Gabriel.
Me desperté con una sensación extraña en los labios, un hormigueo que me hizo sonreír al recordar el sueño en el que Charlotte me besaba rápidamente. Abrí los ojos y miré a mi alrededor, esperando verla a mi lado, pero su ausencia me golpeó como un balde de agua fría. El pánico se apoderó de mí.
—¡Charlotte! —grité, levantándome de un salto. La llamé por toda la casa, buscándola en cada rincón, pero no había rastro de ella.
El ruido despertó a Dorothy, quien apareció en el umbral de su habitación, alterada y asustada. —¿Qué sucede, Gabriel?
—Charlotte no está —dije, mi voz temblando de preocupación. —No la encuentro por ninguna parte.
Dorothy cerró los ojos por un momento, como si estuviera escuchando algo en su mente. Cuando los abrió, su expresión era de pura preocupación. —Los espíritus me han comunicado su ubicación. Charlotte ha acudido al cementerio. Y ahora sé quién es el maestro de Azazel… es Víctor. Quiere que Charlotte gobierne a su lado.
Sentí una mezcla de miedo, rabia e impotencia. El terror de pensar que Charlotte estaba en peligro me consumía. —Dorothy, ¿conseguiste el resto de los materiales para realizar el ritual de mi sacrificio en el cementerio? Necesitamos desterrar a Azazel.
Dorothy asintió, sus ojos llenos de tristeza. —Sí, conseguí todo. Aquí tienes.
Me entregó una bolsa con los materiales necesarios. Nos miramos en silencio por un momento, ambos conscientes de lo que estaba a punto de suceder. Dorothy rompió el silencio, su voz quebrada por la emoción. —Gabriel, lamento que no hayas confesado tus sentimientos. Y lamento que debas dar tu vida para salvarnos.
—No hay otra opción —dije, tratando de mantener la compostura. —Debo hacerlo por Charlotte, por ti, por todos.
Nos abrazamos, una despedida desgarradora que me dejó con el corazón roto. Dorothy sollozaba en mi hombro, y yo luchaba por contener mis propias lágrimas. —Cuida de Charlotte —le susurré. —Dile que siempre la he amado.
—Lo haré —respondió Dorothy, su voz apenas un susurro.
Me separé de ella y salí de la casa, sintiendo que mi poder e instinto de protector se activaban. Cada paso que daba hacia el cementerio estaba cargado de determinación. —Voy a salvar a mi mejor amiga y amada —me dije a mí mismo, con la resolución firme de enfrentar cualquier cosa que se interpusiera en mi camino.
La noche era fría y oscura, pero mi corazón ardía con la fuerza de mil soles. Sabía que estaba entrando en una batalla que podría costarme la vida, pero no importaba. Charlotte era todo para mí, y haría cualquier cosa para protegerla.
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Editado: 29.10.2024