Podemos mencionar esos pequeños momentos de la vida, donde una persona llegar alegrar tus días, sin necesidad de salvarte de un sufrimiento en crecimiento, solo es la compañía diaria, esas personas más cuáles abrazan tú fragilidad, enamoran tú alma y calman por un momento las tormentas.
Caminaba en dirección al cementerio, ya habían pasado unos meses desde ese día donde perdí al amor de mi vida, el chico más hermoso que he conocido.
Era como un otoño, aunque no existen estaciones concretas, el frio en Bogotá era algo inmenso, tanto como una lluvia llena de furia y unas brisas imparables, el invierno se colaba en mis huesos como un recordatorio de mi pasado y quienes formaron de aquel momento.
Compre las flores favoritas de aquel chico que en un momento robaba suspiros de amor, son de color lila los tulipanes, me adentre con una carta en mi mano, en la otra el ramo, como una cita, aunque en un lugar tan melancólico.
Las nubes empezaron a despejarse y la lluvia se detuvo, no era un día soleado, yo pensaba que era amargamente dulce, algo tan sencillo como una gota distraía, pero no me gustaba que llueva cuando voy a ese lugar.
Camine tan solo unos minutos, la tumba donde el estaba era un poco alejada, siempre que caminaba hacia el lugar miraba fotografías, los familiares siempre elegían la foto donde su sonrisa era nostálgica, pero muy alegre de aquellos niños que no llegaron a vivir demasiado, algunos de ellos amargamente sufrieron, pero es algo de lo que no tenemos certeza porque no conocemos la vida ajena.
Llegue al lugar, lo primero en observar lo limpia que estaba su tumba, no hace mucho había asistido a limpiar y pegar una nueva fotografía, retire las flores marchitas y acomode las nuevas, resaltaban demasiado, aunque no tanto como esos bellos ojos.
-Hola cariño, de nuevo te visito, te extraño cada día mas y mas, es muy distante y triste no sentir tu calidez en mi habitación, que cada día se vuelve frío ese lugar antes lleno de tu risa- me acomode en los pálidos azulejos del piso y hable demasiado tiempo con él, diciendo que seguía asistiendo a terapia, lo mucho que cuidaba de nuestro gatito, que ahora estaba enviando cartas solicitud a universidades.
El tiempo era más rápido en ese lugar, paso una hora rápidamente hablando junto a una fotografía de mi precioso, creo que necesitaba desahogarme, su alegría y sonrisa ya no estaba ahí, pero era algo melancólico y cálido sentirme acompañado en ese lugar, es como sentir a él fusionarse conmigo, el chico con esos cabellos ondulados que resaltaban aunque no tanto como sus ojos brillosos, unos ojos que hipnotizaban a quien se quedaba viéndolo, entre en mi celular y revise nuestras fotografías juntos mientras me alejaba de su tumba, todo resaltaba, sus ojos, su cabello ondulado un poco mojado, sus hermosos hoyuelos cuando sonreía, cada aspecto resaltaba, conocía cada uno de sus lunares y mi favorito era ese del labio superior.
Recordé esos dias que escapamos de casa, éramos dos jóvenes llenos de adrenalina corriendo por nuestra sangre, en búsqueda de algún lugar de paz, una pequeña cabaña o tan simple como un vagón abandonado, fue un alboroto en todos lados nuestra escapatoria, pero en esos momentos era nuestra mayor felicidad. Sin saber que acabaría en un tiempo cercano y toda mi vida se volveris como una estrella apagándose poco a poco.
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un adolescente en el futuro, un adios definitivo, un a historia de amor
Editado: 17.05.2025