Eva emergió del abismo, su mente ardiendo con conocimiento. Los Guardianes la miraron con aprobación. “Has visto la verdad”, dijeron. “Ahora debes decidir: ¿salvar a la humanidad o dejar que se extinga?”
Eva miró a las estrellas. “Lucharemos”, declaró. “Unidos, evolucionaremos y enfrentaremos al Enjambre. La galaxia merece un nuevo amanecer”.
Los Guardianes asintieron. “Entonces, elegida, ve y cumple tu destino”.
La resistencia estaba lista. Eva lideraría la carga hacia la fuente del Enjambre. Las estrellas brillaban con esperanza, y el abismo estelar seguía acechando. Pero Eva sabía que no estaba sola. La galaxia entera estaba con ella.
Eva se paró frente a la resistencia, su silueta recortada contra el resplandor de las estrellas. “La elección ha sido hecha”, anunció con voz clara y poderosa. “No nos rendiremos ante la oscuridad del Enjambre. Juntos, como una sola entidad, enfrentaremos este mal y traeremos un nuevo amanecer para la galaxia.”
Los miembros de la resistencia levantaron sus armas en señal de solidaridad, sus rostros iluminados por la determinación. “¡Por la humanidad!”, gritaron al unísono, y el sonido de su unidad resonó a través del vacío del espacio.
Eva lideró la marcha hacia la fuente del Enjambre, cada paso reforzado por la fuerza de la verdad que ahora llevaba en su corazón. El abismo estelar, una vez una amenaza, ahora era un recordatorio de su destino.
La batalla final estaba cerca, y aunque el Enjambre era formidable, la resistencia tenía algo más poderoso de su lado: la esperanza y la promesa de un futuro renacido. Con cada estrella como testigo, Eva y su resistencia se adentraron en la noche, listos para luchar por el amanecer que todos merecían.