El Último Ángel

Capítulo XVI

Como era de esperarse, Saurs se fue a cenar con el rey, luego de darme las indicaciones de que tenía que hacer y a qué hora ir a su cuarto. Por mi parte, antes de ir a comer con el rey, prefiero no hacerlo. Antes de que me encuentre Botfyt para darme la invitación de todos los días, me escabullí en secreto hasta llegar al comedor.

Estaba minado de gente y sin duda espero que eso ayude a que no me encuentren. A lo lejos vi una mano alzarse y sonreí al ver a mis amigos. Solté una risa cuando vi a Addalia con la boca tan llena que parecía que le iban reventar las mejillas.

Gerlson la miraba con cierta ternura, por lo que me dio a entender que mi querido amigo ya se estaba dando cuenta de lo que sentía por ella ¡Bien Gerlson! ¡Era hora! Ahora todo depende del coraje que tenga para enfrentarla, y, es que, sin duda, Addalia era complicada. No hablo de su carácter, sino que ella no se da cuenta de absolutamente de nada. Asique mi pobre Gerlson solo le queda ser lo más directo posible para que ella lo entienda. O podría ayudarlo un poco. Eso sí, antes tengo que hablarlo con él.

La cena transcurría lo mas bien. Los escuchaba decir bobadas a cada segundo. Haciéndome sonreír a cada momento. Pero entendí por qué lo hacía, creo que tratan de hacerme sentir bien después de estar tanto tiempo encerrada.

Escuche un golpe detrás de mí y me gire para observar a un minotauro en el suelo junto a un duende. Se sobaban el cuerpo claramente adoloridos. Addalia se tapaba la boca tratando de oprimir sus risa, no pude evitar darle un codazo para que se calamara.

— Mierda Kroe, es la segunda vez en esta semana.

— Lo siento Moph, no me acostumbro a mirar hacia abajo— parecía que se conocían muy bien.

Bueno aunque pensándolo bien si se chocan dos veces en la misma semana, debe haber habido muchas más antes, es obvio que lo conocería. Un pequeño duendecito apareció de debajo de la mesa y se colgó de Moph, el duende. Al cabo de uno segundo había siete de ellos.

Me maraville al ver unos seres tan pequeñitos como ellos. Eran súper adorables. Uno de ellos se giró a mirarme y no pude evitar sonrojarme. Me quede pasmada mirando la escena con tanta curiosidad que termine sintiendo vergüenza. Eso me pasa por curiosa.

— Chicos ¡Chicos!— grito de repente haciendo que todos lo miraran —miren ¡es ella!

Se acercaron rápido a mí y tuve que bajarme de mi banco para poder llegar un poco más a su estatura. cruce las piernas sentada en el suelo, con siete pequeñines mirándome con una enorme sonrisa.

— Niños, esta cenando, no la molesten.

— Oh, por favor, —murmure —déjeme hablar con ellos.

Morph asintió con una sonrisa, junto a Kroen. Uno de ellos, trepó por mi pierna acercándose más a mí. Son realmente adorables.

— Señorita...

— Mi nombre es Eileen— le sonreí.

— Eileen, ¿me deja tocar sus alas?

— ¡Joy!— lo reprendió su padre, pero a mí no me molestaba.

— Pues claro.

Terminado de decir eso, tenía siete pequeñines saltando a mí alrededor para también hacerlo. Lo cual me hizo reír. Cada uno tomo su turno para pasar por detrás de mí. Entre mis alas y mi espalda, reían como si estuvieran en algún lugar, creado por su imaginación. Me hacían cosquillas y de vez en cuando daba un respingo tratando de ocultarlo.

— Bien niños, eso es todo, dejen comer a Eileen. A su madre no le gustara saber que todavía no han cenado— vi cómo se ponían rígidos y seguían a su padre asustados.

Creo que tienen una madre bastante autoritaria.

— Adiós Eileen— Joy se acercó y tomo mi dedo índice con una enorme sonrisa.

— Adiós Joy, ven a saludarme más seguido.

Asintió con una sonrisa y se fue con su padre. La escena me había parecido tan especial que estaba en un punto de alegría distinto para mí. Es que en otro momento, no tuve mucho contacto con las personas de aquí. Eso es porque Adaonn me obligaba a comer en su mesa. Me perdí de toda esta aura de familiaridad por culpa del viejo egoísta y caprichoso que tenía como rey.

Me levante del suelo totalmente incomoda por las decenas de ojos observándome. Addalia y Gerlson me miraban con una amplia sonrisa.

— ¿Qué?

— Bueno eso fue lindo de tu parte

— En realidad para mí fue lindo de su parte, fue muy agradable. Ya sabes que no conozco mucho a las personas de aquí— murmuro tomando asiento.

Seguimos cenando tranquilos, charlando y comentando cosas que habían pasado y que podrían pasar. Notaba el miedo en sus rostros y eso me disgustaba. Viven con el miedo.

Cuando llego la hora de irnos a dormir. Addalia y Gerlson se despidieron para ir rumbo a sus habitaciones. Yo no lo hice. Había alguien que me estaba esperando, y también esperaba las jugosas jurelias que llevaba en mi bolso.

Lo vi bajo mi balcón y comenzó a removerse a medida que me acercaba. Tiene un olfato muy refinado mi pequeño gran Zed. Levanto la cabeza y me rugió en bienvenida.

— Calla bobo que estas jurelias no las tengo porque me las regalaron— le dije acariciando su cabeza, si supieran que saco jurelias a escondidas de las cosecha para dárselas a Zed.



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En el texto hay: angeles, demonios, angeles caidos

Editado: 26.09.2018

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