El Último Amanecer

Sombras Del Pasado

La cueva parecía contener la respiración cuando una nueva sombra emergió del altar. Era una figura imponente, envuelta en un manto de oscuridad tan denso que parecía absorber toda la luz a su alrededor. Su presencia era como un eclipse total, un agujero negro de maldad y poder.

— Leonel... Adriel... pensaron que podrían escapar de mí. Pero los he encontrado, y esta vez no habrá escape.

La voz del enemigo era un susurro frío, como el crujido de hojas secas bajo el peso de la noche. Sus ojos, dos abismos de oscuridad, miraban a los gemelos con una intensidad que helaba el alma.

Leonel (pensando): ¿Quién es este ser? Su poder... es abrumador.

Adriel, sintiendo la amenaza, se lanzó hacia adelante sin pensarlo dos veces. La luz de Miguel brillaba intensamente en su interior, su determinación era un faro de esperanza en la oscuridad.

— No permitiremos que destruyas nuestra esperanza. ¡Miguel, conmigo!

La batalla comenzó con una explosión de luz y sombra. Adriel, guiado por Miguel, atacaba con una furia celestial, sus golpes eran rayos de luz pura que cortaban a través de la oscuridad. El enemigo, sin embargo, se movía con una agilidad sobrenatural, sus contragolpes eran sombras vivas que parecían tener voluntad propia.

— Eres fuerte, Adriel, pero no lo suficiente como para venderme.

Mientras Adriel y el enemigo se enfrentaban, Leonel permanecía inmovilizado. El ritual había despertado algo profundo en Luzbel, y sus recuerdos comenzaban a fluir como un río desbordado. Cada imagen era un fragmento de su antigua vida, momentos de gloria y amistad compartidos con Miguel en el cielo.

Luzbel (en la mente de Leonel): Recuerdo... recuerdo el cielo azul, las melodías de las esferas, y a Miguel, siempre a mi lado.

Los recuerdos de Luzbel eran como destellos de luz en la oscuridad, escenas de un pasado lleno de felicidad y paz. Veía a Miguel, su compañero, amigo y hermano, caminando a su lado en jardines celestiales, compartiendo risas y sueños de eternidad.

— Miguel, siempre fuiste mi guía y mi fuerza. Recordarte me llena de una alegría inmensa — decía Luzbel.

Esta conexión renovada con su pasado fortalecía a Luzbel, y esa fuerza se transmitía a Leonel. Sentía que su cuerpo se llenaba de una energía nueva, una mezcla de luz y esperanza que lo sacaba de su inmovilidad.

— Luzbel, estamos juntos en esto. No te dejaré solo — susurró Leonel.

Adriel, mientras tanto, luchaba con todas sus fuerzas, pero el enemigo era formidable. En un momento de distracción, una sombra se alzó para herirlo de gravedad. Adriel sintió la frialdad de la muerte acercándose, pero antes de que el golpe mortal lo alcanzara, Leonel intervino.

— ¡No esta vez! — exclamó Leonel salvando a su gemelo.

Con una explosión de luz, Leonel y Luzbel se lanzaron contra el enemigo, sus fuerzas combinadas eran una tormenta de poder celestial. La sorpresa en los ojos del enemigo fue evidente, su cuerpo oscurecido retrocedió ante la pureza de su ataque.

— ¡Esto no es posible! — exclamó estupefacto el enemigo.

La unión de Leonel y Luzbel no solo salvó a Adriel, sino que también fortaleció a Miguel. Sentía el cambio en su hermano, la redención y la alegría de Luzbel, y eso alimentaba su propia luz, haciéndola brillar más intensamente.

Miguel (en la mente de Adriel): Luzbel... hermano, siento tu luz. Juntos, somos invencibles. Por fin volviste, tal como lo dijo Dios. Era cuestión de tiempo.

La cueva se llenó de una luz cegadora, la oscuridad parecía retroceder ante la fuerza combinada de los gemelos y los arcángeles. Pero el enemigo, con una última muestra de maldad, invocó una oscura niebla que llenó el espacio, oscureciendo su visión y creando un caos que podía usar a su favor.

— Aún no han ganado. La oscuridad es mi aliada.

Leonel y Adriel, espalda contra espalda, se prepararon para el próximo ataque. La niebla oscura los rodeaba, como un mar tempestuoso, sus ojos apenas podían ver más allá de unos pocos pasos.

Leonel (pensando): Adriel, estamos juntos en esto. No importa lo que venga, no nos separarán.

Adriel (pensando) : Sí, Leonel. Juntos, enfrentaremos cualquier oscuridad.

En medio de la niebla, la comunicación entre Luzbel y Miguel volvió a ser tan clara y fuerte como en los tiempos antiguos. Sus pensamientos fluían juntos, sus energías se entrelazaban, creando un escudo de luz que protegía a los gemelos de la maldad que los rodeaba.

— Miguel, juntos hemos enfrentado sombras antes. No dejaremos que esta nos venza.

— Estamos más fuertes que nunca, Luzbel. Nuestra luz brillará en la oscuridad como hace eones solía hacerlo.

Los gemelos, unidos y preparados, estaban rodeados por la oscura niebla. La batalla por la redención y la luz continuaba, pero con la fuerza de su vínculo y la esperanza en sus corazones, estaban listos para enfrentar cualquier desafío y reclamar su lugar en la luz eterna.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.