Charlotte.
La biblioteca de la ciudad siempre había sido un refugio para mí, un lugar donde podía perderme entre las páginas de los libros y olvidar el mundo exterior. Pero hoy, mientras caminaba entre las estanterías junto a Gabriel, el peso de nuestra misión me mantenía anclada en la realidad. Las estanterías se alzaban imponentes a nuestro alrededor, y el silencio reverente solo era interrumpido por el suave crujido de las páginas al pasar.
—¿Recuerdas la última vez que estuvimos aquí? —preguntó Gabriel, con una sonrisa nostálgica mientras hojeaba un libro polvoriento.
Levanté la vista de un tomo antiguo y sonreí. —Sí, fue para ese proyecto de historia en la secundaria. Pasamos horas buscando información sobre la Inquisición.
—Y terminamos encontrando más sobre cómo hacer trampas en los exámenes que sobre la Inquisición —rió Gabriel.
Me uní a su risa, pero pronto mi expresión se tornó seria al recordar la razón por la que estábamos allí. —Gabriel, esto es diferente. Estamos tratando con algo mucho más peligroso.
Gabriel asintió, su rostro también se volvió grave. —Lo sé, pero no podemos perder la esperanza. Encontraremos la manera de detener a Azazel.
Mientras continuábamos buscando, no podía evitar sentirme confundida. Gabriel siempre había sido mi mejor amigo, mi confidente. Pero en esos momentos de tensión, cuando nuestras manos se rozaban al alcanzar un libro o cuando nuestras miradas se encontraban, sentía algo más. Algo que no podía definir.
—Mira esto —dijo Gabriel, interrumpiendo mis pensamientos. Había encontrado un libro antiguo con una cubierta de cuero desgastada. —Parece que tiene información sobre demonios antiguos.
Me acerqué para mirar el libro, y nuestros hombros se rozaron. Un escalofrío recorrió mi espalda, pero no era de miedo. —¿Crees que aquí encontraremos algo útil?
—Espero que sí —respondió Gabriel, abriendo el libro con cuidado. —Mira, aquí hay una sección sobre Azazel.
Mientras leíamos juntos, no podía evitar recordar los momentos que habíamos compartido. Las bromas, las risas, los secretos. Pero ahora, había algo más en el aire. Una tensión que no podía ignorar.
—¿Recuerdas cuando intentaste enseñarme a bailar para el baile de graduación? —preguntó Gabriel de repente, con una sonrisa traviesa.
Reí, sacudiendo la cabeza. —Sí, y terminamos tropezando y cayendo al suelo. Fue un desastre.
—Pero fue divertido —dijo Gabriel, mirándome a los ojos. —Siempre hemos sido un buen equipo, ¿verdad?
Sentí mi corazón latir más rápido. —Sí, siempre lo hemos sido.
El silencio se instaló entre nosotros, cargado de palabras no dichas. Me obligué a concentrarme en el libro, pero no podía dejar de pensar en lo que sentía. ¿Era posible que Gabriel significara algo más para mí? ¿Algo más que un amigo?
—Aquí dice que Azazel puede ser desterrado con un ritual específico —dijo Gabriel, rompiendo el silencio. —Necesitamos encontrar los ingredientes y realizarlo antes de que sea demasiado tarde.
Asentí, tratando de enfocarme en la tarea. Pero mientras seguíamos leyendo, no podía evitar preguntarme si, además de enfrentar a un demonio, también tendría que enfrentar mis propios sentimientos.
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Editado: 29.10.2024