Charlotte.
Me desperté en medio de la noche, el silencio de la casa de Dorothy era casi palpable. Habíamos pasado todo el día practicando los diferentes hechizos del libro, y finalmente había descubierto el gran potencial que tenía. Acepté que era una bruja, algo que siempre había sentido en el fondo de mi ser, aunque lo negara.
Estaba durmiendo en la mesa junto a Gabriel, ambos nos habíamos quedado dormidos mientras leíamos. Me levanté lentamente, sintiendo una inquietud inexplicable. Un susurro siniestro, pero familiar, resonaba en mi mente, llamándome, invitándome al cementerio. La voz me parecía la de Víctor, mi difunto novio. Pero al despertar y ya no oír la voz, lo asocié a un sueño.
Mis ojos encontraron el rostro de Gabriel, que dormía pacíficamente sobre el libro encima de la mesa. Sus pestañas negras eran sorprendentemente largas y atractivas, y sus labios… sus labios eran tentadores. Me di cuenta de que quería tocarlos, y luego besarlos.
Con el impulso del momento, me acerqué lentamente, acariciando su pelo negro. Mi corazón latía con fuerza mientras me inclinaba y lo besaba castamente en la boca. Gabriel se agitó un momento, y asustada, me retiré abruptamente hacia atrás, terminando en el suelo. Afortunadamente, Gabriel no se despertó.
Sentada en el suelo, me di cuenta de mis verdaderos sentimientos hacia Gabriel. Siempre había sido mi mejor amigo, mi confidente, pero ahora sabía que era más que eso. Estaba por despertarlo para discutirlo con él, cuando volví a escuchar la voz en mi oído, fuerte y clara, como si estuviera en esa misma habitación.
—Charlotte… —susurró la voz, y por un segundo vi la silueta de Víctor, gritándome, pidiendo ayuda. Me desesperé, queriendo responderle, pero las palabras no salían de mi interior.
Entonces, Azazel me susurró, su voz era un veneno dulce. —Si deseas salvar a Gabriel y a Dorothy, y reencontrarte con tu amado Víctor, debes ir al cementerio sola, ahora mismo.
El miedo y la desesperación me invadieron, pero también una determinación feroz. No podía permitir que Gabriel y Dorothy sufrieran. Me levanté con cuidado, lanzando una última mirada a Gabriel. Sus pestañas negras, su pelo desordenado, su expresión tranquila mientras dormía… Todo en él me hacía querer quedarme, pero sabía que debía irme.
Salí de la casa en silencio, mi corazón latiendo con fuerza mientras me dirigía al cementerio. La noche era fría y oscura, y cada paso que daba me acercaba más a mi destino. Sabía que estaba entrando en una trampa, pero no tenía otra opción. Debía salvar a los que amaba, sin importar el costo.
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Editado: 29.10.2024