El tutor de japonés

Capítulo 14

Cuando abro los ojos me encuentro dentro del futón y en el suelo del apartamento de Takeshi. La luz del sol aparece por la ventana principal de la habitación. Miro a mi alrededor para asegurarme del lugar donde estoy y advierto un terrible dolor de cabeza. Estoy sola y no sé qué ha pasado en las últimas horas. Busco mi móvil pero no lo encuentro. Decido ir al baño a refrescar mi rostro y con ello mis pensamientos. Los recuerdos vagan dentro de mí mezclando todo lo ocurrido, pero ¿por qué sigo en el apartamento de este loco? ¿Por qué llevo puesta mi camiseta de dormir?

De pronto oigo como se desliza la puerta de madera, que por cierto está en perfecto estado; no hay marcas del puñetazo que le dio a ella por no dármelo a mí. ¿Tan pronto la han arreglado? Y tras ella aparece Takeshi sonriendo y comiendo un dorayaki.

-¿Ya ha despertado la Bella Durmiente? –me pregunta.

Mi primera impresión en salir corriendo, pero su rostro luminoso y pacífico me descompone entera.

-¿Dónde está mi móvil?

-Lo he llevado a reparar. Con todo lo que sucedió anoche parece que se rompió, pero espero que lo puedan arreglar pronto.

-Voy a vestirme e irme de aquí Takeshi. Espero que no me lo impidas.

-¿Por qué quieres irte? –me consulta suavemente- Te he traído dorayakis.

-¿Tú me lo preguntas? ¡Con todo lo que sucedió anoche creo que es lo mejor!

-¿Crees que después que te echara algo en la bebida tu querido Jairo, lo mejor es que te vayas de aquí?

-¿¿Qué?? ¿Qué estás diciendo?

-¿No lo recuerdas?

-Recuerdo perfectamente lo que sucedió y no tuvo nada que ver con Jairo.

Takeshi deja suavemente en la cocina una bolsa de papel con lo que adivino serán más dorayakis y se va a acercando a mí. Mi instinto me dice que no lo permita; que huya ahora que puedo, pero el terror que siento me ha paralizado los pies.

-No te acerques… -le pido.

-¿Me tienes miedo? –dice de una manera juguetona y parece que perpleja- Déjame adivinar. Tu amiguito te añade escopolamina en el mojito y empieza a propasarse contigo, y tú me tienes miedo a mí, que te saqué de allí y te traje a casa sana y salva antes que abusara de ti? ¿Es eso mi pequeña Sumire?

Mi boca se ha quedado cerrada. El dolor en mi cabeza continúa, pero yo intento buscar en mis recuerdos la versión que me cuenta Takeshi, pero nada de ello aparece. Las neuronas de mi memoria han grabado lo sucedido con él, sólo con él; la manera que me sacó de la sala de fiesta; el viaje en moto en actitud inadecuada; los gritos en el apartamento; el intento de violación y el incidente de la puerta; incluso la aparición de Aneko y la seguridad que me proporcionó en su pequeño salón de té. ¿Qué demonios me está contando ahora? ¿Quiere volverme loca o qué?

-Tú me intentaste violar… –digo más como una idea que como una acusación.

-¿Yo? ¡No Sumire! ¡Fue Jairo quien se excedió contigo! ¡Yo jamás haría algo así! ¡Cómo puedes pensar eso!

Estoy tan confundida… ¿Cómo sabe qué le pedí a Jairo un mojito? ¿Puede que por eso no pudiese detener a Jairo cuando me lamía el cuello? ¿Y por qué en mi cabeza los recuerdos violentos tienen la cara de Takeshi? Si tuviese mi móvil podría llamar a Celia y saber qué pasó exactamente, pero ni siquiera eso puedo hacer.

-¿Qué día es hoy? –pregunto totalmente desubicada.

-Sábado.

-¿Hoy hay clases?

-No.

-¿Puedo irme de todas formas?

-No. Hoy nos toca limpiar el apartamento; hacer la colada y la compra, y pasar un rato por el gimnasio. Por la noche si te apetece; te encuentras bien y no te duele la cabeza podremos salir.

No puedo creerlo. ¿Estaría tan tranquilo si hubiese pasado lo que tengo en mi cabeza? ¿Hablaría de lavar la ropa y pasar la mopa? ¿Puede ser que su historia sea la auténtica y que tras la ingesta de la droga las alucinaciones se hayan mezclado con imaginaciones propias? ¿Puede ser que mi tutor de japonés se haya colado en mi cabeza más de lo que he querido admitir? ¿Serian fantasías sexuales esas que he creído vivir? Me cuesta creer que me guste la violencia unida al sexo… Me siento mareada, dolorida y confundida. No sé si tengo que salir corriendo o darle las gracias por salvarme.

Takeshi alcanza nuevamente la bolsa de papel que dejó en la cocina y se sienta frente al ventanal. Lo abre antes, y deja ver la hermosa primavera que nos visita; los colores; los aromas; las flores; los bulbos y los cantos de los pájaros. Me invita a sentarme con él con un gesto de su cabeza, que yo, sin mucha opción, acepto. Entonces rompe la bolsa y expone el montón de dorayakis que ha comprado y ya sin ninguna vacilación empiezo a comer. Están buenísimos y la verdad ahora mismo me apetece comer y no pensar, pero soy incapaz de conseguirlo… las dudas atacan a mi mente como un virus lo haría contra un organismo…

-¡Qué pronto se ha arreglado la puerta! ¿No? –Le pregunto por ver hasta dónde llega su historia.

-¿Estaba rota? –pregunta él- Que yo sepa, ni lo estaba, ni se ha arreglado…

-¿No? ¿No se rompió anoche?

-Pues no… ¿Cómo se supone que se rompió?

-Tú la rompiste.

-¿Yo? ¿Y cómo la rompí?

De pronto la conversación se está yendo por unos derroteros que empiezo a sentir vergüenza. Como todo lo vivido sólo esté en mi cabeza y tenga que explicárselo a mi tutor, se dará cuenta que empieza a afectarme todo lo referente a él.

-Es igual… –termino diciendo, porque sé que no me va a contar lo que quiero escuchar- ¿Dónde está la ropa que llevaba anoche? ¿Quién me la quitó? –se me ocurre preguntar.

-La ropa está en la bolsa de ropa sucia. Tuve que llamar a Aneko para que te la quitara. Lo habría hecho yo, pero no sé si te hubiera gustado…

-¿Tú no me viste desnuda?

-Pues no. Nuestra anfitriona es muy considerada y me echó de aquí, aunque me hubiera gustado…

-¿Y no viste nada? –vuelvo a preguntarle recordando su reacción con mi tatuaje de dragón.




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