El tutor de japonés

Capítulo 12

Por fin es viernes. Primera semana acabada, a escasas horas, y después primera fiesta de universidad en toda mi vida. ¿Qué podría salir mal? ¿Un novio celoso de pega? No, no creo… Mientras él se alista en el baño, yo preparo mi bolsa, y entre los libros, meto uno de los dos vestidos que compré antes de partir de España, uno plateado, muy corto, de tirantes y brillos, y unos zapatos negros de tacón de aguja. Lo camuflo como puedo y me visto con mi uniforme escolar.

Las clases suceden con normalidad, una tras otra sin mayor problema. Después de la hora del almuerzo, pues no quiero tener que enfrentarme a él en el comedor, le mando un mensaje a Takeshi.

-No me esperes después de las clases. Van a hacernos una presentación a todos los de intercambio y van a asignarnos las prácticas de empresa. No sé a qué hora terminaremos, así que no estés pendiente de mí porque después iré con mis compañeros a dar una vuelta por la zona comercial; comprar cosas y cenar. Volveré con ellos a la residencia para dormir.

No pasa ni un minuto cuando recibo su respuesta.

-¿Por qué no puedes venir a dormir a casa?

A veces me cuesta recordar que lo nuestro es sólo un trato, porque su pregunta denota cierta descortesía por mi parte, ¿no? Es como si de verdad fuese su novia y le estuviese dejando sólo en casa.

-No voy a dormir a la “geshukuya” porque Aneko cierra la puerta a las nueve de la noche y no quiero estar pendiente de la hora, ni sé dónde voy a estar y cómo llegar al distrito de Arakawa. Lo mejor es que esta noche duerma en la residencia y ya nos veremos mañana, o cuando tú necesites de tu novia falsa… –le contesto ya un poco molesta.

No recibo más mensajes. ¡Bien! Pero no le he mentido, sólo he omitido cierto dato que puede haberse planeado en el último momento…

Después de las clases tenemos esa presentación. Un vídeo y datos visuales del renombre de su universidad; lo que opinan los exalumnos internacionales; dónde han llegado… etc. También nos preguntan qué tal va nuestra experiencia; las clases; los profesores; las instalaciones; los alumnos japoneses… Ahí mejor callar porque tendría para hacer una tesis. Después y valiéndose del talento de cada uno, nos dejan elegir entre las empresas que se han adscrito para ofrecernos las prácticas dentro de sus centros. Yo elijo una editorial de comics impresos llamada “Editoriarukomikku”.

A las seis de la tarde subimos a nuestras habitaciones de la residencia. Celia y yo vamos sobradamente emocionadas.

-¿Cómo se lo ha tomado? –me pregunta mi amiga.

-Sorprendentemente bien. No ha dicho ni mu.

Mi amiga salta y baila como si hubiésemos conseguido un premio Oscar o algo así.

Nos duchamos y nos arreglamos. Yo me pongo mi vestido plateado brillante; unas medias de cristal y mis zapatos negros. Celia se pone un vestido camisero negro, corto y con cinturón, y unos zapatos a juego. Mi amiga me acondiciona el pelo para lucirlo como una auténtica leona, con unos rizos con más volumen que toda mi cabeza, y me maquilla de una manera profesional; pestañas extra-largas; sombra de ojos plateada; base correctora y pintalabios gris brillante.

-¡Uau! Nena… ¡Estamos tremendas!

-¡Vamos a pasarlo bien!

Nos encontramos abajo con el resto de las chicas y afuera con los chicos. Cuando alcanzamos a Jairo siento una intensa mirada sobre mí.

-Estás preciosa –me dice un poco tartamudeando.

-Gracias.

-¿Esta noche tienes novio? –me pregunta algo más atrevido.

-No. ¡Esta noche estoy soltera! –grito mientras me acompañan el resto de mis compañeras.

Deambulamos por la zona que nos indican como la más recomendada para salir de fiesta, el barrio de Roppongi. Es viernes por la noche y la gente ha salido a disfrutar, sobre todo extranjeros, aunque también nacionales. Hay edificios muy altos y muchas luces. Lo típico es cenar algo de los puestos de comida, pues es rápido, barato y muy sabroso, y después entramos en una sala de fiestas. El cuerpo me hormiguea al ritmo de la música, pues tengo tantas ganas de pasármelo bien que brillo cual luciérnaga.

Jairo no se separa de mí desde que nos hemos unido a los chicos en el campus. Vuelve a ser él, divertido; alegre y simpático. No para de hacerme reír como a una tonta.

-¿Quieres tomar algo? –me pregunta.

-¡Sí! Un mojito por favor.

Al rato vuelve con su bebida y la mía. Celia y yo hemos avanzado hasta la pista de baile para aprovechar la música que suena, pero cuando él regresa mi amiga nos deja a solas.

-¿Te he dicho ya lo bonita que estás esta noche? –me dice Jairo.

-Algo has insinuado, sí…

-Pues me he quedado corto. Eres la mujer más hermosa que hay aquí ahora mismo. No sabes lo feliz que me hace estar esta noche contigo, sin tener a tu novio merodeando y viendo su cara de sieso.

Yo sólo emito un sonido divertido.

-Lo odio, en serio. No sabe la suerte que tiene de poder tenerte a su lado; tocar tu piel... Muero por tocarte Violeta… –me dice susurrándome al oído mientras yo me estremezco.

No he vuelto a hablar. Sus palabras; sus susurros; el toque sutil de sus manos alrededor de mi cintura mientras bailamos me tiene ensimismada ahora mismo. Toda la música ha callado de golpe dentro de mi cabeza, y la gente que atestaba el local ha desaparecido. Sólo estamos él y yo, y su manera de hacerme sentir una mujer; bella; hermosa y preparada para mi primera experiencia. Sus labios comienzan a deslizarse a lo largo de mi cuello y sus manos descienden desde la cintura a mi trasero. Todo está yendo un poco rápido, pero no me encuentro capaz de detenerlo, aunque sé que debiera hacerlo.

De pronto mi mirada se posa en alguien. No sé de dónde he sacado la capacidad de volver a la realidad y fijarme en un tipo que está apoyado en la barra, con una bebida en la mano y una mirada asesina hacia mi dirección. No me importa lo que mire o no debiera hacerlo, pero mi conciencia me sigue advirtiendo de algo, mientras Jairo me mordisquea la piel del cuello, y entonces mis ojos enfocan la visión que tengo delante. Es Takeshi quien se dirige rápido hacia nosotros con un rostro totalmente enfurecido y marcado por la ira. El terror me invade. ¿Cómo puede ser? No soy capaz de creer que con lo grande que es Tokio, haya aparecido en el barrio y en el local que hemos elegido. Estoy tan nerviosa que he detenido el trabajo de la boca de Jairo y lo he separado de mi cuerpo. ¿Por qué? Ni idea, pero he seguido las instrucciones de mis instintos, mientras observo cómo Takeshi se va acercando cada vez más a nosotros.




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