Estaba, en cierto grado, completamente segura de lo que iba a decirme. Pero me era imposible idear un plan de huida cuando mi mente estaba concentrada solamente en sentir, potenciado en un millón de veces, el calor que emanaban sus manos en las partes que estaba tocando. Junto con esa sensación, apareció el cálido recuerdo de esa noche juntos, lo que logro que ahora, el calor que sentía en zonas específicas, se propagara a todo mi cuerpo.
No me miraba, tampoco hablaba. Sus ojos estaban fijos hacia el horizonte.
No se cuánto tiempo volamos en un silencio que hasta me incómodo. Tal vez por el hecho de que quería escuchar su voz, me parecía hasta imprescindible memorizar cada tono para tener un claro recuerdo de cómo se escuchaba cuando ya no esté aquí. Eso no ayudara a que lo olvide, lo sé, y me estoy insultando internamente por ser débil.
Llegamos hasta una montaña completamente cubierta blanca. Era fácil darse cuenta el frio que debía hacer por aquí ¡Bendita sean las alas!
Diamen se alejó un poco de mí, agradecí eso, me servía para tener la mente más calmada. Observaba el resto del mundo que yo no conocía. Más allá del bosque en al que ya me había acostumbrado, todo era blanco. Solo nieve. No había absolutamente nada.
— A mí también me gustaría volver a ver el mundo lleno de vida. No tienes idea de lo hermoso que es.
— Eso volvería si pararas todo esto— murmure lo suficientemente alto para que me oyera.
— No es tan simple como crees—. Poco a poco se quitó la tela que le cubría el rostro.
Aspire con fuerza tratando de mantener la tranquilidad y calamar un poco la ola de emociones que el simple hecho de verlo me había ocasionado.
— Entonces explícamelo. Sé que hay más, que hay una parte de la historia de la que no me entero.
— Hay mucho más de lo que solo ven los ojos, pero nadie lo sabe, solo yo—. No soportaba que me hablara sin mirarme.
No pude evitar acercarme hasta ponerme delante de él. Fue ahí cuando por fin sus ojos se posaron en los míos ¡Gracias mundo por esta maravillosa sensación!
— Necesito saberla—. De eso puede depender lo que decida.
— ¿Para qué? ¿Me darás tus alas si lo comparto contigo?—. Va más allá de eso.
— No, mis alas no están en discusión.
— ¿Entiendes que eso te hace parte de mis enemigos? Incluso eres el peor de todos—. Me paralice al escuchar eso por el dolor que me causo—. El peor porque no puedo hacerte daño.
— ¿Por qué?
Ni se porque pregunte eso en un susurro casi inaudible, pero parecía que el tenía la respuesta de porque a mí me pasaba también. Pero no dijo absolutamente nada. Simplemente se quedó en silencio, hasta que se volvió a alejar. Algo en su mirada me dejaba ver que lo hacía para evitar hacer algo. Pero no lo entendí muy bien. Negó con la cabeza para luego frotarse el rostro con sus manos. Y gritó, gritó con tanta fuerza y furia que hizo vibrar la nieve debajo de mí. Hasta temí por una avalancha. Pero ese miedo era casi nulo con la impresión que me había dado el enojo que me pudo transmitir todo eso.
— Saben que mi obsesión está llegando al límite—. Cambio de tema, creo que es mejor así.
— Es que esto debe parar, ni siquiera es bueno para ti. Tanta presión tanto peligro...
— Eileen, hablo de ti—. Ahora si estaba petrificada—. Esto me está llevando a la ruina. Sé que mi peor transgresión es querer tenerte para mí. Eso me destruirá.
Simplemente no sabía que decir. Pero lo que si sabía es que todo se volvería difícil después de escuchar eso. Me encantaría gritarle en la cara que no quiero estar sin él, pero sé que no es prudente, que nada cambiara si lo sabe o no.
Suspiro volviendo su vista hacia mí, parecía preocupado.
— De todas maneras, no era eso lo que quería hablar. Algo anda mal.
— Siempre algo anda mal, es parte de lo que tu hiciste con el mundo—. creo que mis palabras lo tensaron, pero no dije nada que él no sepa.
— Hablo de más allá del mundo, hablo de dónde venimos.
— ¿El cielo? ¿Qué sucede allí?
— No lo sé, sinceramente, pero no augura nada bueno—. Genial, más problemas a la suma que ya hay aquí.
— ¿Por qué no me sorprende?
— Escucha Eileen...—. Una sacudida invadió completamente en mi cuerpo, inundada de emociones, cuando sus manos se posaron en mis hombros— si algo planea era la que más está en peligro de todos nosotros—. No me digas alguien quiere matarme.
— ¿Por qué yo?
— Porque eres la única que aún conserva las alas blancas—. Un momento ¿Qué?
Eso mismo es lo que no entiendo ¿desde cuándo la cosa cambio al punto de que tener alas blancas sea malo y las negras sean buenas?
— Explícamelo, porque no logro entender porque es algo malo.
— Los ángeles de alas negras están bajo mi poder, o sea, están obligados a hacer lo que yo ordene ¿recuerdas cuando no podías moverte cuando yo te lo dije?