El tutor de japonés

Capítulo 29

Estamos en la parte de atrás de la mansión Shinoda, escondidos tras los setos y el follaje del jardín de la casa contigua. Desde la intromisión de Takeshi a la finca, se ha debido reforzar la seguridad, porque hay guardas hasta dentro de las macetas. No sé cómo vamos a entrar para sacar a Haru de allí, y no sé si ese loable cometido vale la pena, primero porque es su padre a quien se lo vamos a quitar, y las autoridades supongo que se pondrán a su favor, y segundo porque podemos perder la vida en ello, ahora que empezamos a vivirla juntos, pero me da cierta confianza que Takeshi no me haya querido quitar la idea.

No tenemos un gran plan formado. Yo quería entrar por la puerta como si nada, pasar la noche en la mansión y cuando no se dieran cuenta salir con Haru, pero Takeshi no quiere que entre allí sola. Dice que Aiko no es un hombre fácil de engañar y que tras lo ocurrido la última noche, no se va a fiar de mí. Y que además no va a arriesgarse a que ese hombre pueda matarme delante de sus ojos, como hizo con su hermana. La verdad es que esa idea a mí tampoco me agrada… Así que aquí estamos, intentando  improvisar sobre la marcha; un fallo de seguridad; un guarda que abandona su puesto para ir al baño; una ventana abierta… cualquier cosa que nos dé acceso al interior.

Yo no tengo preparación para el asalto, pero ver a Takeshi en posición, con ropa de camuflaje negra; cara pintada y pelo recogido a lo guerrero japonés, me da cierta dimensión de lo que es pertenecer a un grupo mafioso. Y yo, como no les haga un dibujo, no sé qué armas voy a utilizar en su contra… pero aquí estoy, dispuesta a luchar con uñas y dientes para llevarme al niño.

De pronto aparece la señal que estábamos esperando. Ima abre la puerta que da acceso de la cocina al jardín, a una zona de servicio, y la deja abierta mientras se deshace de algo de basura. Vuelve a meterse dentro, pero se olvida de cerrar ese acceso. Takeshi calcula que para llegar a ella sólo hay dos guardas, uno apostado en la esquina norte y otro en la esquina sur. Su idea es saltar la valla, matar a los esbirros con sendos cuchillos, para no hacer ruido, e introducirse a la casa por esa entrada. Una vez allí subir a la habitación de Haru, sin ser vistos, y salir por el mismo lugar en menos de dos minutos. Si sale así, la idea no parece mala… Pero tengo miedo. No voy a admitirlo, pero el cuerpo entero me tiembla y el corazón se desboca desde su lugar en el pecho hasta mi garganta. Creo que hasta lo oye Takeshi, pero no dice nada.

Y ahí vamos. Todo comienza según lo planeado. Descendemos la valla; Takeshi con más soltura que yo, todo hay que decirlo, pero gracias a su ayuda llegamos abajo enseguida y sin llamar la atención. Veo pasar por mi cara dos navajas que Takeshi lanza casi sin respirar y aterrizan en los dos guardas, una en la garganta y otra en el pecho. Han cumplido nuestras expectativas; una muerte inevitable para el éxito de nuestra misión. Llegamos a la puerta; miramos al interior y veo que Ima no está en la cocina. Avanzamos de la cocina al pasillo, pegando nuestro cuerpo a las paredes y así llegamos a las escaleras que dan al primer piso. De momento no aparece Aiko ni ninguno de sus secuaces. Vamos bien. Subimos. La casa parece desierta; no hay ruidos ni personas. Llegamos sin problemas a la habitación de Haru; la abro muy despacio y contemplo al niño jugando sobre su alfombra con sus muñecos de animales.

-Haru… -le llamo sin alzar mucho la voz.

-¡Mamá! –grita emocionado y corriendo a abrazarme.

-Shhh… No hagas ruido.  

-¿Por qué? –me pregunta Haru.

-¿Dónde está tu papá? –le contesto con otra pregunta.

-Creo que en su habitación. ¿Has venido a por mí?

-Prometí que lo haría, ¿no?

-Sí, mami –dice mientras me estruja un poquito más fuerte con sus pequeños brazos- ¿Quién es este señor? –pregunta refiriéndose a Takeshi.

-Este señor se llama Takeshi y es tu tío, hermano de tu verdadera mamá. Ha venido a ayudarnos. ¿Tú sabes que si te llevo conmigo no podrás volver a ver a tu papá, verdad?

-¿No? ¿Por qué?

-Porque papá te quiere mucho y no permitirá que nadie te lleve de su lado, pero papá no quiere a Violeta y yo no puedo seguir viviendo con él, así que tienes que decidir con quién quieres estar. No voy a llevarte si tú no quieres, pero tienes que conocer las consecuencias de lo que decidas. ¿Lo entiendes?

-Sí, mami. Yo quiero estar contigo. Si papá hace daño a Violeta, entonces Haru no quiere estar con papá.

Takeshi nos observa sin decir nada. Creo que ver al hijo de su hermana, fruto de la violación que acometió contra ella Aiko, le está carcomiendo por dentro.

-¿Entonces quieres venir con nosotros? –pregunta Takeshi al niño.

-Sí.

-Bien. Pues adelante. Saldremos con mucho cuidado. ¿Entendido?

Ambos afirmamos con la cabeza. Cojo algo de abrigo para Haru y él escoge un peluche que tiene de oso panda, su preferido. Volvemos a salir de la habitación y miramos a ambos lados del pasillo para comprobar que sigue sin presentarse nadie por allí. Para lo pequeño que es Haru ha entendido perfectamente la situación y ha decidido dejar allí todos sus juguetes y sus cosas predilectas, igual que yo, que sé que tras la puerta blanca están todas mis cosas; mi ropa; mis libros; mis recuerdos; mis pertenencias…




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