Vuelvo a mirar a Saurs, no sé porque busco en él una manera de escapar. Por su expresión me doy cuenta de que no puede hacer nada para detener toda esta estupidez. Termino viéndome obligada a seguir al rey.
Me coloca delante de la jaula y la sombra se vuelve más nerviosa. Parecía querer acercarse a mi ¿estará bajo dominio de Diamen con la orden de matarme? No lo sé, es extraño, parece que quisiera que la ayude ¿Cómo hacer que pueda escapar? Por otro lado no debería hacerlo, sería una más para que Diamen controle a su antojo. Dios. No sé qué hacer.
— ¿Y bien?— murmura el rey.
—No lo hare, ni siquiera sé cómo hacerlo— su ceño se frunció
—Adaonn esta no es la forma, todavía no sabe que es lo que tiene que hacer— aun así ignoro completamente a Saurs.
—Si lo pudiste hacer una vez, lo puedes hacer dos, quiero ver como lo haces— esto es solo uno más de sus caprichos, no se a dónde quiere llegar —Si no lo haces por tu cuenta tendré que obligarte.
Lo mire fijamente sin entender que es lo que iba a hacer. Luego la volví a la sombra que seguía chillando ahí dentro mientras él se alejaba de mi campo de visión. Tenía miedo, obvio que sí, esa alma podría matarme ciegamente para tener el favor de Diamen.
Segundos después siento que alguien me empuja con fuerza y los gritos de Addalia y Saurs resonando en toda la habitación.
—No— gire hacia donde él estaba, mi visión estaba borrosa y se veía azulada.
Corría hacia mí, pero antes de llegar donde estaba algo lo empujo lejos. Ahí comprendí todo, estaba dentro de la jaula con la sombra.
El pánico me invadió completamente, la figura enfrente de mí comenzó a gritar con más fuerza, a tal punto que me hacía doler los oídos.
— ¡Por favor deténgase! ¡La matara!— Addalia comenzó a gritar mientras intentaba acercarse.
— ¡Sáquenla de aquí!— grito Adaonn
Desapareció de la habitación sujetada por los sirvientes del rey. Saurs comenzaba a levantarse, recuperando la conciencia. Yo en cambio estaba a punto de desmayarme. Me tenía arrinconada contra la pared, procure no moverme para no alarmarla. Mi vida dependía de cuan sigilosa tenía que ser, creo yo.
Comenzó a acercarse lento, parecía tratar de descubrir quién era. Cuando estuvo a unos metros de mí, grito con fuerza rompiendo algunos vidrios de la habitación. Se abalanzó hacia mí y no pude evitar gritar, iba a matarme en segundos.
— ¡Eileen! ¡No!— escuche la voz de Saurs.
—Alto— esa voz...
Las velas se apagaron y la sala solo quedo iluminada por la luz que largaba la jaula donde estaba encerrada. Pero cada vez veía menos, la habitación había comenzado a llenarse de humo, pero no había fuego. Lo único que falta seria que...
—Diamen...— escuche la voz del rey que parecía asombrado con su presencia.
La sombra estaba inmóvil delante de mí y el humo poco a poco se iba disolviendo, dejándome ver la inigualable figura de Diamen sosteniendo al rey del cuello. Cuando Saurs lo noto corrió hacia ellos, pero vi como su cuerpo volaba por el aire y quedaba pegado en la pared a unos cuantos metros del suelo. De seguro Diamen lo controlaba.
—Suéltalo
—Este hombre egoísta e inútil no merece vivir, puede que tu no, pero se lo que trama con ella— deje de mirar la sombra para ver la escena a mi lado ¿de qué habla?
—Ni se te ocurra tocarla— grito Saurs desde la pared.
—Ya lo he hecho— maldito ¿por qué tiene que decirlo? —y no dejare que nadie más lo haga, si tiene que morir lo decidiré yo— lo bellos de mi cuerpo se erizaron después de oír eso.
—Atrévete a ponerle un dedo encima y...
— ¿Y qué Saurs? Eres igual o peor de inútil que este hombre que está aquí— el rey ni siquiera se movía creo que estaba en un ataque de pánico.
Mientras seguían discutiendo fije mi vista en la sombra delante de mí seguía sollozando. Pero esta vez pude ver algo distinto, algo que antes no me había dado cuenta seguramente por el miedo. En el centro de ella podía ver una pequeña lucecita. Nunca la había visto. Me acerque a ella, con cuidado de que no se moviera y fije mi vista en eso que había descubierto. Conforme avanzaba esta se iba agrandando, dejándome ver algo que me dejo helada. Podía ver una persona, era un hombre, joven. Sus manos envolvían sus piernas y parecía llorar desesperado.
Es el alma sufriendo dentro de este ser. Los sollozos que larga son el eco de lo que llora ahí dentro. Sentí tanta pena que comencé a llorar también. Vaya a saber cuánto tiempo hace que esta así.
—Eileen ¡no te acerques!— la voz de Saurs resonó en toda la habitación.
Diamen en cambio me miraba detrás de su capa, podía sentir sus ojos clavados en mí, esperando algo. El rey seguía prisionero de su mano y luchaba inútilmente por zafarse.