El Último Deseo de Cupido

✨Capítulo 29– Aislados, pero no tanto.

(O de cómo un día más fuera del mapa puede ser justo lo que el corazón necesitaba)

El amanecer llegó sin permiso,

como suelen hacerlo los amaneceres en los lugares donde uno no esperaba pasar la noche.

Abrí los ojos y lo primero que vi fue el techo de madera rústica, con una telaraña colgando estratégicamente sobre mí, como una amenaza pasivo-agresiva.

Lo segundo fue el cuerpo de Fabián, encogido en el catre, abrazando su mochila como si fuera un peluche de seguridad emocional.

Me dolía la espalda. Olía a humedad, a naturaleza muerta y a decisiones cuestionables.

Y sin embargo…

había algo extrañamente cómodo en todo eso.

Me estiré con un gruñido cavernoso.

—¿Sigues vivo? —pregunté al ver que Fabián no se movía.

—Soy difícil hasta para la muerte —respondió con voz ronca—. Además, tu mochila no es tan buena compañera de cama como la mía.

—Mi mochila es fría, práctica y eficiente. Como yo antes del café.

Risas suaves de parte de los dos buscaban mejorar el ambiente. De esas que no despiertan la tensión, solo la suavizan.

Salimos a caminar un poco alrededor de la cabaña.

Seguía sin señal.

Fabián buscaba cobertura con mi teléfono como quien busca agua en el desierto.

Yo preferí sentarme en una piedra y ver cómo el mundo seguía girando… sin mí.

—¿Te has dado cuenta de que nadie nos debe estar buscando todavía?

—Probablemente, crean que estamos haciendo “cosas”.

—¿Cosas?

—Ya sabes… “cosas”.

Lo miré con una ceja levantada.

—¿Tú crees que yo sería tan imprudente como para hacer “cosas” contigo en una cabaña abandonada, sin ducha, sin cepillo de dientes y oliendo a caminata de dos horas?

—Bueno… el amor florece en los peores contextos.

—Esto no es El diario de una pasión, Fabián.

—Tienes razón. Es El diario de una obstinada con estándares aromáticos elevados.

Le lancé una ramita.

Él fingió una herida de muerte.

—¡Cupido, me ha dado en el orgullo!

La tarde fue más tranquila. Comimos lo poco que quedaba (una barrita de granola, dos caramelos sospechosos y la última galleta).

Hablamos de nuestras familias.

Yo le conté de mi madre y su obsesión con los baños de ruda cada vez que me pasaba “algo raro”.

Él habló de su hermana, y de cómo intenta emparejarlo con cualquier criatura que tenga pulso, modales y título universitario.

Hubo pausas. De esas que antes dolían, pero que ahora solo… estaban ahí; como mirándonos con burla e ironía.

—¿Sabes qué me sorprende? —dije, mientras veíamos una fila de hormigas más organizadas que mi vida.

—¿Qué?

—Lo fácil que se volvió hablar contigo. A pesar de todo.

—¿A pesar de todo qué?

—De nuestras resistencias. De nuestras dudas. De nuestras formas de no decir lo que sentimos.

Él me miró, sin risa esta vez.

—Yo creo que solo necesitábamos perdernos para encontrar la conversación.

Sonreí.

Era cursi. Pero maldita sea… era cierto.

Cerca del final de la tarde, escuchamos voces. Gritos. Un acento local. Una linterna agitada.

—¡¡Señores, por acá!!

Era uno de los socorristas del hotel, seguido por dos empleados más, sudados, con expresión de novela de las nueve.

—¡Dios mío, están vivos! —exclamó uno—. ¡Pensamos que se habían fugado al estilo Robinson Crusoe!

—Solo nos perdimos —dijo Fabián, muy digno.

—¿por dos días y una noche?

—¿Fueron dos días? —pregunté, pestañeando.

—Desde que se fueron han pasado más de veinticuatro horas. ¡Tienen medio hotel hablando de ustedes! ¡Y ni se imaginan lo que dicen!

Nos miramos. Y reímos.

Porque quizás en otro contexto, eso me habría preocupado.

Pero ahora solo pensaba que, si tenía que desaparecer otra vez…

no me molestaría repetir el compañero de travesía.

—¿Listos para volver? —preguntó el guía.

—Sí —dije, tomando mi mochila.

Fabián me guiñó un ojo.

—¿Extrañarás la cabaña?

—Solo si la equipas con wifi, vino y repelente.

Y así, de la mano con una experiencia que no esperábamos, comenzamos el regreso.

No como turistas.

No como ex algo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.