LUKE
El sudor se desliza por los costados de mi rostro hasta llegar al cuello, paso mi mano para eliminar el rastro de humedad al momento en que el balón cae directamente a la canasta.
Hecho para atrás los mechones que me cubren la frente y voy a las mesas en donde descansan nuestras botellas de agua, destapo la mía y dreno toda el agua provocando que unos cuantos chorros se escaparan por las comisuras de mi boca. Seco el agua con la camiseta que traigo puesta y, antes de volver con los chicos, el sonido de mi móvil llega directamente a mis oídos. Lo tomo sin mucho cuidado y al ver el mensaje de mi padre me sorprendo.
Black Mayor: Irá por ti el chofer.
Mi entrecejo se frunce al leer ese mensaje. ¿Él está aquí? ¿Cuándo llego? Las preguntas van aumentando mientras mis dedos teclean con rapidez la respuesta.
Luke: ¿Estás aquí?
Los tres puntos bailan sobre la pantalla iluminada, instantáneamente un agudo pitido se instala en mi oído, hago una mueca ante ese molesto sonido. Con cuidado me siento en una de las bancas que hay, recargo mi codo sobre la rodilla y espero a que ese sonido desaparezca por completo.
Mayor Black: Llega en cinco.
Con eso vuelvo a bloquear el móvil y lo guardo en el lateral de la mochila deportiva que tiene una redecilla. Parpadeo un poco intentando ignorar lo que pasa dentro de mis oídos y me pongo de pie para ir con el entrenador para pedir permiso.
Al ser estos entrenamientos de práctica, no veo el porqué no me deje irme. Si fueran ya entrenamientos para la temporada, entonces dudaría mucho que me dejara siquiera dar un respiro. Con cautela me acerco a él que está platicando algo con Conan quien no parece muy contento. Al llegar con ellos, el entrenador despide a Conan; este, por su parte, me da una miradilla recelosa y vuelve a la cancha con los demás chicos.
—¿Ya te vas?
Su pregunta me toma por completa sorpresa, con un poco de desconfianza asiento. Coloca su mano sobre mi hombro y ejerce un poco de presión.
—No te fuerces tanto, ahora ya vete que te están esperando.
Me hace una seña con la cabeza para que me marchara, pero sigo dudando de que en verdad me haya dejado salir así de fácil.
—Vete antes de que me arrepienta.
Sin espera a que me dijera algo más, doy media vuelta dándole la espalda, voy directamente al lugar en donde está Larry. Rodeo su cuello con mi brazo atrayéndolo hacia mí, se tensa por un momento, pero después pega por completo su espalda en mi abdomen.
—Me tengo que ir —le aviso. Mueve un poco su cabeza buscando mis ojos.
—¿Sucedió algo?
No estaba muy seguro de si es que quería decirle la verdad. Larry vive en esa burbuja en donde nuestros padres son perfectos y si le digo que está aquí y que me reuniré con él, quera venir conmigo, lo que no es una buena idea.
—Me han llamado el chico de la paquetería y si no voy no me dejarán lo que he comprado en línea —le digo la primera excusa que se me viene en la mente.
—Mmh —murmura, sus ojos dan directamente en los míos, con la mano libre le pellizco la punta de la nariz y lo dejo libre—. ¿Acaso encargaste algo sumamente importante que ni el mismo gobierno debe de saber? —enarca una de sus cejas y, por mi parte, le guiño un ojo siguiéndole el juego.
—Me tengo que ir, no te vayas a la casa de nadie más acabando el entrenamiento, ¿entendido?
—Sí, señor —le doy una última mirada y voy por mis cosas para ir con el tipo que me espera.
✼ ҉ ✼ ҉ ✼
Cada vez que vengo a este hotel sé lo que me espera y, a pesar de que soy consciente de que el mismo infierno se desatara una vez que atraviese esa puerta, me sigue dando miedo.
La tarjeta que me dará acceso a la habitación del hotel baila entre mis dedos; mis ojos van a los números que aparecen en la parte superior de las puertas metálicas, mostrando los pisos por los que va pasando. El corazón me martilla con agresividad cuando el ascensor se detiene en el piso veintiocho.
Con todos los nervios de punta, salgo del cuadrado metálico y casi pudo sentir los regaños de mi padre enfrente de mi cara.
Pongo la tarjeta negra sobre el panel de la puerta y esta emite un leve sonido cuando se desbloquea. Cierro la puerta con delicadeza una vez que me encuentro dentro de la gran habitación que parece más un departamento que habitación de hotel. El ruido de mis pisadas quedan opacadas por la música clásica que suena en el vinilo. Mientras más me voy acercando, siento cómo todo el cuerpo se me entumece. Una figura larga y delgada aparece en mi campo de visión.
Mamá.
Su cuerpo esquelético luce mucho más delgado que la última vez que la vi. Su cabello caoba cae en ondas sobre su espalda y hombros, mientras que su cuerpo apenas es cubierto por una bata gris que está sobre su camisón de seda de dormir. Trae en su mano un vaso de vidrio a rebosar de whisky, cosa que no me sorprendió en lo más mínimo.
—¿Dónde está tu hermano?
Mi cuerpo entero se tensa al escuchar la voz profunda de mi padre; presiono la correa de una de las mochilas; con temor, busco al hombre que se supone de me protegería de absolutamente todo. En cuanto doy con él, lo veo de pie en una esquina con un vaso de whisky, trago saliva al momento en que mis ojos caen sobre el palo de golf que sostiene con su otra mano.
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Editado: 03.03.2025