“Cuando el amor no coopera, se manipula. Con estilo.”
06:45 a. m. – Hora local.
Amanecer en la isla. El sol apenas asoma y yo ya estoy en posición estratégica: el techo del restaurante del hotel, con vista privilegiada a todos los puntos clave.
Objetivo de la misión: forzar una coincidencia tan descarada que ni ellos, con todo su historial de cabezonería, puedan ignorarla.
07:00 a. m. – Revisión de recursos.
✔ Brisa marina ligera (ideal para mover sombrillas y alterar trayectorias humanas).
✔ Camarero de confianza, sobornado con la promesa de “una cita con la musa de la inspiración”.
✔ Dos gaviotas entrenadas para atacar bolsitas de pan (no es elegante, pero es efectivo).
✔ Mi arco y flechas, por si el libre albedrío necesita… motivación extra.
07:15 a. m. – Localización de los objetivos.
Giovanna: mesa junto a la piscina, café en mano, libro abierto, pero sin leer.
Fabián: en la barra del bar exterior, desayunando y mirando el celular como si el aparato fuera a responderle preguntas existenciales.
07:20 a. m. – Primer movimiento.
Activo la “Operación Gaviota Hambrienta”.
Dos pájaros en picada hacia la mesa de Fabián. Él se levanta para espantarlas… y el camarero aprovecha para sugerirle:
—Señor, si quiere desayunar tranquilo, la zona junto a la piscina está más despejada.
07:25 a. m. – Transición de piezas.
Fabián se mueve hacia la piscina. Giovanna lo ve llegar. Giro de cabeza, ligera sorpresa… pero no huye. Eso es buena señal.
07:30 a. m. – Intervención ambiental.
Una ráfaga de viento —gracias, brisa local— hace volar una hoja del libro de Giovanna directo a los pies de Fabián. Él la recoge. Contacto visual. Diálogo obligado.
En mi libreta mental: misión parcial cumplida.
07:32 a. m. – Ajuste de proximidad.
El camarero, siguiendo instrucciones, comenta que la cocina está algo lenta, pero que, si quieren, pueden compartir la mesa mientras esperan.
Giovanna duda tres segundos. Fabián sonríe. Ella acepta.
07:35 a. m. – Objetivo logrado.
Ambos sentados. Café para dos. Conversación inicial sobre “qué casualidad verte aquí”.
Yo, desde lo alto, guardo el arco. La batalla está ganada. La guerra… está por verse.
Conclusión de la Operación:
No hay flechas disparadas esta vez. Solo táctica, precisión y un poco de manipulación logística.
Ahora, lo único que queda es observar… y esperar a que el pasado y el presente choquen lo suficiente como para que yo pueda, finalmente, apuntar sin que me acusen de nada.
08:45 a. m. – Hora local.
Después de todos mis esfuerzos estratégicos —las gaviotas, el viento, el camarero cómplice— llega ese momento que, como dios del amor, me rompe el corazón… y me arranca unas cuantas plumas.
Llevaban más de una hora conversando. Risas intercaladas con silencios que decían más que cualquier palabra. Miradas que iban y venían como olas, trayendo recuerdos y llevándose la distancia que habían construido durante años. Yo ya estaba preparando la flecha dorada, con la certeza de que esta vez sí…
Pero no.
Minuto fatal:
Ella dice algo como:
—Me alegra verte, de verdad.
Y él responde:
—A mí también… pero mejor dejemos las cosas así.
Pausa…
Esa pausa en la que el aire se congela y hasta las gaviotas dejan de graznar.
Yo, desde arriba, me quedo con la flecha tensada, dudando si disparar a pesar de todo.
Ella sonríe, pero es esa sonrisa que esconde un cierre de puerta.
Él también sonríe, aunque la mirada le traiciona: todavía hay algo ahí, pero no quiere abrir la caja.
Se levantan. Se despiden con un abrazo que dura un poco más de lo normal, pero no lo suficiente para cambiar el destino. Y luego… se alejan. Cada uno en dirección opuesta.
Yo bajo el arco, sintiendo que acabo de perder un partido que iba ganando.
Las flechas vuelven al carcaj. El viento se lleva el último eco de sus voces.
¿Frustración? Sí.
¿Resignación? También.
Pero si algo he aprendido en milenios de oficio es que el amor no siempre se gana con un disparo certero.
A veces, el mejor tiro es el que no haces… y la batalla se retoma en otro campo, otro día.
Y yo… yo seguiré esperando ese día. Porque, aunque ellos no lo sepan, todavía hay espacio en sus corazones para un tiro de gracia.
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Editado: 03.09.2025