Me he quedado dormida durante el viaje, y cuando abro los ojos, tras la ventanilla del avión, veo las típicas luces de un aeropuerto. No es que haya viajado mucho; la verdad es que es mi primer viaje internacional, pero la imagen me resulta abrumadora. El aeropuerto de Narita se ve inmenso bajo mis pies y siento un remolino en el estómago. Siempre me he puesto un poco nerviosa en los viajes, pero ahora estoy en las antípodas de mi mundo conocido. Creo que Japón es lo más lejano a mi zona de confort, pero aquí estoy, y voy a quedarme durante cuatro meses.
Mi profesor de “Taller de Proyectos Audiovisuales” me apuntó a un programa especial que tenía mi Universidad con la de Arte y Diseño de Tokio. Parece que le gusta mi trabajo y en lugar de hacer las prácticas en España, me aconsejó irme a Japón. Al principio le dije que no, pero luego fui yo la que insistí en irme con el grupo, pues necesitaba irme; necesitaba tomar aire para digerir todo lo que había pasado… Siempre he sabido que algún día tendría que hacer este viaje, pues Japón es para el mundo del comic, como Hollywood es para el mundo del cine, pero quizá estaba preparada para hacerlo más adelante, no ahora, con veinte años y terminando el primer cuatrimestre del tercer curso de Diseño Audiovisual e Ilustración en la Escuela Universitaria de Diseño, Innovación y Tecnología de Oviedo, España. Los acontecimientos me han impulsado a avanzar mi planning de vida…
Arturo, el guía que nos acompaña, nos indica con un movimiento de cabeza que ya hemos llegado; que debemos salir del avión de forma ordenada y sin separarnos. Somos un grupo de quince, entre chicos y chicas de diferentes Universidades, tanto de Europa como de Latinoamérica. He dedicado mucho esfuerzo a estudiar y siempre he pospuesto mi vida social; he pensado que ya llegaría el momento de ir de fiesta; salir; emborracharme y echarme novio, cosa que nunca he tenido. Tampoco he sido de tener muchas amigas; he sido más bien una persona solitaria. Ana era la única persona a la que contaba mis cosas, aunque parece que ella no…
-¡Vamos Violeta! –me dice Celia, la chica que se ha sentado junto a mí en este viaje.
Sí, me llamo Violeta. No tengo ni idea del porqué mis padres me pusieron ese nombre, y aunque alguna vez lo he odiado y he querido cambiarlo, no lo he hecho. La razón es que me lo puso mi madre, y como murió cuando yo tenía siete años… pues si me lo cambio siento que la estoy traicionando, pero si lo conservo, es como si mantuviese aún alguna conexión con ella. Me encantan los libros y los cómics de manga japoneses, pero no soy una otaku a la que le cuesta distinguir entre la realidad y la ficción… Al menos de momento. Me gustan porque son muy expresivos, y para una “artista” como yo, pues eso impresiona.
Sigo a Celia y al resto de mis compañeros de experiencia por aquellas estrecheces. Nunca me han gustado mucho los aviones ni las grandes cantidades de gente, aunque resulte paradójico decirlo en un país de más de ciento veinticinco millones de habitantes, que se reparten trescientos setenta y ocho mil kilómetros cuadrados, es decir 340 hab/km₂. Cogemos el Narita Express por 3.020 ¥, unos 26€, y en menos de ochenta minutos llegamos a la estación de Tokio, sesenta kilómetros más tarde, y de ésta, a la estación de Uguisudani. Nuestro destino es una residencia de estudiantes cerca del campus de Geidai, la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio, en el barrio de Taito. Las mujeres y los hombres debemos separarnos aquí, pues las residencias en este país son sólo para uno de los géneros.
El programa consiste en clases de japonés; clases de diseño audiovisual e ilustración; tres meses de prácticas en una empresa del sector, y convivencia entre estudiantes japoneses e internacionales. Además nos han asignado un guía para el primer y último día de nuestra estancia. Las chicas con las que voy a convivir estas próximas semanas están igual de nerviosas y alegres que yo. Creo que voy a exprimir esta experiencia como nunca he hecho antes. Nos asignan una habitación y Celia y yo decidimos compartirla. Estamos cansadas del viaje, así que colocamos la ropa; nos damos una ducha; comemos alguna cosa que hemos comprado en el aeropuerto y nos acostamos. Mañana empieza todo.
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¡Hola! He intentado poner fotos con las características de los personajes pero no encuentro la manera de hacerlo, así que cada una se los imagine como más les guste.
Espero que les guste la historia. Pueden decirmelo en sus comentarios o estrellitas.
Gracias!
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Editado: 31.05.2022