labor por el momento, listo para ir a descansar unos momentos a su habitación.

Al subir al primer piso y cerrar la puerta, Radimir escuchó pasos cerca, acompañados de la voz de Dolores, quien se despedía de Tomás y Erick, pues era ya tiempo de irse. El hombre pasó todo el día hasta largas horas de la tarde encerrado en el sótano, trabajando. Había valido la pena.

—¡Maestro! Sarutobi me dijo que se hallaba ocupado, por eso no le molesté. Practiqué con los demás durante su ausencia a como lo ha ordenado. Espero haya sido suficiente —explicó la aprendiz, misma que no notó la mala apariencia del hombre al éste haber usado un hechizo de broma para ocultarla.

—¡Muy bien! ¿Qué te parece si nos sentamos a hablar un poco, Doly? —La cuestión dejó a la chica un tanto extrañada, mas aceptó la oferta, reposada en un sillón que estaba en la sala de estudio, puesto Radimir en su clásico sofá rojo, a donde llegó una copa de vino con la botella flotando, recibidas por el mago, servido alcohol para ser bebido por éste.

—¿Se encuentra bien, maestro? —Mortificada, la chica notó la debilidad en el adulto, mas aquel le sonrió tranquilo, cosa que no alivió los pensamientos de su aprendiz.

—Estoy algo cansado, pero estaré bien una vez que descanse.

—¡Oh! Debería irm…

—¡Doly! —tajó Radimir al ver que su alumna estaba a punto de ponerse de pie, detenida por ello—. Toma asiento, por favor. No quiero que te vayas. De hecho, te voy a pedir que te quedes aquí conmigo. Tenemos mucho de qué hablar —destacó el mago, sorprendida la alumna ante eso.

—Está bien. Claro que me quedaré, maestro —cercioró sin respingar.

—Perfecto. —Sorbió vino luego de eso, cuya mirada se clavó en el atardecer. —Naerke es un mundo muy bello. Está mayormente limpio, la mayoría de las especies de animales continúan sin ser amenazadas por el ser humano, el progreso está a la vuelta de la esquina y la gente, lejos de ser cerrada, da bienvenida a los nuevos pensamientos. Lo has demostrado tú, al igual que Zondra, Jessenya y…

—Thana —terminó la joven, un tanto atemorizada por ello.

—Sí, Thana. Claro que, para conseguir su objetivo, ha tenido que construir y posarse, literalmente, sobre un trono de huesos. ¿Por qué crees que lo haya hecho así? —La cuestión parecía complicada, mas Dolores era ágil de mente. Su inteligencia, junto a su arcana, eran dignas de un mago excelso.

—El trono de huesos es una representación de las fuerzas que han caído bajo su mano. Es un símbolo de terror y una advertencia a quien quiera desafiarla. Cumple un objetivo de control, subyugación y ego.

—¡Wow! Me vas a hacer llorar si sigues respondiendo de esa manera tan vivaz y elocuente —resaltó feliz el mago, conseguido el rubor de las mejillas de la adolescente.

—Bueno, nos han enseñado en la escuela sobre dictadores y un poco de psicología como optativa. Además, aquí estudiamos algo de historia también, cosa que me ha hecho comprender un poco más este tipo de cosas. Me ha abierto mucho el panorama —confesó la chica, alegre.

—Es cierto. El trono de huesos es, sin lugar a dudas, un objeto que hace todo lo antes mencionado. Las brujas, en la antigüedad, utilizaban estos elementos para crear maldiciones poderosas, al igual que oscuros encantamientos. Formaban artefactos hechos de huesos para no tener que emplear grandes cantidades de mana cada vez que necesitaran de hacer algo especifico, y el trono me parece que tiene una fuerte maldición que obliga a los hombres a seguirla ciegamente. Por ello, un ejército entero cuenta como lo que hizo Zondra. Esa mujer va a traer su armada para acá y está lista para deshacerse de todo lo que halle a su paso en favor de joderme y que use mi magia para defenderlos. A la hora del duelo, sólo deberá tronar los dedos y me asesinará si eso sucede. —Lo descrito dejó a Dolores sin voz, cuyo corazón parecía latir más rápido de lo común.

—Yo… ¿Qué haremos?

—Tengo un plan, no te preocupes por eso —mencionó el mago, lo que tranquilizó un poco a la chica—. No sé si saldrá bien, pero, de no hacerlo, deberé ser más drástico. Lo que sí, es que me tendré que manchar las manos de sangre una vez más. Para ganar, debo volverme un homicida. —El silencio gobernó la habitación. Era obvio que ninguno de los presentes deseaba aquello, mas la chica entendía que era necesario para evitar que Thana ganara, pues la victoria en sus manos podría significar algo mucho peor que el escenario descrito por su maestro.

—Lo siento mucho. No debería ser así.

—En teoría, te equivocas —comentó el mago—. Este mundo es un juguete para la Diosa de fuego, al igual que nosotros sus títeres. Nos arrojó a cinco enormes salamandras a un pacifico hormiguero a pelear, sin importar las consecuencias que pasen las hormigas o la vida y sueños de los reptiles. Desde un inicio, esto ha sido un espectáculo cruel para seres divinos. Al menos para ella, porque no sabemos si hay alguien más viendo. Supongo que sí.

—¿Cree que Thana pueda entrar en acuerdo y detenerse para no satisfacer los deseos de la Diosa?




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