Dos semanas después.
La ciudad, siempre ruidosa, el aire acondicionado de su habitación saca poco a poco el calor tropical que aún circula en su cuerpo.
El café estaba hirviendo. El ánimo, tibio. Y el correo, como siempre, lleno de correos sin leer.
Giovanna abrió la bandeja de entrada con un bostezo y la taza en equilibrio precario entre la laptop y su libreta.
Asunto: Proyecto Campaña Multiplataforma - Asignación de Equipos Creativos
Abrió el PDF con poca fe.
Leyó en diagonal, como quien espera lo mismo de siempre.
💘 —>: “No leas en diagonal, Gio. El destino escribe en negritas.”
Hasta que algo la hizo detenerse en seco.
[Equipo 3: Estratega creativa: Giovanna Torres
Director audiovisual: Fabián Carrasco]
Soltó una carcajada incrédula.
Después, murmuró con media sonrisa:
—No puede ser…
💘 —>: “Sí, puede. Y lo es. Y lo será. Y si no lo es, yo lo hago ser.”
Y como si el universo también tuviera sentido del humor, en ese mismo instante sonó su celular.
Mensaje de Fabián:
[—“Hola, compañera de proyecto. Parece que el destino tiene pésima ortografía, pero buena puntería. ¿Reunión para planear… o para planearnos?”]
No respondió de inmediato. Miró por la ventana. El tráfico era horrible, El mundo, caótico. Pero dentro de ella, algo se acomodaba.
Como si una pieza que no sabía que faltaba hubiera encontrado su lugar.
💘 —>: “¿Lo sienten? Ese pequeño ‘clic’ emocional. No fui yo. Bueno, sí fui yo. Pero no lo digan.”
Quizás esta vez, no había que correr.
Ni huir. Ni jugar a ser turista de los sentimientos.
Quizás esta vez, había que quedarse a ver qué pasaba cuando las luces no son tan cálidas y el escenario no es tan perfecto.
Porque ya no estaban en la isla.
Pero, por alguna extraña razón, el juego… recién comenzaba.
INT. Digital. Sala de reuniones
Había dormido poco, la noticia de que Fabián hará parte de la campaña más importante de la empresa la dejó sin palabras. Como si el destino se empeñara en darle un “continuará” a su encuentro con él en la isla.
—¿Lista para la reunión, Gio? —preguntó Mariana, su colega de estrategia digital, mientras se ajustaba los lentes con una sonrisa demasiado fresca para un lunes.
Giovanna asintió, con su libreta en mano y un bolígrafo mordisqueado en la otra.
Estaba lista.
O al menos eso le decía a su reflejo desde que sonó el despertador.
Tenía puesto su blazer favorito, su maquillaje en modo “éxito asegurado” y el moño perfectamente estudiado para parecer relajado pero ejecutivo. Era una armadura con olor a perfume caro y nervios.
La sala de reuniones estaba casi llena.
La agencia había reunido a varios equipos para este nuevo proyecto importante: una campaña multisectorial que necesitaba cabezas creativas y capacidad de ejecución.
Un encargo de alto perfil. El tipo de trabajo que podía definir ascensos… o hundir reputaciones. El director de cuenta hizo la presentación del nuevo miembro del equipo y las razones del porqué de su presencia en esta campaña.
En la esquina, con una taza de café y una expresión neutral como solo los buenos actores saben sostener, estaba Fabián.
Chaqueta informal, camisa blanca sin corbata, y esa sonrisa contenida que la saludó como si fueran conocidos de un taller de marketing.
Y no dos personas que compartieron noches de risa y casi-besos bajo las estrellas.
—Hola, Torres —dijo él al verla entrar. Ni una palabra más.
Su voz, cordial.
Su postura, relajada.
Ni un atisbo del hombre que la había hecho dudar de todo con solo un roce de dedos en la isla.
Y; sin embargo, sus ojos la escanearon como si intentaran recordar cómo se veían sus mejillas después de reírse demasiado.
—Carrasco —respondió ella con una media sonrisa igual de profesional.
Le encantaba el apellido cuando lo decía el coordinador de proyectos.
Pero saliendo de su propia boca, sonaba a juego.
A venganza contenida.
A “tú y yo sabemos lo que no estamos diciendo.”
—¿¡Se conocen!? —preguntó sorprendido el director de la cuenta.
Giovanna se anticipó a responder.
—Sí, hemos coincidido un par de veces, pero hace tiempo que no nos veíamos.
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Editado: 03.09.2025