A medida que pasaban los días, Sofía y Javier comenzaron a encontrarse con frecuencia en el bosque. Sus conversaciones fluían como el agua del río, compartiendo sus sueños, miedos y alegrías. Descubrieron que tenían mucho en común, desde su amor por el arte y la literatura hasta sus experiencias de vida. Cada encuentro fortalecía el vínculo entre ellos, creando una conexión única e inexplicable. Sin embargo, ambos guardaban secretos que temían revelar, temerosos de que pudieran cambiar la percepción que tenían el uno del otro.