(Transmisión en vivo, cortesía de Cupido)
💘 —> Buenos noches, damas y caballeros, y bienvenidos a esta apasionante jornada desde la terraza del hotel.
Aquí su servidor, Cupido, transmitiendo en vivo el “Primer Encuentro No-Planificado-Para-Nada™” entre Giovanna y Fabián después de años de distancia y sutiles puñaladas emocionales.
Minuto 1: Ella camina por la playa. Vestido ligero, sonrisa cautelosa, ojos escaneando el lugar como radar en búsqueda de amenazas emocionales.
Él ya está allí, sentado en la arena, con esa actitud de “no estaba esperando a nadie… pero justo te vi venir” (sí, claro, y yo nací sin alas).
Minuto 3: Intercambian las primeras frases. Tonos neutrales, cortesía medida, sonrisas de “todo bien”.
Desde aquí arriba, yo ya noto las miradas fugaces, esas que parecen accidentes, pero duran medio segundo más de lo que deberían.
Minuto 5: ¡Primer comentario de doble sentido! Fabián lo lanza como un pase en diagonal; Giovanna lo recibe, amaga con no darle importancia, pero sonríe…
Eso, queridos oyentes, es una grieta en la defensa.
Minuto 8: Intervención del camarero con dos copas “invitación de la casa”. Ja. La casa no invita nada, fui yo. A veces un poco de ayuda líquida acelera el juego.
Minuto 12: Conversación en plena ofensiva. Él recuerda una anécdota graciosa de cuando se conocieron. Ella intenta restarle valor, pero sus mejillas la traicionan: color rosado, ligero.
Señal clara de que la temperatura emocional está subiendo.
Minuto 15: ¡Contacto físico! Un toque fugaz en el brazo mientras se ríe. Es breve, pero suficiente para que las tribunas —o sea, yo— se pongan de pie.
Minuto 18: Pausa táctica. Ella se aleja para ir al baño. Él la sigue con la mirada, con esa mezcla de nostalgia y deseo contenido.
Yo, desde aquí, consulto mis flechas: ¿ahora? ¿O espero a la prórroga?
Minuto 20: Giovanna regresa. Él se arrima un poco más a ella, hasta tocar su hombro. Conversan más cerca. La defensa de ella empieza a flaquear… y la mía también, porque admito que me estoy encariñando con esta posible remontada.
Conclusión del primer tiempo:
No sé si será una reconciliación, un nuevo desastre o solo un encuentro agradable. Pero algo está claro: el partido no ha terminado, y todavía tengo flechas para gastar… aunque, con mi historial, quizá eso no sea tan buena noticia.
Segundo tiempo: emociones y juego brusco
Y regresamos, queridos oyentes, al Partido Sentimental del Año, en vivo desde la terraza del hotel, con un clima ideal para el romance… o para una tormenta.
Minuto 21: La conversación fluye. Ella se relaja, él baja la guardia. Las risas se convierten en sonrisas largas, y las miradas ya no se esconden.
Yo aflojo el arco, listo para una flecha dorada… pero todavía no. El momento ideal necesita esa chispa que diga: “esto va en serio.”
Minuto 25: Y ahí está. Fabián menciona “la última vez que nos vimos” y el ambiente cambia como cuando un estadio entero guarda silencio.
Ella no lo esquiva. No cambia de tema. Lo mira directamente, como quien decide que ya es hora de dejar de correr.
Minuto 27: Conversación intensa. Palabras cuidadosas, pero cargadas. Él pide perdón sin decir “perdón”. Ella admite que le dolió sin decir “me dolió”.
Desde aquí, se siente como ver un partido en el que ambos equipos deciden jugar limpio… hasta que uno mete la pierna fuerte.
Minuto 30: “¡Falta técnica!” Él recuerda algo que para él fue gracioso, pero que para ella fue una herida abierta. La sonrisa de ella desaparece.
Yo, instintivamente, agarro la flecha de plomo. Es mi “tarjeta amarilla” personal. Pero no la disparo. No todavía.
Minuto 33: Ella contraataca: le recuerda una promesa rota.
Él aguanta el golpe, pero yo puedo ver cómo sus manos se tensan en el vaso. No hay gritos, no hay escándalo… pero hay fuego. Y fuego del bueno.
Minuto 36: Cambio de táctica. Fabián le dice que, a pesar de todo, siempre se alegra de verla. Ella no responde de inmediato. Lo mira, y sé que en esa pausa se están jugando más que cualquier argumento.
Minuto 38: Ella sonríe. Pequeña, sincera, inesperada. Esa es la grieta definitiva en el muro.
Yo agarro la flecha dorada. La tensión en el aire es perfecta: ni muy dulce, ni demasiado amarga.
Ambos se ríen. Y yo me detengo.
Porque a veces —y esto no lo digo muy seguido— el destino sabe más que yo. Quizás no sea el momento de clavar nada. Quizás esta noche, ellos mismos están escribiendo el guion.
Conclusión del segundo tiempo:
El partido sigue abierto. La atracción está ahí, los recuerdos también. Lo que pase después… dependerá de si quieren jugar en equipo o seguir marcando goles en su propia portería.
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Editado: 03.09.2025