Archivos Lumínicos Secretos, Ciudadela del Cielo – Aetheria, dos semanas después del duelo divino
La luz de los cristales flotantes era tan pura que dolía mirar directamente.
Elara se había colado en la cámara prohibida usando el código que Valerius le había dado “solo para emergencias”. Nunca imaginó que la emergencia sería su propia Casa.
Entre miles de mensajes holográficos, uno brillaba con sello privado de Corvus. Activó la reproducción.
Voz de Corvus
(fría, calculadora)
—Operación Luz Rota. Tras consolidar Puerto Sombrío, la flota de Thalassa será invitada a “reforzar” la Brecha de Hierro. En el punto designado, las Furias del Cielo desactivarán sus escudos con el código maestro que ya hemos insertado. Los leviatanes serán hundidos antes de que puedan reaccionar. Thalassa quedará sin flota. Aetheria controlará los mares y el cielo. Fin de la alianza. Ejecución: quince días.
El holograma se apagó.
Elara sintió que el aire se le escapaba de los pulmones.
Elara
(susurro roto)
—No… Después de todo lo que luchamos juntos… ¿esto es lo que Corvus planea?
Guardó una copia en su brazalete cifrado y salió corriendo por los pasillos flotantes. En las sombras, alguien la había visto entrar. Y ya corría a informar.
La traición no solo venía de arriba. También acechaba en los pasillos que Elara creía seguros.
Pasillo de los Vientos Eternos, Ciudadela del Cielo – Aetheria
Elara corría con la capa ondeando tras ella cuando una figura alta salió de un arco lateral, bloqueando el camino. Consejero Toren, mano derecha de Corvus, ojos fríos como el vacío entre plataformas.
Toren
(voz cortante, sin alzar la voz)
—Bastarda. Los archivos privados están fuera de tu alcance. ¿Qué has visto?
Elara
(deteniéndose en seco, mano ya en la empuñadura de su espada)
—Lo suficiente para saber que Corvus planea hundir a nuestros aliados. ¿Cuánto tiempo llevas ayudándolo a afilar el cuchillo, Toren?
Toren
(sonrisa fina y cruel)
—Alianza temporal, fin temporal. Thalassa sirvió su propósito. Ahora estorba. Y tú, Elara, estorbas también.
Da un paso adelante; el viento del pasillo hace ondear su capa bordada con runas aéreas.
Toren
—Hay dos formas de que esto termine: te arrodillas, entregas la copia y juras silencio… o te reto a duelo aquí y ahora. Muerte o exilio. Elige.
Elara
(saca la espada lentamente; la hoja lumínica zumba al encenderse)
—No me arrodillaré ante traidores. Acepto tu reto, consejero. Que el viento decida quién miente.
Toren
(saca su propia espada aérea, más larga y grabada con glifos dorados)
—El patio principal. Ahora. Y que los dioses se apiaden de ti… porque Corvus no lo hará.
Los guardias que se acercaban al oír las voces se detuvieron al reconocer el duelo formal. Nadie interviene cuando dos nobles de Aetheria cruzan espadas por honor.
Elara sintió la furia helada subirle por la garganta.
Por Thalassa. Por los que murieron en Puerto Sombrío creyendo en una alianza real. Por ella misma.
Elara
(pensamiento mientras sigue a Toren)
—Hoy alguien sangrará en la Ciudadela del Cielo. Y no seré yo.
Patio de los Siete Vientos – Ciudadela del Cielo, Aetheria
El patio flotante estaba suspendido entre dos plataformas, rodeado por un círculo de viento constante que hacía ondear las banderas de plata. Una docena de nobles y guardias ya formaban el corro reglamentario; las noticias vuelan rápido en la Ciudadela.
Toren y Elara se colocaron frente a frente en el centro del círculo de mármol blanco. Sin armadura completa: solo túnicas de combate y sus espadas aéreas.
Heraldo del duelo
(voz amplificada por el viento)
—¡Duelo de honor hasta rendición o muerte! ¡Sin escudos, sin dispositivos externos! ¡Que el cielo juzgue!
Toren
(girando la espada larga con un zumbido agudo)
—Tu última oportunidad, bastarda. Arrodíllate y quizá Corvus te deje vivir como sirvienta.
Elara
(activando su espada corta; la hoja se enciende en azul brillante)
—Prefiero morir de pie que vivir de rodillas ante traidores.
Toren atacó primero.
Un torbellino de estocadas aéreas que cortaron el aire en siluetas invisibles. Cada golpe dejaba una estela de viento comprimido capaz de partir acero.
Elara esquivó por milímetros, usando su menor tamaño y agilidad. Activó discretamente el dispositivo de viento en su cinturón (regla dudosa, pero no explícitamente prohibida) y saltó tres metros hacia un lado, aprovechando el impulso.
Toren
(riendo con desprecio)
—¿Ya recurres a trucos, rata de hangar?
Elara
(contraatacando con una ráfaga de golpes rápidos)
—Prefiero trucos a traicionar a mis aliados.