El último día

CAPÍTULO II

Antes del día.

-¡Qué bueno que vinieron! -Dice con emoción, acercándose a mí para abrazarme, y después a los chicos.

-Gracias por la invitación. –Dijo Daniel sin soltar mi mano desde que bajamos del auto.

Gabriela sonríe y nos lleva con toda su familia.

-Me alegra que estén aquí. –Dice la madre de Gabriela acercándose a nosotros.

-Es un placer verla señora. –Saluda Alex.

-Lo mismo digo. –Sonríe divertida. –Pero pasen, nuestra casa es su casa, la comida ya está, pueden comer si lo desean.

-Gracias.

Hablamos los tres al mismo tiempo.

Me agradaba venir a la casa de Gabriela, realmente me hacían sentir como en casa. De alguna manera me sentía parte de la familia; Gabriela y yo hemos estudiado juntas desde la preparatoria, y por suerte en la misma universidad, lo único que nos separaba ahora, eran las diferentes carreras que elegimos.

El padre de Gabriela, había estado fuera de casa por lo menos seis meses, era soldado, y era un milagro que regresara a casa, no solo por las guerras, ya que muchas veces esas no eran las razones por las que se iba, sino porque su salud no era la mejor en estos tiempos.

Cuando logré encontrar al padre de Gabriela, me puse de pie y me dirigí hasta donde estaba el.

-Señor, me alegra que esté de nuevo de regreso. –Lo saludo con un apretón de manos.

-Muchas gracias por venir, a Gabriela le gusta que estés aquí.

-No tiene que agradecer. –sonrío. –No hay nada más que ponga feliz a Gabriela, que la presencia de su padre en casa.

Sonríe mostrándose sincero.

-Eso es verdad. –Esta vez ríe levemente. -¿Cómo está tu madre?

-Bien, supongo. –Me encojo de hombros. –De nuevo se fue dos semanas con mi tía a Canadá, supongo que se merece todas esas vacaciones que toma.

El padre de Gabriela sonríe y continuamos hablando, hasta que Alex me llama para ir a comer. Fue una tarde relajada, y sobre todo en familia. Así es como la familia de Gabriela me hacía sentir.

-Los mejores hot dogs que he comido. –Dice Alex recostado en la parte trasera del auto de Daniel.

Nos quedamos un momento en silencio, después Alex se acomoda en su lugar y se sienta correctamente.

-De acuerdo ya entendí. –Imagino que al decir aquellas palabras, rodó los ojos. –Los dejaré solos, que pasen buena noche... ¡pero no tan buena!, distancia entre los dos por favor.

Daniel se ríe divertido, al igual que yo.

Alex baja del auto y camina hacia la puerta. Estaba oscuro, pero aún no era muy noche, no pasaban de las nueve.

El clima era algo frío, tanto que llegué a pensar que nevaría.

Observé a Daniel, y por instinto sonrió.

-¿Qué pasa? –Pregunto sonriendo levemente.

-Te amo. –Se acerca para besarme lentamente, mientras acaricia mi mejilla.

Paso mis manos por su cuello y logro acariciar su cabello con las yemas de mis dedos.

Una de mis manos baja por su cuello y llega a su pecho; siento el latido de su corazón, y eso hace que mis latidos se aceleren.

Siento que aún existe mucha distancia entre los dos; me acerco más a él para poder llegar a sentarme en sus piernas. Cuando lo logro, no me siento del todo cómoda, ya que el volante me molesta en la espalda baja.

Continuamos besándonos, paso mis manos por todo su pecho; me detengo cerca de la cremallera de su pantalón.

-No, Halana. –Dice separándose de mis labios. –Aquí no.

Acomodo un mechón de mi cabello detrás de mí oreja para disimular vergüenza.

Volteo hacia otra parte. Toma mi barbilla y me obliga a verlo a los ojos.

-Te amo, lo sabes, ¿cierto? –Dice acariciando mi mejilla.

-Sí, lo sé.

-¿Me amas? –Cuestiona mirándome con sus hermosos ojos.

-Claro que te amo. –Me acerco a besar su barbilla. –Demasiado.

Sonríe y me muestra lo que para mí, es una sonrisa perfecta. Mi corazón se emociona al ver que sonríe de esa manera.

Mira su reloj.

-Ya tengo que irme, amor.

Bajamos del auto y caminamos hacia la puerta, y ahí fueron más besos antes de irse.

-No olvides que mañana tú y yo pasaremos todo el día juntos. –Entrelaza su mano con la mía, después la besa.

-No lo he olvidado.

Era emocionante recordar que cumpliría dos años de noviazgo con Daniel. Ahora entiendo que es realmente necesario pasar por unas cuantas malas relaciones para encontrar al amor de mi vida.

Estoy segura de que Daniel es el amor de mi vida. Me gusta todo de él. Para mí, Daniel es perfecto con todo y sus defectos.

La perfección de Daniel son sus imperfecciones.

-Bien, entonces nos vemos mañana.

Me da un beso rápido antes de alejarse.

Cuando entro a la casa encuentro a Alex de pie en el pasillo.

-¿Qué? –Pregunto mientras lo observo con expresión seria.

-¿Por qué tardaste tanto?

-¿Es enserio? –Pregunto divertida. –Solo estaba afuera en el auto con Daniel, ¿no confías en él? es tu mejor amigo.

Alex suelta una leve risa.

-No confío en ti.

Suelto una risa discreta. ¿De verdad dijo eso?

-No es mi problema. –Paso por su lado, me pongo de puntas para alcanzar a dejar un beso en su mejilla antes de irme. –Buenas noches.

Alex simplemente sentía celos de Daniel. Eso creo. Aunque debo confesar que se comporta de forma decente, no es un hermano celoso y odioso, y eso pasa sólo porque Daniel es su mejor amigo.

-Los extraño tanto. –Dice mi madre del otro lado de la línea telefónica. -¿Cómo están?

-Estamos bien mamá, no somos unos bebés.

-Para mí aún lo son.

Ruedo los ojos.

-Todo bien en la casa, ¿Cierto? –Pregunta con miedo en su voz.

-Excelente, solo hay vomito en la alfombra gracias a Gabriela, y algunos cuadros rotos, producto de la fiesta de anoche.

-¡Halana! –Dice asustada.




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