La resistencia se preparó para la expedición final. Eva lideraría un grupo de élite hacia la fuente del Enjambre. La Ciudadela Estelar había proporcionado coordenadas, y ahora debían enfrentarse a terrenos hostiles y enemigos desconocidos.
El aire estaba cargado de electricidad mientras la resistencia se reunía para la expedición final. Eva, con el pergamino de la Ciudadela Estelar en mano, marcaba las coordenadas en el mapa holográfico. Los rostros de su equipo reflejaban una mezcla de determinación y ansiedad ante lo desconocido.
“Este viaje no será fácil”, comenzó Eva, su voz resonando en la sala. “Los terrenos que debemos cruzar son traicioneros, y las criaturas que enfrentaremos son ajenas a nuestra comprensión. Pero debemos avanzar. La fuente del Enjambre nos espera, y con ella, las respuestas que necesitamos.”
El equipo asintió, cada miembro ajustando su equipo y verificando sus armas. La Ciudadela Estelar había revelado un camino lleno de peligros, pero también la posibilidad de un final para la guerra.
“Recuerden”, continuó Eva, “no solo luchamos por nosotros mismos, luchamos por el futuro de la humanidad. Cada paso que demos, cada enemigo que derrotemos, nos acerca más a la paz.”
Con un último vistazo a las estrellas, Eva lideró a su equipo fuera de la base. Los vehículos de la resistencia se alinearon, listos para atravesar desiertos áridos, montañas heladas y valles oscuros donde la luz del sol no se atrevía a tocar.
La marcha había comenzado. El destino de la humanidad estaba en juego, y en el corazón de Eva ardía la llama de la esperanza. La fuente del Enjambre, un misterio envuelto en las sombras, pronto sería revelada, y con ella, la oportunidad de un último amanecer para todos.