El Ultimo Deseo De La Ex

CAPITULO 4

Prepararon las maletas y todo lo necesario de Samara por su condición, y le dijo:

— ¿Tu prometida aceptó así sin más?

Se subieron al carro, y luego le respondió:

—No. Sé que se le hizo difícil, pero entendió la situación. Y la amo por eso, porque es honesta consigo misma, sin cuestionar, es capaz de aceptar cualquier situación si eso implica la paz y dejarme ir. Sobre todo, si es lo correcto. Pero le dije que volveré para casarnos. Lo prometí.

Samara solo lo miró sonriendo porque no podía creer lo que estaba escuchando, y que había dejado ir a un hombre como León, amoroso y sensible.

—Tarde nos encontramos —Le dijo Samara mientras iban camino a Merida—. Tarde te encontré otra vez, León.

***

Iban conduciendo aún, cuando cayó la noche, y en el camino, león le preguntó a Samara:

—¿Tú... nunca saliste con nadie más?

Esta sonrió, luego le respondió:

—No león. Nunca volví a salir con nadie. Solo me dediqué a mi niña...

—Nuestra — Le interrumpió León.

Lo miro de reojo.

—Nuestra hija, y no me quedó tiempo de salir con nadie más. No quería.

—Pero aún estabas joven.

—Pero sin ti.

—No me hagas sentir mal.

—No intento hacerlo león — Lo detuvo ella —. Sólo intento hacerte ver que siempre te amé. Y cuando supe de esta enfermedad, solo pensaba en mi hija, en quién la cuidaría y dónde estabas tú. Pero no sabía cómo llegarte y decirte que tenias una hija y que tontamente le prometí algo que nunca debí haberle prometido.

El rió un poco, porque tenía razón, aquella promesa era un poco tonta, pero le agradaba la idea que pensó en él.

 

***

 

Llegando a un McDonald's, se detuvo y le dijo que pediría algo para comer en el camino y así ellas fueran al baño, porque la siguiente parada estaba demasiado lejos.

Compraron lo que llevarían en el camino y ellas fueron al baño.

 

***

 

Mientras seguían el camino, León observaba a las chicas dormidas, no podía creer aún que era padre, y que el amor de su vida estaba muriendo.

Que la vida le había dado una segunda oportunidad, aunque muy corto para con ella, pero para con su hija sería para siempre. Sabía que la niña quedaría con él, y eso era lo que le daba miedo, no ser buen padre, o que la niña nunca lo aceptase.

Su mente no dejaba que se durmiera pensando en tantas cosas a la vez, sin contar que acababa de cancelar su boda por irse de viaje con su ex y su hija de la cual no tenía ni idea de su existencia, y rogando a Dios que, al volver, su prometida aún lo estuviera esperando en casa para al fin casarse e irse a París de luna de miel, como lo habían previsto.

 

***

 

A la mañana siguiente se detuvo en una estación de gasolina para llenar, y mientras, ellas bajaron para comprar de comer, ya que aún faltaba un día de viaje, y no harían paradas para poder llegar al amanecer a un hotel y ahí quedarse para ir a donde conoció a Samara.

Siguieron su largo camino, y león no dejaba de conversar con ellas, teniendo mas confianza con Ariel, reían mientras iban en camino, y eso le daba tranquilidad de cierta manera a León.

El camino era largo, y los trancones eran estresantes, pero nada que una bebida y una comidita no solucionara.

En cada parada comían. Ariel disfruta comer a cada instante, por eso León se detenía tanto.

— Te diste cuenta que ama comer, ¿cierto?

— Si — respondió viendo a la niña comerse aquellas galletas sentada en el asiento trasero —. Me gusta verla reír.

—Yo también disfruto verla así, sonreír, alegre y tan llena de vida. Con un futuro por delante.

— Oye Ariel — llamó León a la niña, la cual le prestó atención —. ¿qué quieres ser de grande?

—Yo quiero ser sanadora de cáncer, para que ningún niño mas pierda a sus seres queridos por culpa de él.

Se quedaron en silencio, no podía creer lo que ella le había respondido, pues esperaba una respuesta más simple, pero Samara río, pues ella sabía que su pequeña respondería algo así.

— ¿Sabías que respondería eso? — Le preguntó.

— Claro que sí. Desde que estoy así, no deja de decirlo.

Regresó su mirada al camino luego de solo decir:

—Ok. Entiendo.

Sintió que algo estaba cambiando dentro de él cada que sabia algo mas de la niña, cosas que no conocía.

Mientras seguía manejando, pudo ver junto al camino muchas flores, como si la vida de alguna manera le estuviera diciendo que nada sería lo mismo.

Pasaron como dos horas cuando se estacionó frente a un parque de diversiones. Samara se extrañó y le preguntó:

— ¿Por qué te detienes?

Él sonrió, le respondió:

—Fue aquí donde nos conocimos. Fue aquí donde nos vimos por primera vez.

— ¿Cómo pude haberlo olvidado? — Se preguntó sorprendida mirando el parque, y la niña río.

— ¿Vamos a entrar al parque? — Preguntó la niña Ariel.

—Claro que si— Respondió león bajando del auto.

***

Entraron a él, y aunque no había mucha gente, León compró muchos ticket para poder estar en todas las atracciones posibles antes de seguir el camino a la siguiente parada.

Las llevó hacia la luna andante, diciéndoles:

—  Fue aquí donde me topé contigo, fue aquí donde nos miramos la primera vez.

Río la niña de alegría, mientras él seguía hablando al paso de montarse y andar:

— Tu madre se había venido para estos lados escapada. No podía creerlo, yo también, vivíamos en Mérida, pero estas atracciones muy poco llegan por aquellos lados. Nos habíamos venido un grupo algo grande, por eso ella también se vino.

— Pero nunca me arrepentí, porque te conocí a ti.

—No se miren así por favor — Les pidió la niña mientras reía al ver las miradas de ellos.

Rieron los tres mientras aquella cosa giraba.

Se subieron en varias partes del parque, hasta jugar para ganar un peluche grande ballena, el cual se lo dieron a la niña; hasta montarse en las sillas voladoras, donde por obvias razones Ariel daba gritos de miedo.




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