El Último Brindis

(6) El Rastro del Veneno

La confesión forzada de Pamela y la reacción de Bruno habían sido cruciales, pero Maura sabía que solo habían destapado una parte del rompecabezas. La relación secreta y los problemas financieros de Bruno eran un motivo potente, sí, pero no el único. El cianuro, y su particularidad de ser una preparación "especial", seguía siendo una pieza crucial.

Erasmo– , dijo Maura, apoyándose en el escritorio de Berta, –necesito que investigues proveedores de cianuro. No solo industriales, sino también químicos especializados, laboratorios de investigación, o incluso fuentes menos... ortodoxas. Este no es un veneno de 'quita y pon'.–

Entendido, detective– , respondió Erasmo, ya tecleando en su tableta. –También estoy revisando el inventario de la mansión. Berta Leitao era una mujer metódica, tenía de todo. Quizás había productos químicos que pudieran ser precursores.–

Maura se quedó pensativa. ¿Quién en esta casa, además de un criminal profesional, tendría el conocimiento o el acceso a una sustancia tan específica? Su mente volvió a Darío, el nieto "nerd". La palabra "nerd" no era una descripción completa; podría significar un intelecto agudo, una mente curiosa, quizás con un interés en ciencias que nadie más conocía.

Erasmo, ¿podrías traer a Darío de nuevo?– , pidió Maura. –Quiero hablar con él una vez más. Sin formalidades.–

Darío entró en el estudio con su habitual timidez, pero sus ojos detrás de los cristales de sus gafas mostraban una curiosidad inusual. Se sentó, encogido, esperando.

Darío– Maura comenzó con voz suave, –no te vamos a interrogar, solo quiero entender un poco más sobre tus intereses. ¿Qué te gusta estudiar o leer?–

Darío se animó ligeramente. –Me gusta la química, la física, la biología... cosas de ciencias. Me encantan los experimentos.–

Una punzada de intuición recorrió a Maura. –Vaya, eso es interesante. ¿Tienes algún laboratorio o espacio donde hagas experimentos?–

En el sótano– , respondió Darío, señalando vagamente. –La abuela Berta me dejó un rincón allí para mis cosas. Dice que es 'mi pequeño laboratorio'– . Una sonrisa genuina, por primera vez, cruzó su rostro. –A veces hago experimentos con plantas, con reacciones químicas, solo por diversión.–

El corazón de Maura dio un vuelco. –Darío, ¿alguna vez has manejado sustancias tóxicas? ¿O te has interesado en venenos, por curiosidad científica?

Darío se encogió de hombros, la sonrisa desapareció. –Solo he leído sobre ellos en libros. Son fascinantes, pero peligrosos. Nunca tocaría algo así.– Miró a Maura con inocencia. –Sé que es veneno lo que mató a la abuela. Leí el informe policial en línea.–

Maura asintió, notando la frialdad con la que Darío se refería a la muerte de su abuela. ¿Pura inocencia o una fachada? –Gracias, Darío. Eso es todo por ahora.–

Mientras Darío salía, Maura le ordenó a Erasmo:

Asegúrate de que revisen el 'laboratorio' de Darío en el sótano. Cualquier químico, cualquier libro sobre toxicología. Y discreción absoluta.–

Luego, Maura llamó a Ernesto y Freda de nuevo. Su ambición y su relación tensa con Berta los mantenían en la lista de sospechosos principales, ahora con la certeza de que Berta había sido amenazada con desheredar a Pamela.

Señor Ernesto, señora Freda– , Maura comenzó.

Hemos sabido que la señora Berta había amenazado con desheredar a su hermana, Pamela, si seguía con ciertas 'relaciones'. ¿Sabían ustedes de esto?–

Ernesto intercambió una mirada rápida con Freda.

Mamá era una mujer de convicciones. Si Pamela la decepcionaba, era su decisión.– Su tono era calculador, no de sorpresa.

Freda sonrió ligeramente. –Berta siempre fue una mujer de principios. Y de decisiones firmes. Aunque, claro, no siempre justas.–

¿Y cómo creen que afectaría eso a la herencia principal?– preguntó Maura. –Si una parte se eliminaba, ¿el resto se redistribuiría?–

Ernesto se enderezó, sus ojos brillaron. –Es lo más probable. Sería lo justo. Después de todo, yo soy el hijo. Y Abigail es... Abigail.– Había un desdén apenas velado hacia su hermana, una confirmación de la rivalidad que Maura ya había percibido.

Maura los observó. La ambición de Ernesto era casi palpable, y Freda era el motor que impulsaba esa ambición. ¿Podrían haber visto la muerte de Berta como una oportunidad para consolidar su poder y asegurar una mayor porción de la herencia, especialmente si la rama de Pamela perdía su parte?

En ese momento, un oficial entró con un hallazgo de última hora. –Detective, hemos encontrado esto entre las pertenencias de la señora Berta en su dormitorio.– Era un sobre lacrado, dirigido a su abogado. –El abogado dice que es el último borrador de su testamento. Fue escrito hace solo unos días, y no lo había leído.–

Maura abrió el sobre con sumo cuidado. Dentro había un documento: un nuevo testamento, fechado apenas 48 horas antes de la fiesta. Sus ojos recorrieron las páginas. En una cláusula, se especificaba que, debido a "actos de deslealtad y traición", la participación de Pamela en la herencia se reducía drásticamente y una porción considerable de sus acciones se redistribuiría... directamente a Ernesto Leitao y a su hijo, Fabricio.

Pero el giro más sorprendente fue al final: Berta había añadido una cláusula especial donde se detallaba una suma considerable de dinero destinada a una organización benéfica de investigación médica, y que la gestión de esta donación sería supervisada por Darío Leitao, su nieto, por su "brillante mente y su capacidad para la investigación".

Maura sintió un nudo en el estómago. El testamento de Berta era un polvorín. No solo desheredaba a Pamela, lo que le daba a Bruno un motivo desesperado, sino que también beneficiaba enormemente a Ernesto y Fabricio, y le daba a Darío una posición de poder e influencia. Todos tenían, de repente, un motivo mucho más claro para que ese testamento, o el anterior, fuera el que entrara en vigor...



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En el texto hay: crimen, detective, policiaco

Editado: 31.08.2025

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