Dejo esto aqui y me voy corriendo, ¿okay?
CONAN
La tranquilidad perdura dentro de la camioneta, aflojo la corbata y recargo toda mi espalda en el asiento. Después de aquella charla nada amistosa que tuve con mi padre, necesito por lo menos diez horas de tranquilidad antes de volver a ingresar en esa casa donde seguramente me esperan más pláticas que solo hacen que mi estado anímico empeore.
Cierro los ojos e intento tranquilizarme, tamboreo los dedos sobre mi muslo y me concentro en lo que tengo que hacer hoy. Antes de que toda clase de tranquilidad me penetrara el cuerpo, el nervio y el miedo se apresuran a sacudir mi cuerpo cuando la puerta del copiloto se abre y alguien se pone ahorcajadas encima de mí.
En cuanto mi cuerpo reacciona, ya es demasiado tarde.
Sus labios están sobre los míos, sus manos se posicionan en mis mejillas manteniendo mi rostro firme, pero aun así hago el intento de moverme un poco, pero lo único que consigo es que sus dientes mordisquen mi labio inferior con fuerza como si se tratara de una piraña hambrienta.
Cierro los ojos al sentir el punzante dolor recorrerme, su lengua lambe, el labio hinchado y me vuelve a besar, pero esta vez sí que reacciono. Rodeo su cintura con mi brazo pegándola más a mi cuerpo y subo mi mano a su cuello para profundizar el beso, sus piernas me aprietan las mías y una risita se escapa de mi boca cuando baja la mano en busca del dobladillo de la camisa del uniforme, al encontrarlo su mano se adentra a lo que hay escondido debajo de esta horrible camisa de tela. Sus uñas acrílicas arañan mi piel, provocando que miles de latigazos eléctricos recorrieran todo mi cuerpo.
—Te extrañé —sus palabras quedan atrapadas en el interior de mi boca, lamo sus labios que están cubiertos por un labial rojo que huele bastante bien, pero sabe fatal.
Cuando hace el intento de volver a besarme, tomo un puñado de su cabello negro y tiro hacia atrás para alejarla. Una sonrisa de lado se me dibuja al ver todo el labial esparcido por su boca. Sus ojos negros gritan por más, pero debo detenerme, estamos en público y ante la sociedad sigo estando en una relación con Sue.
Ya suficientes problemas tengo con mi padre sobre aquel trato que hice con ella, como para que sitios webs hablaran de mí siendo un jodido infiel.
Scarlett continúa explorando el interior de la camisa, se mordisquea el labio inferior de manera provocativa, cosa que funciona muy bien, porque yo estoy nuevamente devorándole la boca. Mi lengua se abre paso hasta llegar con la suya. Exploro cada rincón de su boca, suelta un leve jadeo cuando mi mano presiona una de sus nalgas y estoy muy tentado en subir esa diminuta falda que trae puesta. Conociéndola, sé que no debe de traer ninguna licra debajo.
Hago más firme el agarre que tengo en su cabello, si le duele, no da la impresión de que haya queja sobre cómo estoy tomándola de su preciado cabello de mil dólares. Alejo su rostro del mío por falta de aire y Scarlett aprovecha para recargar su mejilla sobre mi hombro. El ruido de nuestras respiraciones agitadas es lo único que soy capaz de percibir.
—¿Cuándo terminarás con ella? No soporto tener que compartirte —su aliento golpea mi cuello haciéndome cosquillas. Meneo la cabeza hacia su lado y paso mi pulgar por sus labios, emparrando más el labial.
—¿Celosa? —La provoco, rio por la nariz cuando pone sus ojos en blancos.
—Soy hija única, mis padres jamás me enseñaron a compartir y si de pequeña prefería enterrar mis muñecas antes que prestarle una a Sue, imagínate lo que quiero hacerte a ti —rodea con fuerza mi cuerpo con sus brazos como si con eso no me fuera de su lado nunca—. Si por mí fuera, ya te hubiera puesto un collar con mi nombre junto con una correa para que nunca más te fueras con otra.
Scarlett cree fielmente que ella me tiene, cuando en realidad quien la tiene en la palma de su mano soy yo. Cuando esté completamente enloquecida por mí, le haré la misma mierda que ella me hizo años atrás. Soy una persona rencorosa y suelo fingir que todo está bien, cuando en realidad estoy planeando cómo destruirte.
—¿Acaso soy un perro? —le pregunto en tono bromista.
Cuando va a contestar, veo por el rabillo del ojo una luz a unos cuantos metros. Me pongo en modo alerta y volteo hacia esa luz sin disimulo alguno, el cuerpo se me entumece al ver a un chico con su móvil afuera tomándonos fotografías. Aparto a Scarlett de mí sin una pizca de delicadeza para que se sentara en el otro asiento y salgo del interior de la camioneta.
El aire fresco de la mañana golpea mi cuerpo desnudo, bajo por un segundo los ojos y suelto un par de insultos al ver que mi torso está al descubierto. ¿En qué puto momento Scarlett me desabotonó la jodida camisa? El chico se aleja de mí, pero en ningún momento baja el puto móvil. Como puedo, me las arreglo para abotonar unos cuantos botones. Al ver que está cada vez más lejos de mí, comienzo a correr.
Al estar a unos centímetros de distancia, le arrebato el maldito aparato. Pero antes de que pudiera eliminar las fotos que nos sacó, se tira encima de mí tirándome al suelo de pavimento. Mi cabeza se golpea y un punzante dolor se instala en la parte golpeada seguida de un agudo sonido en los oídos.
—¿Quién mierda te crees para sacarme fotografías sin mi consentimiento? ¿Sabías que esto es ilegal porque estás violando mi privacidad y si presento cargos, puedes pasar de uno a cuatro años en prisión o pagar una multa de hasta veinte mil dólares?
#12232 en Novela romántica
#7090 en Otros
#1049 en Humor
amor, amor juvenil novela romantica, amistad amor ilusion tristeza dolor
Editado: 01.05.2025