Marcus Smith.
Yo tenía 19 años cuando en un resplandeciente junio, iba con el corazón lleno de alegría y de felicidad, al regresar a la tierra que me vió nacer.
El día se tornaba de un color gris oscuro, ya que grandes nubarrones de un color gris intenso, amenazaban con dejar caer un gran diluvio. El sol se ocultaba tras los grandes nubarrones, y se podía escuchar como las nubes rugía entre sus amenazantes truenos y relámpagos. Era un día de tormenta, un día frío, un día que no encajaba con el acontecimiento destinado para ese día, o eso creía yo.
El taxi paró en aquella mansión, en donde 15 años atrás me despedía de aquellas personas a las que tanto quería. Bajé del taxi, tomé mi equipaje y me dispuse a entrar en la propiedad, ya que había pagado el taxi antes de bajar.
Mientras me dirigía hacia la puerta pude ver qué la mansión seguía tan llena de vida como la recordaba.
Toqué el timbre y luego de unos minutos, mi madre abrió la puerta. Estaba tan hermosa como siempre, vestía un hermoso vestido azul, el cual caía delicadamente hasta sus pantorrillas. Mi madre enceguida se abalanzo hacia mis brazos, juntandonos en un tierno abrazo.
Veronica De Smith — hola hijo mío, me alegra tanto tenerte en casa. Te eché mucho de menosb— Dijo mi madre mientras que soltaba su agarre en mi.
Marcus Smith — yo también te eché de menos madre.
Entramos a la mansión, allí se encontraba Beatriz, mi hermana mayor y Joaquín, mi padre. Dejé las maletas en el suelo y fuí a saludarlos. Mi padre y mi hermana me recibieron llenos de alegría y gozo, me sentía tan bien en los brazos de aquellas personas que tanto quería.
Minutos después subí a instalarme en la que sería mi nueva habitación durante mis estudios, ya que tenía planeado independizarme por completo al terminar mi preparación.
(...)
Una vez terminé de instalarme, me dí una larga ducha, pues estaba cansado por el viaje. Al terminar de ducharme me vestí, salí de mi habitación y bajé las escaleras. Al llegar a la sala me encontré con mi madre, quién estaba hablando con mi hermana.
Marcus Smith — madre, iré a visitar a Belinda —Dije al llegar al lugar en dónde estaban —
Veronica De Smith — okay, ¿Recuerdas la dirección?
Marcus Smith — no, ¿Me la puedes dar? Porfavor.
Veronica De Smith — claro que sí hijo, acompáñame — Dijo mi madre dirigiéndose a su estudio.
Mi madre me dió la dirección de la casa de Belinda y me prestó su coche, ya que la casa de Belinda no quedaba muy cerca de la casa de mis padres.
Me puse en marcha sin darle importancia los truenos y relámpagos que advertían de una futura tormenta, pues ya había esperado bastante para poder volverla a verla y estaba demasiado ansioso.
Al llegar a la dirección indicada, estacioné el auto y fuí directamente a la puerta delantera de la mansión. La mansión era grande, incluso más que la de mis padres. Toqué el timbre y esperé por unos minutos, una trabajadora doméstica abrió la puerta, ésta se notaba que era de una edad avanzada.
La trabajadora me dejó entrar, me condujo hasta la sala y me pidió que tomara asiento y esperara a que ella fuera a buscar a Belinda. Hice caso a lo que me pedía y tomé asiento, unos minutos más tarde ví como bajaba por las escaleras.
Era hermosa, tenía ojos café, cabello negro; el cual caía hasta su sintura, piel bronseada, labios carnosos los cuales, estaban pintados de un tono rojo. Era de aproximadamente 1.65m, su cuerpo era una obra de arte; se podía apreciar unos senos pequeños, que encajaban perfectamente con su pequeña sintura y anchas caderas.
Ella bajaba por las escaleras con la vista puesta en su celular, llevaba un lindo vestido corto de color negro, el cual dejaba ver sus hermosas piernas, y sus delgados y sencillos brazos.
Belinda apartó la vista de su celular y enseguida sus ojos se toparon con los míos. Sus ojos se abrieron grandemente al ver mi rostro.
Belinda Brown — ¡Marcus! — exclamó apresurando su paso para así, terminar de bajar las escaleras y llegar hasta donde yo estába. —
Marcus Smith — hola Belinda. — dije mirándola a los ojos. —
Nos quedamos mirándonos a los ojos por un momento, sus ojos me cautivaron, dejándome totalmente hipnotizado en aquella mirada color café. En un momento dejé de mirar sus ojos para bajar la mirada lentamente hasta sus labios, los cuales dibujaban una hermosa sonrisa. Tomé su mano delicadamente y dejé un tierno beso.
Belinda Brown — ¿Porqué no me dijiste que vendrías hoy?
Marcus Smith — quise darte una sorpresa.
Belinda Brown — pues conseguiste tu objetivo — dijo regalandome una sonrisa — siéntate porfavor.
Tomé asiento en un sofá y ella en un sillón. Duramos un tiempo hablando sobre todo en general, aveces la situación se ponía incómoda ya que después de 15 años era algo extraño hablar en persona.
Los truenos se hicieron más fuertes y enseguida escuché como el agua de la lluvia empezaba a caer a montones.
Belinda Brown.
Ya era junio y yo acaba de salir de vacaciones, en unos meses me inscribiría en la universidad. Eran las 3:45 P.M. cuando Ana una de las trabajadoras doméstica de la casa me avisó que tenía visitas.
Enseguida bajé para ver quién era, mientras bajaba las escaleras estaba mensajeandome con Jessica mi mejor amiga. Al sentir una mirada penetrante, aparté la vista de mi celular y no podía creerlo que estaba viendo.
Belinda Brown — ¡Marcus! — exclamé al verlo.
Se veía aún mejor que en las fotos, tenía una altura de aproximadamente 1.89 mt. Cabello castaño, piel clara, ojos de un hermoso tono gris, labios no muy grande de un tono rosa palido. Era de facciones fuertes, se notaba que hacía ejercicio.