Bosque Fortaleza de Sylva, Sylva
En lo más profundo del Bosque-Fortaleza de Sylva, un anfiteatro natural formado por raíces colosales y enredaderas luminiscentes, se reunía el Gran Consejo bajo la cúpula viva del Árbol-Madre. La luz verde esmeralda se filtraba entre hojas gigantes, bañando a los delegados de las Casas menores y a los ancianos de Sylva. En el centro, sobre un estrado de madera viva, Aeloria, la Archidruida de Sylva, alzó su bastón de raíz plateada. Su voz resonó como el viento entre los troncos antiguos.
“Sylva declara neutralidad absoluta”.
Un murmullo recorrió el consejo. “La guerra que devora Elysara no tocará nuestras raíces. Cerramos todas las fronteras: caminos, portales arbóreos y senderos de musgo. Ningún ejército cruzará nuestras tierras”.
Los emisarios de Ignis y Aetheria protestaron, pero los guardianes de corteza viva, altos como torres, avanzaron un paso. Sus lanzas de madera cristalina brillaron con amenaza silenciosa. Aeloria continuó:
“Hemos visto arder Noctua. Hemos visto cómo las Grandes Casas convierten la neutralidad en ceniza. Sylva no será la siguiente”.
Bajó el bastón. El suelo tembló cuando las raíces del Árbol-Madre se alzaron, tejiendo un muro vivo que selló los accesos. El consejo terminó en silencio. Mientras el Vengador de Noctua acechaba en las sombras y Umbra movía sus hilos, Sylva se encerraba en su verde fortaleza, temerosa de la tormenta que ya rugía en el horizonte.
Observatorio Celeste de Astrum, Astrum
En lo alto del Observatorio Celeste de Astrum, una torre de cristal y acero suspendida entre nubes y estrellas, la bóveda giratoria proyectaba constelaciones vivas sobre el suelo de obsidiana pulida. Los telescopios etéreos zumbaban, enfocando los movimientos de tropas en el horizonte lejano. Nyx Astrum, Suma Astróloga, ocupaba el trono de luz lunar en el centro del círculo de consejeros, su túnica de terciopelo nocturno bordada con fases lunares plateadas.
Nyx Astrum
—Aetheria nos solicita mediación formal. Corvus ofrece acceso completo a sus archivos lumínicos y protección contra Ignis… a cambio de que Astrum declare apoyo diplomático.
Un consejero anciano, el Maestro Caelum, frunció el ceño.
Maestro Caelum
—Unirnos a Aetheria nos convertiría en objetivo inmediato. Ignis ya ha incendiado tres puestos fronterizos en la última luna. Si declaramos apoyo, sus berserkers vendrán por nosotros.
Lirael
—¡Y si seguimos escondidos tras la neutralidad, nos volveremos irrelevantes! La guerra no respeta observatorios. Cuando las Grandes Casas terminen de devorarse entre sí, vendrán por los que quedaron callados.
Consejero Varen
—Chronos también ha enviado mensajes velados. Si apoyamos a Aetheria, Vesper cortará nuestro suministro de cristales temporales. Sin ellos, nuestros telescopios etéreos se quedarán ciegos.
Nyx Astrum
(alzando la mano; el silencio cae al instante)
—Astrum siempre ha sido la balanza de Elysara. Hoy, la balanza tiembla.
(pausa, mirando uno a uno a los consejeros)
—Votaremos al alba. Hasta entonces, que las estrellas guíen nuestras dudas… y nuestras conciencias.
Mientras el consejo se dispersaba entre murmullos, Nyx permaneció sola bajo la cúpula, observando la constelación del Dragón Caído. El destino de Astrum pendía de un hilo tan frágil como la luz de una estrella lejana, y la Suma Astróloga sabía que la paz que tanto defendía podía romperse antes del siguiente amanecer.
Cámara Privada del Observatorio Celeste, Astrum
Cuando la bóveda principal se vació, Nyx condujo a sus tres consejeros más antiguos a la cámara privada: una sala circular de cristal negro donde las constelaciones parecían nadar bajo sus pies. Cerró la puerta con un gesto y la luz estelar se apagó, dejando solo el brillo tenue de un antiguo rollo de pergamino que flotaba en el centro.
Nyx Astrum
(bajando la voz hasta convertirla en un susurro)
—Hay algo que no he dicho en el consejo abierto… algo que las estrellas me han mostrado durante tres ciclos lunares seguidos.
Maestro Caelum
(ceño fruncido, paso inquieto)
—Habla, Suma Astróloga.
Nyx desplegó el rollo con un movimiento lento. Las constelaciones dibujadas comenzaron a moverse, alineándose en la temida configuración del Dragón Caído.
Nyx Astrum
—”Cuando las cinco Grandes Casas se bañen en su propia sangre y la neutralidad arda como Noctua, el Dragón Caído despertará de su sueño de piedra.”
(pausa; su mirada recorre los rostros pálidos)
—Esta guerra no es solo política. Es el catalizador. Si no la detenemos, un poder antiguo dormido bajo Elysara se alzará… y ninguna Casa, ni siquiera Astrum, sobrevivirá.
Lirael
(pálida, pero con fuego en los ojos)
—¡Entonces debemos actuar, no quedarnos mirando las estrellas!
Consejero Varen
(negando con vehemencia)
—Son leyendas, Nyx. Los Eilodon desaparecieron hace milenios. Revelar esto en público nos haría parecer locos… o herejes.
Maestro Caelum
(mirando fijamente el pergamino)
—Y si tienes razón… ¿qué propones? ¿Declarar la profecía y unirnos a Aetheria de todos modos?