El Último Deseo de Cupido

✨ Capítulo 43 – Presentación en vivo con sentimientos incluidos

(O de cómo un pitch puede revelar mucho más que una idea creativa)

💘—>: “Ah, qué lugar tan romántico para mí… una sala de conferencias” –es sarcasmo—

Las salas de conferencias… esos templos modernos donde se sacrifican ideas en nombre del presupuesto y se esconden emociones detrás de gráficos de impacto. Pero hoy, queridos míos, no fue solo una presentación. Fue una revelación camuflada en formato audiovisual.

Yo, Cupido, estaba ahí. No en el catering, aunque admito que las galletas neutras tienen su encanto.

Nada dice “vamos a encender la chispa” con un proyector, café recalentado y galletas que parecen diseñadas para evitar cualquier placer.

Pero ahí estaban ellos, Torres y Carrasco. Los intensitos.

Yo, acomodado en la esquina invisible, con mi arco preparado, esperando el momento exacto.”

La sala de conferencias estaba impecable.

Pantalla encendida, proyectores listos, catering discreto en la esquina con galletas neutras y café fuerte. El equipo entero estaba ahí, mezclando bostezos con expectativa.

Era el momento de presentar la propuesta creativa del año. Y todos sabían quiénes eran los cerebros detrás: Torres y Carrasco. O como ya les decían a sus espaldas, "los intensitos".

Giovanna llegó con su carpeta, su Tablet y esa expresión de eficiencia blindada que aprendió a dominar en años de batallas laborales. Fabián, con su camisa blanca perfectamente arremangada, la seguía con ese aire tranquilo que a ella le sacaba canas… y suspiros. Dependiendo del día.

—Todo va a salir bien —le dijo él al oído, justo antes de entrar.

—Claro. ¿Qué puede salir mal si hay doce ejecutivos mirándote como si fueras la nueva Biblia audiovisual?

—Eso o la nueva serie de Netflix. Pero igual venden.

Ella sonrió, solo por un segundo. Luego, la profesional que vivía dentro de ella se activó como una alarma.

—Listos cuando ustedes lo estén —dijo el jefe de marketing, un hombre que hablaba en KPI y respiraba Excel.

El video comenzó.

Imágenes. Música. Palabras que tocaban hilos invisibles del alma.

Giovanna y Fabián no se miraban, pero era evidente que habían creado esa pieza desde un mismo lugar emocional.

En cada plano, en cada giro de guion, había un subtexto que solo ellos entendían.

El final del teaser, ese cierre “humano” que ella había pedido, apareció en pantalla con la frase:

“A veces, volver a intentar no es un riesgo. Es la única opción que vale la pena.”

Silencio… y luego, los ejecutivos aplaudieron. Algunos con entusiasmo real, otros con esa palmada tibia de los que ya están calculando presupuestos.

Pero antes de que pudieran salir ilesos, llegó la ronda de preguntas.

La directora de la marca alzó la voz.

—Me encantó la emocionalidad, pero… ¿De dónde viene exactamente esa frase final? ¿Es parte de una tendencia de storytelling? ¿O tiene algo personal?

💘—>: “¡Qué maravilla! Los humanos son capaces de destrozar una atmósfera emocional con la delicadeza de un elefante bailando tap.!”

Giovanna abrió la boca para responder. Pero fue Fabián quien habló.

—Viene de la vida. De lo que uno aprende cuando se equivoca, se cae, y luego se atreve a empezar de nuevo.

Hubo un murmullo.

Alguien murmuró un “vaya”.

La directora de marca asintió.

—Bueno. Se nota que esto está hecho con las tripas. Me gusta. Y se siente honesto.

Y justo entonces, uno de los ejecutivos, un viejo zorro con buen ojo para las cosas no dichas, soltó con una sonrisa ladeada:

—¿Y ustedes? ¿También lo están intentando de nuevo?

Silencio.

Unos se rieron, pensando que era una broma.

Otros solo miraron a Giovanna y Fabián, esperando la reacción como quien espera un gol en tiempo extra.

Giovanna se aclaró la garganta, con una sonrisa diplomática.

—Nosotros estamos enfocados en el proyecto. Y por ahora, el único “reintento” que importa es este lanzamiento.

Fabián solo asintió, sin borrar, esa expresión ambigua que siempre parecía esconder una historia.

Pero ya no podían desviar la atención: había algo en el aire.

Algo que hasta los más insensibles podían notar.

Una vibración.

Una tensión.

Una historia que no estaba solo en la pantalla, sino justo ahí, delante de todos.

Cuando salieron de la sala, Fabián se acercó a ella.

—¿Lo dijimos sin decirlo?

—Más o menos. Pero al menos no nos hicieron firmar un NDA de emociones.




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