Capítulo 36– “Memorias de un arquero con puntería cuestionable” (Acto II)

(Errar es humano… y de dioses también)

💘 —>: Si el amor es un juego, yo soy el árbitro con mala puntería.

Aquí estoy otra vez, en mi puesto de vigilancia sentimental —también conocido como “la azotea del hotel, con vistas al mar y un cóctel de piña que no pagué”— observando a Giovanna.

La veo caminando por la playa con esa mezcla suya de “estoy relajada” y “mi vida es un campo minado emocional”. Es un talento. Uno que debería tener su propia categoría en los Juegos Olímpicos del corazón.

Lejos de ahí está Fabián. El que ella llama “una estrella fugaz” y yo llamo “el meteorito que dejó un cráter considerable en su corazón”.

Respiro hondo. Abro mi carcaj. Miro mis flechas.

—¡Dorada… o de plomo…? —murmuro para mí.

La dorada me guiña, como diciendo: “Vamos, dales otra oportunidad, podría salir bien esta vez.”

La de plomo se cruza de brazos y me susurra: “¿No aprendiste nada? Mándalo a freír espárragos y ahórrate el drama.

Yo, mientras tanto, recuerdo todos los casos anteriores como un archivista amargado.

Si le disparo la dorada y sale mal, ella me culpará. Si le disparo la de plomo y se arrepiente, también me culpará. Básicamente, estoy atrapado en un callejón sin salida… pero con vistas al mar.

Su amiga le dice algo, y ella se ríe.

No esa risa social de cortesía… no. Es esa risa que le sale cuando algo le llega de verdad. La última vez que la vi reír así fue… bueno, ya ni recuerdo.

Suspirando, levanto mi arco.

Apunto.

La dorada se adelanta, como si supiera que va a ganar. La de plomo rueda los ojos.

Pero justo cuando voy a disparar, aparece un niño corriendo, se tropieza, y mi flecha sale disparada al cielo.

Sigo su trayectoria.

No va hacia Fabián.

No va hacia Giovanna.

Va… hacia el instructor que está arreglando las sombrillas.

Me llevo la mano a la cara.

—Otra vez… —susurro.

Giovanna y Fabián siguen caminando, cada uno por su lado, ajenos a mi último accidente. Sí, accidente, que el niño desviara la flecha no estaba en mis planes.