El Último Aliento

08. Pastel de chocolate.

MADDISON.

Pasar mi fin de semana limpiando y pintando la escuela, sin duda alguna no estaba en mis planes en lo absoluto.

Llevamos dos horas "limpiando" si a eso es le podía llamar limpiar, porque hemos estado sentados en una mesa de la cafetería desde que se fue el director. Al principio el director solo quería castigar a los gemelos, sin embargo, como todos somos buenos amigos de que, si cae uno los otros también, nos culpamos a nosotros por lo que él director se tentó tantito el corazón (a pesar de las cosas que le dijo Larry el día que nos llamó) y en vez de suspendernos, solo nos puso este castigo de limpiar la escuela y pintar las paredes que quedaron dañadas por el fuego, que en realidad si fueron muchas.

Ahora estamos desayunando... otra vez. Los gemelos antes de que llegaran pasaron a comprar un pastel de chocolate increíblemente grande como para solo cuatro personas, pero como tengo amigos muy tragones y yo también lo soy, solo nos queda una rebanada que todos tenemos la intención de comer. Mis ojos pasan a los tres chicos que tengo enfrente y cada uno se mira entre sí como si fuéramos un depredador que se quiere quedar con la presa solo para él.

En el instante en que los veo distraídos será el momento perfecto para arrebatarles el pastel sobrante que todos anhelamos comer, se preguntarán y ¿por qué no lo comparten? Simplemente no se nos ha ocurrido la magnífica idea. Pero no sé los dejaré.

Estiro mi mano con velocidad, tomando la rebanada sobrante del pastel que es tan suave y esponjosa que me dan más ganas de comérmela en ese preciso momento, salgo corriendo en dirección a las escaleras que me llevan a la planta de arriba lo más rápido que mis pies me permiten y escucho los gritos a mi espalda, pero por ningún motivo me detengo. 

—¡Regresa aquí, pequeña ladrona! —Gritaron.

Los ignoré y aprete mis pasos para ir más rápido mientras le daba unas cuantas mordidas al pedazo de pastel que estaba muy bueno. En unas cuantas ocasiones el pastel se embadurnó en distintos lugares de mi rostro, si quería seguir corriendo y comer al mismo tiempo tenía que tomar riesgos. Al llegar a la segunda planta entro al primer salón que encuentro abierto que es la biblioteca, me hace muy feliz ver tantos libros, las enormes estanterías y el olor a libro invade todo el lugar, hago todo mi esfuerzo por no ir a la sección de libros juveniles y ponerme a leer. Busco con mi mirada en donde puedo esconderme cuando encuentro mi lugar corro hasta llegar al mostrador y me escondo en la parte de atrás donde una señora muy amable siempre nos atiende y revisa los libros que nos llevamos o entregamos.

Mi respiración es un asco, pero aun así sigo comiendo el pastel, aprieto el trozo de pastel e intento controlar un poco mi respiración mientras trago con un poco de dificultad, intento mojar lo que más pueda el pastel con mi saliva y la necesidad de tomar agua se hicieron presente. Nunca en mi vida pensé que esto pasaría y honestamente ni siquiera pensaba que llegaría tan lejos, pero lo hice y eso es admirable.

Un aplauso para mí.

Apoyo mi cabeza contra la madera al instante en que pongo el torso de mi mano debajo de mi nariz porque me dieron unas ganas inmensas de destornudar, la cual es una muy mala idea si tienes la boca llenada de comida y unos chicos te están buscando para arrebatarte el último pedazo de pastel, pobre de mí.

—¡Vamos sal Madd, quiero pastel! —Pidió Larry.

Es admirable en la forma que puedo llegar a identificar las voces de mis amigos, a pesar que la de Luke y Larry sean casi iguales. No por nada llevo doce años siendo su amiga y si en todos eso años no fuera capaz de identificar sus voces entonces había fracasado como su amiga.

—Sabemos que estás aquí, Patitas Cortas. Comparte un poco de pastel con tú súper híper ultra mejor amigo, sin ofender —caminando. 

Claro que no iba a salir, me meto todo lo que queda del pastel a la boca y mastico casi con la boca abierta ya que el trozo estaba bastante grande como para mi pequeña boca, me detengo porque mi mandíbula se cansa de masticar tanto y mis mejillas duelen de tonto que están estiradas.

—Te encontré —habló y yo me exalté.

Puse mis manos en mi pecho, alce la cabeza para ver de quién se trataba y era Luke, quién me miraba con pura diversión en sus ojos verdes y yo estaba a punto de morir asfixiada por culpa del pastel. Me ayudó a levantarme cuando llegamos con los demás se me quedaron viendo con expresión de burla pues aún mis mejillas estaban como si fuera una ardilla que se había metido todas las nueces de una.

—Yo quería pastel —protestó Larry, me pincha las mejillas y comienza a hacer el sonido de una ardilla que estaba comiendo sus nueces.

Ya no aguanté más y escupí todo lo que quedaba del pastel en las palmas de mis manos, ver eso fue asqueroso pero los chicos hicieron como si esto fuera de todos los días. Me habían visto hacer cosas peores.

—Oh, que generosa eres —agregó Larry de pronto.

Vi como tomaba un pedazo de pastel todo masticado y lleno de baba para llevárselo a la boca, claro que no se lo iba a tragar, si podemos llegar a ser muy asquerosos, pero eso ha sobrepasado todos los niveles, sin embargo, estaba muy equivocada. En cuanto las pasta que era ahora el pastel a la boca lo observo totalmente sorprendida y aterrada a la vez, no hizo ninguna mueca de asco al contrario hasta sonrió ¿tantas ganas tenían de pastel? Si se comió la mitad él solo.




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