Nunca era un buen momento para detenerme a pensar en cómo iba a morir.
La sola idea me provocaba arcadas.
Pero ahora, mientras espero que la muerte llegue en nuestra cama, lo único que puedo pensar es en tus ojos color miel, el dolor que me provoca irme de este mundo es insuperable.
No quiero irme.
Intento ignorar el hedor del vómito que penetra mis fosas nasales, el dolor que me provoca moverme y en la absurda idea que, luego de tanta lucha, el final que tanto había deseado estaba presente.
Pero no estaba lista.
Quería ser egoísta y tener más tiempo contigo.
Por supuesto que no podía alargar el tiempo.
Dios mío, solo quisiera verte sonreír una vez más,
Verte sonreír aliviaba el dolor muchas veces,
Sigue viviendo por los dos, William.
Te amo, espero encontrarte en la otra vida, si es que hay.