El Ultimo Crisol de Elysara

CAPITULO 18

Sala de Guerra Flotante de la Ciudadela Etérea, Aetheria – diecisiete días después del duelo divino

La sala estaba iluminada solo por el mapa holográfico que mostraba la Frontera de Ceniza y Acero: una franja de tierra quemada y metal retorcido donde Terra extraía los cristales de raíz que alimentaban sus forjas vivas.

Corvus se inclinó sobre el mapa, dedos luminosos marcando rutas de ataque.
A su lado, el general Kaelen de Ignis —la mano derecha aún vendada y negra— observaba con ojos de brasas apagadas.

Corvus
(voz fría y precisa)
—Terra está debilitada. Sin el Escudo de la Eternidad, Garen no puede proteger sus minas principales. Un asalto conjunto: Ignis por el sur con berserkers y lanzallamas, Aetheria por el aire con todas las Furias disponibles. Tomamos la Frontera en cinco días. Sus cristales serán nuestros.

Kaelen
(sonrisa amarga, la voz ronca desde que perdió el Martillo)
—Y sus árboles arderán. Por fin. Acepto. Pero quiero la cabeza de Garen en una pica.

Corvus
—Te la entregaré personalmente.
Una vez Terra caiga, Chronos se quedará sola y Umbra perderá su principal cliente. La guerra terminará antes del próximo ciclo lunar.

Kaelith
(desde la sombra, divertida)
—¿Y qué pasa con la bastarda, padre? Elara sigue creyendo que puede salvarnos a todos con palabras bonitas.

Corvus
(ni siquiera la mira)
—Elara pilotará la vanguardia. Si sobrevive, será útil. Si no… el problema se soluciona solo.

El mapa se tiñó de rojo sangre: rutas de ataque, puntos de bombardeó, objetivos marcados. Fuera, en los hangares flotantes, las Furias del Cielo ya rugían sus motores.

Cubierta de mando de la Furia del Cielo “Luz Rota” – regreso urgente desde la frontera de Ignis, diecisiete días después del duelo divino

Elara golpeó el panel de comunicaciones con tanta fuerza que la luz parpadeó.

Elara
(voz temblando de furia)
—¡Confirmado! ¡Kaelen ya está en la Ciudadela Etérea! ¡Llegó hace dos días! ¡Corvus lo recibió personalmente!

Riven
(mirando el mensaje interceptado, tono sombrío)
—Nos adelantaron. Mientras volábamos hacia Ignis pensando que podíamos hablar con él antes de que firmara…ya estaba firmando.

Elara
(apretando los mandos hasta que los nudillos palidecen)
—Entonces todo lo que planeamos…hablar con Kaelen sin el Martillo, mostrarle las pruebas de Umbra, convencerlo de que la venganza no valía otra guerra…todo fue en vano.

Riven
—no del todo. Todavía tenemos el manifiesto. Y ahora sabemos exactamente dónde está el enemigo.

La Furia del Cielo viró bruscamente hacia la Ciudadela Etérea, sus propulsores lumínicos dejando una estela más brillante que nunca.

La alianza más impía de la historia acababa de nacer: Aetheria e Ignis, cielo y fuego, unidos para arrancar el corazón verde de Terra.

Y en algún lugar, muy por debajo de la Ciudadela Etérea, el viento trajo el olor a tierra quemada que aún no había sucedido.

Sala de Guerra Flotante de la Ciudadela Etérea – horas después

El mapa holográfico mostraba la Frontera de Ceniza y Acero en rojo sangre.

Corvus y Kaelen —la mano derecha aún vendada y negra— ya estaban de pie frente al mapa cuando Elara y Riven entraron sin ser anunciados.

Corvus
(sin girarse)
—Llegáis tarde. El pacto está sellado. Ignis y Aetheria atacaremos Terra en cinco días.

Kaelen
(volviéndose lentamente, ojos apagados pero llenos de odio)
—Pensabas que sin mi Martillo sería más fácil manipularme, ¿verdad, bastarda? Pues aquí estoy. Y voy a quemar cada raíz de Terra aunque sea con mis propias manos.

Elara
(dando un paso adelante)
—Kaelen, escúchame…

Corvus
(levantando la mano, cortante)
—Basta. El asalto es inminente.
Vuestra presencia aquí es tolerada solo porque lideraréis la vanguardia aérea. Fuera sentimentalismos.

Elara y Riven se miraron un segundo. El plan había cambiado. Ya no había nadie a quien convencer.

Solo quedaba una opción exponer la verdad antes de que fuera demasiado tarde.

Plaza del Reloj Eterno, Capital de Chronos – mismo día, atardecer

El gran reloj de cristal que dominaba la plaza marcaba cada latido de la ciudad. Hoy, sus manecillas se habían detenido por segunda vez en un mes.

En la plataforma elevada, Vesper, Suma Cronarca, apareció envuelta en túnicas de tiempo congelado. A su lado, un holograma gigante mostraba a Cassia Chronos —la hija desaparecida— encadenada en una celda de Aetheria, imagen manipulada pero perfecta.

Vesper
(voz amplificada, resonando en cada rincón de la capital)
—¡Mirad lo que Aetheria ha hecho! ¡Han secuestrado a nuestra heredera! ¡Han roto el pacto de neutralidad! ¡Han declarado la guerra a Chronos!



#1161 en Fantasía
#1682 en Otros
#109 en Aventura

En el texto hay: fantasia épica, mundo construido, heroina resiliente

Editado: 28.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.